jueves, 24 de septiembre de 2015

EL PRIMER PETO APARECIO EN FRANCIA

Se dice que el primer peto apareció a finales del siglo XIX en la zona de Nimes, años antes de que se instituyese en España. Su creador, propietario de una cuadra de picar de la que hoy se ocupan sus bisnietos, fue Jacques Heyral. Se trataba de un caparazón muy reducido, que él fue ampliando y modificando semana a semana, según donde fuesen corneados sus caballos. En "La Carioca" la finca nimeña de su nieto Philipe, se conserva aún un peto de principios de los años veinte y documentos gráficos de aquella época en plazas como Nimes, Béziers y plazas menores que atestiguan la primicia de aquella innovación.
Los picadores españoles que venían entonces se percibieron de la diferencia de picar con o sin peto, del riesgo menor que entrañaba, y todo eso llegó a oídos del duque de Veragua, que encargó un peto a Francia. Según manifiesta Philippe Heyral, en el transcurso de una tienta en la finca del duque, a la que asistía Primo de Rivera, la prueba de este peto dio datos al general para tomar la decisión histórica que modificaría profundamente la tauromaquia.

Sophie Bonne, monosabio de la cuadra de Alain Bonijol
A finales del siglo XX, otro francés, Alaín Bonijol, propietario también de una cuadra de caballos en el sureste, ha marcado un hito en la construcción de los petos. Mediada la década de los noventa, proponía una protección de menos de treinta kilos, homologada por el ministerio del Interior español, con un material más resistente y más ligero: un tejido anti-balas llamado kevlar. Bonijol aseguró que el promedio de caballos heridos en una de sus temporadas, que es aproximadamente de setenta festejos, ha pasado de diez a tan sólo dos. España, por supuesto, no ha sido indiferente a todas estas aportaciones, y desde hace 12 años este es el material del peto utilizado por la cuadra de Sevilla, así como por la de Navarro en Valencia. El último peto construido por Bonijol es aún más ligero y pesa tan sólo veinte kilos. Quizás las excelentes prestaciones de las cuadras antes mencionadas se deban en parte a él. Falta por preguntárselo a los protagonistas, los picadores, que ya a principios del siglo XX advirtieron a los aficionados que en Nimes se les había ocurrido una idea estupenda: el peto.
Fuente: Antonio Arévalo.