El invierno taurino sigue su curso y en estos días hemos
vuelto a tener una jornada disfrutando de una de las tareas de campo más importantes
que atesora la ganadería brava en nuestro país, el herradero.
Un buen número de machos y hembras han sido marcados
y reconocidos; los unos para ser lidiados en cualquiera de las plazas de toros
de nuestro país, las otras para después de dos años, pasar la prueba del
tentadero y si pasan el exhaustivo examen que les marca la pauta que
personalmente les marca su criador, serán las encargadas de dar a la ganadería
su genética, constituyendo la sangre, la bravura, el trapío y la personalidad
que dará a toda una estirpe de sangre brava muy seleccionada, la cual dará
grandeza a ese hierro que hemos marcado a fuego en su piel.
Es difícil si no se viven circunstancias en una
ganadería, comprender que lo mismo que estas reses tan singulares como son las reses
bravas, van pasando sus genes a lo que conformará el futuro de su estirpe, como
los señores ganaderos de igual manera van pasando a su siguiente generación,
los conocimientos de la ganadería, sobresaliendo por ser uno de los conceptos más
importantes, el amor, ya no solo al toro bravo, sino el amor a los animales que
conforman la dehesa, el amor a toda especie animal, desde el perro que cuida el
cortijo, el que ayuda al mayoral en sus tareas de campo, hasta el becerrito
recién nacido que llena de vida la dehesa siendo guardián y señor de la misma,
sin olvidarnos del amor y respeto que del mismo modo se le tiene a las
personas, sea aficionado e incluso detractor de esta Fiesta que tanta grandeza
da a nuestras tradiciones, que ya no solo es la Fiesta en sí como la conocemos
en su álgida representación en una tarde de toros, sino todo lo que conlleva
con ella; y no quiero referirme como se está defendiendo últimamente, la
economía que aporta que aunque bien es verdad, o prefiero ver otros aspectos
como es la camaradería entre personas, la concordia que conlleva una Fiesta
Popular, el compartir no solo la fiesta sino nuestros variados caldos, nuestra rica
y variada gastronomía y sobre todo conocernos como personas, porque españoles
somos todos sí, todos a pesar de la negativa de algunos, pero tenemos un país
tan rico y singular que tenemos una variedad tan extensa en nuestra
personalidad como la tienen nuestras ganadería de toros bravos.
Todo preparado para el herradero
El futuro de la Fiesta, mas vivo que nunca
Juan, mayoral de la ganadería
Francisco Tornay, buen torero y hombre de campo
Javier Garzón pone el Hierro de la casa
Herrando a la antigua usanza
María Garzón, una futura señora ganadera
A esta la recordaré cuando sea tentada
Otro día hablaremos de otras vivencias, otros
sentimientos que se viven en el campo bravo, tan diversos, tan variados, tan
sublimes y especiales que en algunas ocasiones, como ocurre con el amor entre
personas, son difíciles, aunque no imposibles de expresar y al menos intentar
que lleguen, sobre todo a los que más desconocen este mundo del toro tan
especial, singular y tan difícilmente fácil de explicar y sentir cuando el que
habla, es el corazón.
Un saludo a todos amigos, espero disfrutéis con
estas fantásticas fotos de campo.