Tuve la ocasión de conocer a este torero sevillano en una Feria de Baeza.
Una de mis grandes satisfacciones es encontrarme con toreros de los de antes, aunque
a muchos de ellos no les haya visto torear. Ver una corrida de toros con alguno
de ellos, comentar sobre las faenas y opinar sobre las condiciones tanto del
toro como del torero, es algo que si muchos aficionados pudiera tener a su
alcance, la sabiduría taurina de muchos de ellos, podríamos conceptuarla de superlativa,
cosa que por el contrario, queda en grado muy ínfimo, cuando en realidad lo más
parecido a una plaza de toros que han visto es el corral de gallinas de su
abuela.
José Rodríguez "El Pío" nació en Camas (Sevilla) el 2 de mayo de
1936, es tal la gracia y la guasa sevillana que le pusieron "El quinto
mandamiento", por aquello del no matarás y, es que este niño que vendía
tabaco y avellanas en su barrio de "La Pañoleta" se hizo famoso por
pinchar varios novillos a los que cuajó apoteósicamente con capote y muleta.
Este singular personaje empezó a acercarse a la plaza camera cuando la
alquiló el rejoneador Pepe Anastasio, que luego se convertiría en su apoderado,
allí entrenaban Pepín Martín Vázquez, El Vito, Chaves Flores entre otros muchos
de la época y, allí mirando y embistiendo a los maestros, le entró el veneno
taurino. Su primera vaca la toreó en la ganadería de los Guardiola. Su debut
con picadores fue en la parte seria de un espectáculo cómico nocturno en la
Maestranza, en 1952 con apenas 14 años y un periodista alabó su labor y sus
buenas maneras, aunque sentenció que a la hora de matar, "NI PÍO",
haciendo un chiste premonitorio.
José Rodríguez toreó sin caballos hasta 1954 y cogió bastante ambiente
hasta debutar con los del castoreño al año siguiente en Castellón, la terna la
completaba Curro Puya y Rodríguez Caro que resultaron heridos por sus primeros
utreros, de Arranz, de manera que "El Pío" se encontró en su debut
con cuatro novillos a los que plantar cara y, lo hizo, pero no de cualquier
manera, se entretuvo en cortar siete orejas, dos rabos y una pata, esa tarde
pasó de ser desconocido a novillero de moda. Torea en Barcelona, posteriormente
repite en Castellón cortando tres orejas a una novillada de Miura, luego debutó
en Valencia y rápidamente se presentó en Sevilla donde desorejó a un novillo de
Juan Belmonte, repite en la Maestranza formando un tremendo alboroto con un
ejemplar de Concha y Sierra que tras matar de media estocada y once descabellos
dio dos vueltas al ruedo y se lo llevaron a hombros hasta el Hotel Inglaterra.
El gran problema de "El Pío" fue la espada, pero desde la lejanía creemos que también lo fueron las prisas de su apoderado, tanta prisa que después de 8 festejos se anunció en Madrid los días 24 y 25 de julio de 1955, ante novilladas fuertes y de pocas garantía, durante la gran faena del día de su presentación sufrió dos cornadas graves, una de ellas en el riñón que le frenaron en seco. Reapareció en Málaga en Agosto con un gran triunfo, le volvieron a sacar en hombros de la Maestranza sin cortar orejas y repitió en Madrid con lleno de "no hay billetes" en septiembre y con lleno absoluto en octubre, de nuevo fallando a matar.
Cambió de apoderado en 1956 y se puso en manos de Antonio Pazo. Volvió a salir en hombros de la Maestranza aún sin cortar trofeos, en esta plaza actúa hasta en seis ocasiones y cuatro en Las Ventas. En el año 1957 cortó una oreja en Sevilla pero toreó poco y en 1958 el largo Servicio Militar de aquellos tiempos lo aleja de los ruedos. En 1959 toreó cuatro tardes en Sevilla cortando dos orejas el día del debut de Rafael de Paula, aunque antes sufrió una tremenda voltereta que le dejó inconsciente cuando cuajaba a lo grande a un novillo de Villagodio.
El gran problema de "El Pío" fue la espada, pero desde la lejanía creemos que también lo fueron las prisas de su apoderado, tanta prisa que después de 8 festejos se anunció en Madrid los días 24 y 25 de julio de 1955, ante novilladas fuertes y de pocas garantía, durante la gran faena del día de su presentación sufrió dos cornadas graves, una de ellas en el riñón que le frenaron en seco. Reapareció en Málaga en Agosto con un gran triunfo, le volvieron a sacar en hombros de la Maestranza sin cortar orejas y repitió en Madrid con lleno de "no hay billetes" en septiembre y con lleno absoluto en octubre, de nuevo fallando a matar.
Cambió de apoderado en 1956 y se puso en manos de Antonio Pazo. Volvió a salir en hombros de la Maestranza aún sin cortar trofeos, en esta plaza actúa hasta en seis ocasiones y cuatro en Las Ventas. En el año 1957 cortó una oreja en Sevilla pero toreó poco y en 1958 el largo Servicio Militar de aquellos tiempos lo aleja de los ruedos. En 1959 toreó cuatro tardes en Sevilla cortando dos orejas el día del debut de Rafael de Paula, aunque antes sufrió una tremenda voltereta que le dejó inconsciente cuando cuajaba a lo grande a un novillo de Villagodio.
Don Diodoro Canorea fue al hospital a ofrecerle la repetición al domingo
siguiente, le quisieron dar la alternativa, pero aquellos eran otros tiempos,
con otro respeto, así que "El Pío", un novillero que había toreado
muchas tardes en Madrid y Sevilla con actuaciones fantásticas, se negó a
doctorarse al no tener perspectivas claras de futuro. Yo no lo vi, es evidente,
pero dicen que tenía un arte muy puro, que además era muy buen torero y que por
su gracia caía muy bien al público, con el capote lo bordaba hasta el punto de
que en Sevilla le tocaron la música hasta en cuatro ocasiones parando a los
toros de salida.
Todas esas cualidades las demostró por última vez en un festival de banderilleros en Sevilla, en 1967, "El Pío", bordó el toreo y le cortó las dos orejas a un toro de Flores Tassara y, Canorea le ofreció otra vez la alternativa y "El Pío" volvió a decirle que "NI MIJITA", cosas de toreros, de auténticos toreros, ¡que Dios le bendiga!
Todas esas cualidades las demostró por última vez en un festival de banderilleros en Sevilla, en 1967, "El Pío", bordó el toreo y le cortó las dos orejas a un toro de Flores Tassara y, Canorea le ofreció otra vez la alternativa y "El Pío" volvió a decirle que "NI MIJITA", cosas de toreros, de auténticos toreros, ¡que Dios le bendiga!
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