martes, 25 de abril de 2017

In memoriam Obituario de un grandioso torero: Sebastián “Palomo Linares”


Por Salvador Santoro


Pasado mañana, festividad de Ntra. Sra. de Monserrat, habría cumplido setenta años. Una complicada dolencia cardiaca, le llevó a ingresar el pasado viernes - para ser intervenido a corazón abierto - en el Hospital Gregorio Marañón, de Madrid; donde ayer día 24, a la simbólica hora de las cinco de la tarde, expiró el séptimo matador de alternativa, de los veinte que ha dado nuestra taurinísima ciudad: Linares
Sebastián Palomo Martínez - en los carteles “Palomo Linares” - vio la luz primera en el nº 18 de la linarense calle Zambrana, un 27 de abril de 1947. De familia humilde - Miguel su padre trabajaba en la mina - Sebastián tuvo como primer oficio el de aprendiz de zapatero en el taller que tenía Pedro, hermano del también matador de toros local Víctor Quesada, en la calle Menéndez y Pelayo, conocida popularmente como de “El Tinte”.
Palomo, se inicia como “capa” en los tentaderos de las numerosas ganaderías de la zona. En esta época de maletilla, se le conocía como “El Rata” por su espabilo y desenvoltura. A este respecto, referir el simpático origen de este apodo. Por testimonio directo, el siempre recordado novillero Juan Mendoza Alcaraz “Juanito Mendoza”, nos contaba que se lo puso el banderillero paisano, Rafael Bautista Bellido “Rafaelete”, una mañana que - como siempre “atinela” - se entrometía en el corrillo de profesionales y taurinos, que recalaban en la acera del Café Regina (en las Ocho Puertas) para “orientarse” en que finca se iba a tentar. Rafael - guasón - le espetó: “…y tu quien eres, que tienes cara de rata…”. Sebastián, no se amilanó en la respuesta y, pasado el tiempo, este importuno adolescente, de pelos hincados, se convertiría en una primerísima figura del toreo.

Sebastián “Palomo Linares”, liado en un capote de paseo de “galones”, abre cartel  en la feria de San Agustín de Linares de 1977. (Foto: Chacón)

Después - con lo puesto y cargado de ilusiones - marcha a Madrid al reclamo de la “Oportunidad”, concurso organizado para descubrir nuevos valores en la antigua plaza de Vistalegre (llamada “La chata carabanchelera”). Allí, un jovencísimo Sebastián, en novillada sin caballos retransmitida por TVE, triunfa clamorosamente. Los hermanos Lozano - mecenas del evento y siempre intuitivos - previeron sus grandes posibilidades, apoderándolo desde primera hora.
Debuta Palomo con picadores, en la localidad alicantina de Ondara, el 3 de enero de 1965, compartiendo cartel con Gregorio Tébar “El Inclusero” y el toledano Vicente Punzón. Tras meteórica etapa de novillero, al año siguiente, el 19 de mayo, toma la alternativa en Valladolid, alternando con Jaime Ostos, como padrino, y Juan García “Mondeño”, fungiendo de padrino. El toro de la ceremonia, atendía por “Feíllo”, del hierro salmantino de Salustiano Galache. Para no alargar su extensa biografía taurina, indicar dos hitos en su intachable carrera. En pleno San Isidro, el 19 de mayo de 1970, confirma alternativa en la Monumental madrileña, de manos de Curro Romero y Juan José, testificando. El toro del doctorado, “Presumido” de nombre, pertenecía a la ganadería de Antonio Pérez Angoso. A Sebastián “Palomo Linares”, le cupo el alto honor de haber cortado, al astado “Cigarrón” marcado con el pial de Atanasio Fernández, el último rabo concedido - no sin injustificada polémica - en la primera Plaza del mundo: Las Ventas de Madrid. Su hijo, Sebastián Palomo Danko, ahora retirado, también emuló a su progenitor convirtiéndose en matador de toros.
Sebastián Palomo, también sería ganadero de reses de lidia (con el antiguo encaste de Graciliano Pérez Tabernero) y un excelente pintor - de ardiente cromatismo - exponiendo en bastantes ocasiones en la desaparecida Sala Eduma, de Linares, gerenciada por su fraternal amigo, Eduardo Palomares y, también, en las más pretigiosas galerías.
Muchos serán los panegíricos que se harán, con ocasión del triste fallecimiento, del polifacético Sebastián “Palomo Linares”. En este - escrito a vuela pluma – destacaríamos su condición de “figurón” del Toreo, su indómita casta como torero, la gran técnica, su contrastado valor y pundonor, el continuo afán de superación, su vergüenza torera, la contundencia como estoqueador y su desmedida afición. Todo ello - en suma - da como corolario que Palomo fue un grandioso artista a mayor gloria de la Tauromaquia y de nuestro pueblo.
Sebastián, era hombre afable, cariñoso, agradecido y siempre dispuesto al saludo sonriente, al autógrafo solicitado y a posar - ante cualquier cámara - junto a sus innumerables amigos y admiradores. Triunfó en todo el Orbe taurómaco y, en América especialmente en Colombia, era un ídolo total.

Fotografía del matador de toros Palomo Linares, conversando con Salvador Santoro, columnista taurino, en el patio de caballos del coso de Santa Margarita. (Linares, 29 de agosto de 2014) (Foto: Tachi Troyano)

Séame permitido concluir este sentido obituario a mi paisano Sebastián, con estos improvisados versos:

In memoriam
(A Sebastián “Palomo Linares”)

De negro luto Linares,
de luto la torería,
España entera te llora,
en este aciago día.

Mi admirado Sebatián
- que eterna  Gloria tu  hayes -,
en el ruedo celestial,
no hay torero ni lo habrá
que a tu arte se le iguale.

En la  memoria perduran
faenas inenarrables,
de tu ahora extinta vida,
destilando puro arte,
valor seco y maestría
y unos andares marchosos
que rezuman torería.

Salvador Santoro
(Columnista taurino)
(Linares, 25 de abril de 2017)