Valga una reflexión ante las mismísimas puertas de este Año Nuevo. Días de encuentro con amigos y reuniones familiares para despedir un año que en su agonía, ineludiblemente se piensa en lo que hubiéramos podido hacer o que hubiéramos cambiado; del mismo modo días de propósitos -más bien despropósitos- pues como casi siempre ocurre, nunca cumplimos.
En el ámbito taurino, muchos, muchísimos son los asuntos que se nos han quedado en el tintero, ante una nueva temporada solo nos queda admitir los errores cometidos e intentar no repetirlos. Recapacitar e intentar dar una solución que nos lleve a paliar algunos de los muchos males que afectan a esta Fiesta Brava aceptando la realidad por la que atraviesa esta singular Fiesta y su protagonista principal, el Toro Bravo. Un toro bravo que desde la normativa que va llegando de Europa va camino de su extinción sin que desde este país aún llamado España, se haga algo útil para evitarlo, con el agravante de mirar para otro lado como si el asunto no fuera con nosotros.
2010 ha sido un año difícil y duro para la Fiesta, golpes bajos y la mayor herida recibida cuan “puñalada trapera” desde una de las tierras taurinas por excelencia como ha sido Cataluña, de parte de unos creídos “endiosados”. Puñalada trapera que aún tendremos que ver si el efecto de la herida llega a producir un cáncer mortal o solamente se queda en herida superficial a tiempo de curar, Dios quiera que ocurra esto último. Por el momento a algunos de estos “endiosados” ya se ha ocupado el propio pueblo de darles la mejor “medicina” para que no sigan creando dolor. Pero no han sido los únicos, en ocasiones se ha oído decir a esta “casta” como algunos llaman, que ¡el pueblo es sabio y sabe lo que quiere y lo que elige!, pareciendo ser que los llamados “charnegos” no interesan, otro que ha sido retirado del Poder en una tierra tan querida por muchos como odiada por otros. Veremos lo que ocurre de aquí al 2012, año en que veamos el resultado a tan polémica y discutida decisión.
Durante este año tan penoso tauro-políticamente hablando poco o nada he comentado al respecto en artículo alguno, principalmente porque esta “casta” no me interesa en absoluto, los principales motivos los dejaré en el tintero para mejor ocasión, ya que por el momento y dado el estado de bienestar, libertad y democracia que gozamos………; esto es como Dios, se cree o no se cree. Siempre he creído en las personas principalmente, y ahora más que nunca me ha quedado demostrado por el pueblo catalán ¿llegará lo sucedido a ser ejemplo para otras comunidades?
Leemos en otros Blogs que la fiesta de los toros es un pilar básico en la defensa de la Naturaleza y en el mantenimiento de la ecología y ecosistemas de nuestro entorno natural. Que gracias a la existencia del toro de lidia y a las cerca de 1000 ganaderías que hay en España, se han conservado 600 mil hectáreas de dehesas. Que entre otras cosas, los ganaderos luchan contra el cambio climático ya que las encinas y alcornoques absorben gran cantidad de CO2, y la erosión del suelo.
Además de estos conceptos, surgen otros como que el toro cumple un papel relevante en su entorno medioambiental, que el toro bravo es un gran defensor del medioambiente porque ha convertido la dehesa en un espacio casi virgen, que el toro es una raza especial, que posee un abanico de biodiversidad que ningún otro animal puede aportar además de estar estrechamente ligado al mantenimiento del medio ambiente. Que el patrimonio genético del toro es de un valor incalculable habiéndose mantenido a lo largo de los siglos por ser el único animal que se ha seleccionado en la búsqueda de un determinado comportamiento, también es sabido.
Todo esto suena muy bien y es muy reconfortante leerlo, pero aunque importante, pues no seré yo quien rebata tales afirmaciones; no es el debate principal para la defensa de la Fiesta de los Toros como un rito que es en realidad, aunque por desgracia se haya convertido en un espectáculo más, la mas de las veces deplorable. Un espectáculo que a fin de cuentas resulta ser el acto final de toda esta parafernalia aludida y donde económicamente hablando está el dinerito que más suena, también la especulación y abusos mas desorbitados. No olvidemos que si para que no desaparezca el Toro, deben seguir existiendo espectáculos taurinos y por tanto prevalecer la Fiesta como identidad que lo es y muy propia de este país, esto no puede aseverarse siempre y cuando como se dice y estoy totalmente de acuerdo, dependa solo y exclusivamente del Poder Público.
De otra parte están los propios “profesionales del ramo”, eludiré la palabra torero entre otros motivos porque muchos de ellos no lo son o lo demuestran muy pocas veces; y no me refiero a estilos o cánones en el toreo, eso es algo que el gusto de cada cual o la moda va imponiendo. Todos sin excepción defienden al Toro, todos sin excepción aman al Toro; pero sin que con ello quiera generalizar, son también ellos mismos los máximos responsables de que ese Toro que tanto aman y defienden reciba el trato a mi entender más aberrante de cuantos puedan producirse en él, y no me refiero a la crueldad que tanto alega ese sector tan conocido y organizado como es el anti-taurino; me refiero como es lógico a la merma y manipulación de las defensas, vamos…. al afeitado.
Si como se dice, la Fiesta es del pueblo, bueno sería que los empresarios presentaran listas de toreros al igual que hacen los políticos con sus candidatos, con la diferencia que fuera el propio pueblo quien pudiera elegir el que debiera actuar en cada feria, una vez elegidos, que fuera el empresario quien acoplara los carteles y de fallar alguno tirar de la mencionada lista. ¿Utopía?, no, yo diría libertad de elección.
Disfrutemos de este rito, de esta Fiesta tan nuestra, defendamos al Toro, defendamos a los profesionales que se ponen delante y devolvámosle esa aureola de distinción con el resto de humanos que siempre han llevado por bandera; respetemos a ambos, Toro y Torero. Defendamos lo que forma parte de la tradición española por encima de los separatismos. Defendámoslo pero de forma que podamos decir con la cara bien alta que en la tauromaquia no hay mentiras, que el toro hiere y mata de verdad. Disfrutemos con lo que un profesional es capaz de realizar delante de la cara de un TORO; pero hagámoslo de manera que se pueda decir sin bajar la mirada al suelo.
Mentalicémonos; esa magia fugaz que este rito ancestral ocasionan en su composición TORO y TORERO, solamente puede producirse y defenderse de una manera, cuando simple y llanamente exista lo fundamental para que todo ello persista; INTEGRIDAD y VERDAD.