sábado, 14 de noviembre de 2009

Plaza de Chinchón. Donde se funden Toro y Cultura




Hace unas jornadas tuve el privilegio de pernoctar dos días en la localidad madrileña de Chinchón, declarada en 1974 Conjunto Histórico Artístico. En esta preciosa Villa a la cual se le otorgó el título de ciudad por Alfonso XIII merece la pena acudir y pasear por sus tranquilas y empinadas calles, sentí la sensación de estar viviendo en otra época, sobre todo cuando divisamos su castillo de 1480. Por momentos me pareció no haber salido de casa, ya que su inconfundible estilo renacentista me hizo recordar nuestro Úbeda.
En nuestra estancia coincidimos con la celebración de un acto popular previo a la festividad de la Virgen del Rosario ante la puerta de su ermita en la misma plaza donde se encuentra el Convento de los Agustinos, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo. Esta celebración llamada “Almoneda” consiste en una subasta pública de artículos que los vecinos aportan para sacar fondos en beneficio de esta imagen. Macetas de flores, bizcochos y rosquillas caseras, largas ristras con enormes cabezas de ajos donde llegó a alcanzar su puja en 60 Euros y otros menesteres fueron algunos de los objetos que esa noche se subastaron en la citada plaza.
Como he apuntado con anterioridad me pareció estar en otra época, degustar algún que otro plato típico de esta ciudad acompañado de un buen caldo de la zona en los mesones existentes en su majestuosa Plaza Mayor fue toda una delicia antes de asistir a la suelta de una vaquilla y un toro para todos aquellos valientes que quisieran lanzarse al ruedo. Dicen que el mundo es un pañuelo y bien que es verdad; a la entrada a uno de estos bonitos y añejos mesones me encontré al lado de unos amigos los cuales llevaba exactamente treinta años sin haber contactado con ellos, antiguos compañeros de la prestigiosa Red de Paradores que nos acogieron con la lógica alegría tras el tiempo transcurrido y que entramos en conversación de tiempos pasados con la naturalidad de parecer haber estado trabajando juntos esa misma mañana y, lo más curioso, el toro siempre pegado a nosotros. Qué casualidad que uno de estos compañeros fuera de Ciudad Rodrigo, famoso por sus carnavales a los cuales tuve la ocasión de asistir en el año 1.981 y otro que por aquellos años, concretamente en 1979 cuando a la edad de 19 años jugaba a ser torero hiciera de “cómplice” en mis escapadas por las múltiples capeas o de “mozo de espadas” en un festival benéfico en la localidad de Olite (Navarra). Velada basada en recordar tiempos siempre unidos al toro. ¡El toro!, ¡el toro!, siempre el toro presente. Un encuentro inesperado y el toro pegado a nosotros, estos momentos, estas vivencias, no se pueden explicar, pero de lo que estoy seguro es de que sin explicaciones sabe entenderlas todo aquel que ama a la Fiesta y al Toro bravo. Como es natural quedé invitado para el Festival Taurino en esta singular Plaza de Chinchón y que viene siendo habitual desde 1923, este año lo ha organizado “El Juli” interviniendo el propio Julián junto a Manuel Manzanares, José Pedro Prados Martín “El Fundi”, Manuel Alejandro Talavante, José María Manzanares, Miguel Tendero y el novillero Miguel Hernández “Miguelín". Como ganadero colaborará Daniel Ruíz y será a beneficio de las Madres Clarisas.
El culmen del viaje llegó cuando pisé el albero de su Plaza Mayor convertida en Plaza de Toros, bellísima, pintoresca y con una iluminación perfecta, sin una sombra, eso puedo asegurarlo cuando sin poderme resistir dibujé unos lances al viento en tan imponente ruedo. Del primero que me acordé fue de mi amigo “Manolito”, seguidamente y como un resorte cerebral me vino a la memoria haciendo mofa de estos personajes ante los presentes, los “anti-taurinos”, porque visto lo visto podemos estar bien tranquilos los aficionados a los toros de haber cantera para el futuro. En ella un grupo de niños jugaban al toro embistiendo uno y corriendo otros ante unos pitones perfectamente preparados al efecto, no pude resistir la tentación de coger la cornamenta entre mis manos ¡vaya par de pitones!; pregunté de donde habían sacado semejante encornadura, la respuesta no se hizo esperar sin titubear un ápice el chaval, quedé sorprendido por la respuesta ágil y técnica del muchacho que tieso como un ajo ante mis ojos y con una edad que no sobrepasaría los seis o siete años me contestó…. “es de un novillo lidiado en la Plaza de Las Ventas, ¡joder con el chaval, pensé para mis adentros!, por darle algo de aliciente al encuentro con estos más que futuros, presentes y ya grandes aficionados a pesar de su corta edad y estatura; les contradije insistiendo que semejante encornadura no podía ser de un novillo sino más bien de un toro dadas las dimensiones de la misma, ¡de un toro! ¡la de los toros son mas grandes! contestó sonriendo y tomando nuevamente las astas entre sus pequeñas manos continuando la embestida a sus amigos y recorriendo sin parar el amplio círculo de esta bellísima plaza. Verdaderamente las encornaduras de los toros son más grandes, pero acostumbrados a ver lo que vemos por estos lares…… hubiera jurado que la que tuve entre mis manos era la de un toro, olvidando que me encontraba fuera de Andalucía, no por nada en concreto sino más que nada porque dicen que por aquí gusta más el toro terciado que el mastodonte del Centro y Norte de España.
Amigo aficionado, si puedes visitar Chinchón hazlo, no te arrepentirás, además de su conjunto histórico artístico, su típica cocina, sus aromas a Ajo, Vino y famoso Aguardiente, el aroma y sabor taurino no falta, a buen seguro desearás volver y perderte entre sus calles y soñar sentado en la puerta de un mesón de su Plaza Mayor.