Personalmente titularía este apartado como “la otra gran cagada”, pero no lo haré constar en negrita y mayúsculas para que pase de soslayo y no ser maleducado ni “políticamente incorrecto”.
No, no piensen que me refiero a la actuación del novillero Juan Reyes, nunca más lejos de la realidad. La crónica de su actuación ha quedado hecha y esto no tiene nada que ver.
Sin dirigirme personalmente a nadie puesto que desconozco quien o quienes son los responsables, iré al “kit de la qüestion”. Tras la celebración del festejo programado para la presentación del novillero ubetense Juan Reyes, salí de la Plaza de Toros decepcionado en muchos aspectos.
Uno de ellos y que considero más importante, es la falta de respeto y consideración que tanto al torero, al público asistente y por consiguiente -cosa que por otra parte cada vez me asombra menos- a la Fiesta de los Toros. Bien es verdad que fue un festejo menor, pero por ello no debiera haber recibido un trato vejatorio y discriminatorio como ha sido el caso. Motivo, la ausencia de música en el espectáculo taurino. Las excusas no sirven, un festejo con espacio suficiente para su programación debe ser bien presentado.
Jamás he presenciado un festejo en el que me haya sentido tan raro viendo hacer el paseíllo de un torero sin ir acompañado de música, sí torero, en ciernes, sin picadores, novel, nuevo, como ustedes quieran llamar, pero TORERO.
Los otros toreros, si, toreros también, de plata, subalternos, peones, ayudantes de lidia, como también ustedes quieran llamar, pero del mismo modo TOREROS; supongo no se sintieron nada cómodos en el ruedo cuando debieron estar más pendiente a los gritos de los aficionados o del Palco Presidencial en lugar de estarlo a la res que se estaba lidiando, cuando se sacaba el pañuelo para el cambio de tercio y no incurrir como a punto estuvo de suceder, clavar banderillas una vez sacado dicho pañuelo blanco. Motivo la ausencia, no ya de Banda de Música al completo, pero de al menos la presencia de los componentes necesarios para interpretar con el respeto que se merece nuestro querido pasodoble, pasodoble ESPAÑOL, pasodoble TORERO que con todo honor mereció el ídem. Tampoco hubo ni tan siquiera una corneta o cornetín y dos timbales o en su defecto un par de cajas para los cambios de tercio. En fin, que una cosa es contarlo y otra muy diferente apreciarlo “in situ”, verdaderamente lamentable.
¿Esta es la importancia que se le da a la Fiesta? ¿Cómo quieren que no se hable mal del trato que recibe la misma?
Hacia el torero, no diré que por tal motivo le hayan quitado categoría porque esta nadie puede quitársela, mucho menos tras como estuvo en su actuación; pero si se le ha esquilmado sentirse aún más torero de lo que estuvo, esquilmando también a ese público asistente que fielmente aunque en poco número, acudió a arropar como debe ser, a su paisano, a un nuevo torero de Úbeda en ciernes.
Igualmente se ha restado categoría a la Plaza de Toros; a esa joya declarada Monumento Histórico-Artístico, creo; y que a pesar de la restauración que se le está haciendo, le han echado un “borrón” -el cual ya no tiene remedio- a uno de los espectáculos que se ha celebrado en sus entrañas; peor aún que el que ha sufrido el monumento al diestro Antonio Millán Díaz, este se limpia, y dicho sea de paso, parece ser hay voluntad “política” de trasladarlo al Coso de San Nicasio. De todos modos pienso ha habido tiempo de al menos haberlo aseado, pero aún sigue manchado para gozo de los anti-taurinos y vergüenza ¿o tal vez castigo? de los aficionados a los toros. Pero claro, este es otro aspecto que ya no me asusta en absoluto después de ver el trato dado al otro Millán, Juan Antonio Millán Herrador, de profesión TORERO.
Por tales motivos entre otros muchos, por muy aficionado que pueda llegar a ser, llego a la extrañeza, de la poca extrañeza que cada vez más me invade, sobre el trato que recibe la Fiesta de los Toros en su categoría superior, cuando veo como es tratada en lo que es su inicio, la base y fundamento de lo que más tarde puede traducirse en un espectáculo mayor, en una gran Tarde de Toros, bueno, cada vez por desgracia menos gran, dejémoslo en “tarde de toros” o de “gatos” como ustedes prefieran, pero esto es harina de otro costal.
“Detalles”, que bella palabra y que taurina. Desde luego en este caso nada tenida en cuenta en uno de los festejos que debiera haber sido más cuidado. Una pena.