sábado, 17 de mayo de 2014

MIGUEL LINARES. UNA AFICION SIN LÍMITES

Miguel Ángel Campos Marchal, más conocido como Miguel Linares es un novillero con picadores de la ciudad de la cual ha adoptado su nombre artístico, Linares.

Puedo asegurarles que Miguel es uno de los chavales que con más afición a los toros he encontrado por este mundo de Dios.

Tras su etapa de becerrista, decidió hacer su presentación con picadores en la localidad jienense de Navas de San Juan el 7 de agosto de 2010 ante reses de “El Serrano”. Aquella tarde estuve presenciando el festejo y me encontré con un chaval lleno de ilusión, el cual realizó una actuación llena de entrega, poniendo toda el alma.
Desde aquel día ya han pasado casi cuatro años, alguna que otra vez he estado con él en los entrenamientos que realiza junto al matador de Linares David Gil en su finca.

En la actualidad sin apoderado ni nadie quien le eche una mano, es un gran admirador de Curro Díaz y David Gil, a quienes agradece el apoyo que recibe de ellos en esta lucha diaria para conseguir la meta deseada.
Miguel Linares nos habla de sentimiento, inspiración y responsabilidad, tres de los conceptos principales que siente cuando se dispone a hacer el paseíllo. Considera que es la profesión más bonita del mundo aunque a la vez sacrificada y que necesita una dedicación máxima, Aún así, Miguel sigue en su empeño de llegar a lo más alto y sigue luchando diariamente por abrirse un hueco en esta profesión.

Esta misma semana me llamó para que le acompañara al campo, ya que iba a entrenarse ante un utrero en la finca de Ruiz Cánovas, en Navas de San Juan. Su afición es increíble, y a pesar de sus casi veintiocho años, ya dijo en alguna ocasión que jamás perdería la ilusión de conseguir su gran reto a pesar de los tiempos que corren, el de ser torero.

Puntual a la cita, Miguel Linares se enfrentó a una res complicada que no le dejó estar todo lo a gusto que a él le hubiera gustado; así y todo este novillero linarense no se amilanó en ningún momento, plantándole cara al novillo y sacando algunos muletazos de bello trazo aunque sin poder ligar las tandas a consecuencia del comportamiento del mismo; un novillo que aunque humilló y tuvo recorrido en el capote, posteriormente con la muleta había que tocarle como suele decirse, muchas teclas, complicado e incierto en sus embestidas, Miguel aguantó muchas tarascadas del animal que se quedaba corto y echaba la cara arriba; en mi opinión, creo que no hubiera estado de más haberle dado un puyacito para ahormar esa incierta embestida y haber posibilitado el que rompiera p’alante.  

De todas formas, nos comenta Miguel, le ha servido mucho para su entrenamiento y no perder ese contacto con el animal para estar preparado por si surgiera algún contrato.

Dejamos a Miguel hasta una nueva ocasión felicitándole por su gran afición y con el deseo que este año pueda conseguir acercarse un poquito más a esa meta soñada y que con tanta ilusión desea diariamente.