Por
Salvador Santoro
(A quienes aman la música y sienten el toreo)
Que de antiguo, Linares
tiene una brillante y larga tradición musical en sus diversas manifestaciones
(música bandística, clásica, procesional, ligera, moderna, de zarzuela,
flamenco, et al.), es de todos conocido. También, que es tierra de
artistas en todas las facetas: toreros, cantaores, cantantes (Raphael es el más
internacional), músicos, compositores, literatos, pintores, etc. Que, en
distintas épocas, siempre ha contado con notables agrupaciones musicales:
bandas de música, orquestas, corales (la actual, creada el 4 de febrero de
1984, lleva el nombre de Andrés Segovia y está dirigida por Juana María Jiménez),
conjuntos músico-vocales, rondallas, estudiantinas; y con grandes solistas (que
decir del mencionado concertista de guitarra, mundialmente reconocido, y del
virtuosismo de los hermanos Cuenca). Pero lo más importante, es la gran afición
a la música que existe entre los linarenses.
En
formación, la Banda
Municipal de Linares, interpreta un pasodoble en el ruedo del
coso de Santa Margarita, durante la feria de San Agustín de 1912. (Fotografía
cedida por Francisco
Gutiérrez Guzmán)
Hecho este
preámbulo, escribiremos - sin la
profundidad que el tema merece por
imperativo de espacio y circunscribiéndonos a nuestra ciudad - sobre la música
bandística y más concretamente sobre el Pasodoble, en particular sobre una de
sus modalidades: el Pasodoble Torero - que merecerá una segunda entrega -,
expresión musical genuina del espectáculo más español: Los Toros.
En relación a su
presentación tímbrica y dado su origen militar, el pasodoble en sus distintos
estilos tiene en la banda - incluidas las sinfónicas - la agrupación musical
por excelencia para su interpretación, si bien es susceptible de adaptación a
cualquier tipo de conjunto y, naturalmente, a la gran orquesta en su versión
sinfónica y filarmónica. También formaciones “de pulso y púa” (a base de
guitarras, laúdes, bandurrias y mandolinas) como la rondalla o la tuna universitaria, están
indicadas para ejecutar, sobre toro, el animado pasacalle. No obstante lo
anterior, convendremos que un “buen” pasodoble cobra verdadera dimensión,
cuando es tocado por una “buena” banda de música.
Siquiera sea
brevemente, no renunciamos a hacer historia de las bandas de música en Linares. Coincidiendo con
la concesión por D. Alfonso XII en 1875, del título de Ciudad, se crea la primera Banda de
Música dependiente del Ayuntamiento de Linares, siendo su primer director D.
Niceto de Gracia. En 1882, tiene lugar la creación de la primera Escuela Municipal
de Música, bajo la dirección de D. Luis de Velasco. Por venir a colación y como
clarificadora curiosidad, leemos en “El
Eco Minero” (periódico bisemanal dirigido por D. Julián de Martos Morillo)
correspondiente al día 18 de mayo de 1883, la acalorada controversia mantenida
por esta publicación con su colega de la época, “El Linares”, motivada
por un comentario impreso por éste y relacionado con la existencia de dos
bandas de música encabezadas por los señores Velasco y Martí. La información - literalmente, con dos
tildes menos y la “a” acentuada como correspondía a la ortografía vigente -
afirma que: “á todos los actos públicos que motiva esta solemnidad (la
fiesta de la patrona) es costumbre que concurran las dos bandas de
musica de la poblacion con el objeto de que los beneficios que puedan reportar
se repartan por igual.”. Por su parte “El
Eco Minero”, le rebatía escribiendo: “Esto que carece de
exactitud, (porque el autor del suelto ha sido sorprendido) como puede probarse
con los libros de la cofradía donde consta que desde el año de 1871 hasta hoy,
han asistido á la fiesta una sola vez las dos bandas: el año que esto sucedió
costaron 1.900 reales; los demás han sido á 1.100 reales; y el año 1879 costó
800 reales; con esto se prueba en primer lugar que, no es costumbre que asistan
á esta ceremonia las dos bandas y en segundo, que no cuestan las dos lo mismo,
sino casi doble.” y prosigue, con afilada pluma, interpelando a cuento de
incumplimientos de contrato para desacreditar al Sr. Martí y de un velado transfugismo
de músicos de una a otra formación, que produjo despidos del teatro por parte
del Sr. Velasco. Además del interés periodístico, de su lectura se deduce que,
al menos, desde 1871 había actividad bandística en Linares.
Siguiendo el devenir de
las bandas y usando datos que aporta el historiador Francisco Portillo Freg -
acreditado melómano - en el libreto interior del compact disc
conmemorativo del CXXV aniversario de la Agrupación Musical
de Linares; en 1890 existía, dirigida por D. Antonio Camacho, una
Banda-Orquesta integrada por 35 miembros y 27 educandos de banda y en la que “su
instrumental incluía a la familia de la cuerda y hasta fagotes”,
éstos difícil de adquirir por aquel entonces.
Es en 1900 cuando se
hace cargo de la Banda
Municipal de Linares, D. Alfredo Martos - del que glosamos su
figura más adelante - perteneciente al Cuerpo Nacional de Directores de Banda y
que estuvo al frente durante cincuenta años, siendo la etapa de mayor
esplendor. Hubo un paréntesis, al trasladarse a Valdepeñas para crear la Banda Infantil,
pero en 1911 el por entonces alcalde de Linares, don José Yangüas Jiménez, le
pide que vuelva como “primer atril”, accediendo gustoso. También fue fundador
de la rondalla “El fígaro linarense”. Carácter de magno acontecimiento debió
tener el estreno del pasodoble Alvaradito, en la novillada celebrada en
Linares, el domingo 3 de junio de 1900, festividad de Ntra. Señora de
Linarejos. Según reza en el cartel anunciador: “(Feria en esta Ciudad)”
y siguiendo la transcripción: “Las bandas que dirigen don Antonio Camacho y D.
Alfredo Martos amenizarán el espectáculo. Esta última tocará por primera vez al
hacer el paseo las cuadrillas, el magnífico pasodoble titulado Alvaradito, obra que el Sr. Martos ha
compuesto y dedicado al citado matador”. Ignoramos el balance del festejo -
que dio comienzo a las cuatro y media de la tarde - en el que se prometía “una
magnífica corrida de seis novillos-toros de 4 á 5 años“ (lo mismo que ahora
que se lidian de utreros) de la: “justamente acreditada ganadería del Excmo.
Sr. Marqués de Cúllar de Baza, de Úbeda”, que serían lidiados por
las cuadrillas de los matadores: Alvaradito y Valentín. A mayor abundamiento,
el ganado estaba de “manifiesto” en los corrales (costumbre que se ha perdido) “de
6 á 10 de la mañana” y la entrada de sombra costaba 2´50 pesetas
(media 1´50) y la de sol 1´50 (una peseta la media).
Tras ardua labor de
investigación, Simón Molina Ortega, componente de la Asociación Cultural
y Musical “Maestro Alfredo Martos”, de Linares, localizó en Zaragoza unas partituras,
en versión o arreglo para rondalla (pulso y púa). Una vez verificadas, se ha
realizado la instrumentación para banda, recuperándose el único “pasodoble
torero”, propiamente dicho, que escribiera el egregio compositor marteño. El
reestreno, se produjo el día 21 de agosto de 2015, en el VI Concierto Homenaje
a la Feria Taurina
de Linares, a cargo de la citada agrupación, celebrado en el patio de caballos
del coso de Santa Margarita, donde tuvo lugar el estreno oficial, 115 años
antes.
A don Alfredo le
sucedió en el cargo, D. Ángel López que pasaría luego a dirigir la de Gijón. Y
posteriormente, D. Luis Aparicio Sancho director también de la Academia Municipal
de Música. Quien esto firma alcanzó a ver, en los años sesenta y bajo su
dirección, la actuación conjunta de las bandas de Linares y la de la XVI Fuerza Aérea
de los Estados Unidos con base en Torrejón de Ardoz. Fue impresionante y además
la primera vez que se veía un ”helicón”, portado por un soldado americano.
Casi coincidiendo con
la llegada a nuestra ciudad, hacia 1970, de D. Tomás Villajos Soler, último
titular del Cuerpo Nacional de Directores y acogiéndose el Ayuntamiento a un
decreto del Ministerio de la
Gobernación de 1963, la banda dejaría de ser municipal y los
músicos funcionarios, si bien la plaza de director se amortizaría a su
jubilación. No obstante, prosiguió don Tomás también al frente de la Escuela Municipal
de Música intentando convertirla en Conservatorio, cosa que se lograría
iniciada la década de los ochenta como Aula de Música dependiente del
Conservatorio Superior de Córdoba - de la que sería primer director - hasta
llegar al actual Conservatorio Profesional de Música “Andrés Segovia”, desvinculado del anterior y que cuenta con
unas modernas instalaciones.
Ya como Agrupación
Musical de Linares, la banda ha estado, sucesivamente, bajo la batuta de: D.
Mariano Luna, D. José Luis Vílchez Martínez (h. 1990) y, hasta 2007, de D.
Jesús Viedma Moreno, al que ha sustituido el joven director D. Francisco
Infantes Ortiz. En parte por escisión de la primitiva y con la aportación de
nuevos músicos y de profesores y alumnos del Conservatorio, existen actualmente
en nuestra localidad dos formaciones más. De una parte, la Banda Sinfónica
“Ciudad de Linares”, dirigida por D. Enrique Moya Castro (quien es también
director-fundador de la
Orquesta Sinfónica y titular de la Orquesta Joven,
todas con la misma denominación, creada al amparo de la anterior en 1998). La
otra, es la
Agrupación Cultural y Musical “Maestro Alfredo Martos”, con
la dirección de D. Juan Carlos Ortega Emanuel. A las tres, pariguales en
calidad interpretativa, deseamos éxito y larga vida.
Resulta obligado dejar constancia - a riesgo de
omisiones involuntarias - de nombres ilustres dentro de la música en Linares.
En primer lugar y a
continuación, sucintamente, glosaremos la figura de Alfredo Martos Gómez
(1878-1951), prócer de nuestro pueblo e insigne músico, perteneciente al Cuerpo
Nacional de Directores de Banda. En 1900 se hace cargo de la Banda Municipal de
Linares de la que fue director durante cincuenta años, siendo la etapa de mayor
esplendor. Cuentan quienes le conocieron, que tenía una acusada personalidad
(en su fisonomía era distintivo un prominente mostacho) y arte cuando dirigía o
desfilaba al frente de la banda y, además, fue un excelente compositor - con
inspiración y sensibilidad - en diferentes géneros musicales escribiendo, por
citar solo algunos, pasodobles del nivel y musicalidad de: Andalucía, Caireles,
Juanito Marín, Andresito o El sentir de mi tierra, que dejó para la
posteridad.
Su memoria ha quedado
perpetuada en la calle que lleva su nombre y en el CD grabado en 2001 por la Banda Sinfónica
“Ciudad de Linares”, dirigida por Enrique Moya, que recoge parte de su obra, el
mejor legado. Además, en el documentado libro (publicado en 2013): Alfredo
Martos: El Maestro. Apuntes biográficos y aproximación al catálogo compositivo,
del que es autor el reconocido director y pianista linarense, Antonio Ariza
Momblant. Y por supuesto, muy de valorar, con la vigente Agrupación
Cultural y Musical “Maestro Alfredo Martos” que dirige Juan
Carlos Ortega Emanuel. Pero sobre todo, don Alfredo, estará siempre en el
pensamiento de los linarenses que aman la música.
También - a más de otro
tipo de obras - han compuesto pasodobles: el guitarrista José Arqueros; Tomás
Villajos (autor de “El gran Maroto”, dedicado a un linarense tan
querido); Marisa Montiel, que da nombre al importante Concurso Ciudad de Linares
de Piano; los hermanos Manuel y José Luis Vílchez, notables y prolíficos
autores, y Juan Bravo y de una generación más reciente, Manuel Garín y José
Manuel Jódar. Y apellidos muy de Linares, alguno de familia de músicos, de
estupendos instrumentistas: Perales, Hidalgo, Aguilera, Virloto (de origen
italiano), Díaz, Manzano, Garrido, Latorre, Martín, Balbuena y Orta, por citar
unos cuantos. Institución en nuestra ciudad fue Mariano Luna, excelente y
polifacético músico: director, compositor y pianista, creador de la Gran Orquesta de
Música Ligera de Linares y componente de numerosos conjuntos músico-vocales
como la Orquesta
California, que contaba con la portentosa voz de Antonio de la Parra.
A continuación y
haciendo una clasificación elemental, podemos distinguir las siguientes
variedades de pasodobles,
permitiéndonos indicar algunos de
los títulos que, a nuestro entender, mejor
representa a cada estilo. Dentro del Pasodoble-marcha y entre sus
subgéneros, están: el Militar, Los voluntarios escrito en 1893 por
Jerónimo Jiménez y El abanico (debe su nombre a la forma del velador
sobre el que se escribió) de Alfredo Javaloyes, son claros ejemplos; del
Pasacalle: la llamada “Marcha de la manolería” del acto primero de la zarzuela Pan
y toros (1864) del maestro Asenjo Barbieri; el Pasodoble fallero o
valenciano (también llamado “festero”, es el caso del popularísimo Paquito
chocolatero, de Gustavo Pascual Falcó), representado por El fallero
(1929) del gran compositor lírico - “de
la tierra de las flores, de la luz y del amor” - José Serrano y también por
L´entrá de la Murta,
de parsimoniosa factura, que se debe al talento de Salvador Giner.
Formando parte del
género denominado Pasodoble-canción tenemos: el Regional, Puenteareas (con
aires gallegos) que Reveriano Soutullo dedicó a su pueblo pontevedrés o De la Villa y Corte, pasodoble
madrileño de Ignacio Hidalgo; el Andaluz o flamenco: En “er” mundo
de Fernández Lorenzo, con un florido solo de trompeta que se hace
indistintamente con el saxofón. El Clásico o ecléctico: La Giralda, verdadero
paradigma del pasodoble – por otra parte torerísimo e imprescindible en
cualquier programa que se precie – y que su autor Eduardo López Juarranz (a la
sazón director de la Banda
del Real Cuerpo de Alabarderos), estrenó en 1889 en la Exposición Internacional
de París, dirigiendo la Banda
del Regimiento de Ingenieros de Madrid y que calificó de “marcha andaluza”. No
podemos sustraernos a nombrar un segundo ejemplo: La gracia de Dios, que
por méritos propios pasa a formar parte de la trilogía de los más importantes
pasodobles españoles, y que se debe al leridano, también músico mayor del
Ejército, Ramón Roig Torné, y que surgió (a los ocho días) como justa y
amigable réplica al anterior.
Siguiendo en este grupo
está el de Concierto: con Pepita Greus, de Pascual Pérez Chovi, obra que
inevitablemente asociamos al extraordinario músico linarense, Paco Latorre, que
ejecutaba con tal destreza el solo de clarinete principal (instrumento que
alterna con el saxo), que provocaba la ovación del público y la felicitación de
sus compañeros de banda; y por supuesto, España cañí - el más universal
- del fecundo maestro aragonés (de Calatayud por más señas), Pascual Marquina
Narro, cuya partitura (dedicada a su amigo José López de la Osa) en versión bandística se
publicaría en 1923, diez años después de hacerse cargo de la orquesta del
Teatro de la
Zarzuela. Haciendo una
digresión obligada, de Marquina es también Cielo andaluz, hermoso
pasodoble con aire torero – quizá sea mi preferido – y que emociona al
escucharlo interpretado, en el marco de la Real Maestranza de
Sevilla, por la Banda
de Música del Maestro Tejera (bajo la dirección de Manuel Hidalgo Martín y de
José Tristán Martín), en nuestra opinión, la que suena con más empaque de las bandas civiles y - no le
anda a la zaga en calidad - la
Unidad de Música de la Guardia Real,
dirigida por el coronel Francisco Grau Vegara, entre las de carácter militar.
Por último, sería
injusto omitir, dentro del pasodoble cantable, el de la Revista Musical,
digno género que convive con la
Zarzuela - interpretado en el teatro desde el foso por una orquesta aunque de viable transcripción a
banda - y al que han puesto voz y
donaire vedette de la talla de Celia Gámez en números memorables como La
estudiantina portuguesa, alegre pasacalle (que se tocaba por los años
setenta en la Plaza
de Toros de Linares, en honor a dos importantes rejoneadores lusos: José Samuel
Pereira Lupi y, el por entonces jovencísimo, Joao Moura) o La novia de
España, chispeante pasodoble de impecable factura, pertenecientes ambos a
la revista La hechicera en palacio, con libro de Rigel y Ramos de Castro
y música de José Padilla.
Es de
aplaudir y recomendamos su adquisición, la iniciativa de hacer un Homenaje a
los toreros de Linares a través de una selección de Pasodobles taurinos
en una producción fonográfica - con una magnífica interpretación - de la Agrupación Musical
de Linares, dirigida por Jesús Viedma Moreno (anteriormente y con ocasión del
concierto conmemorativo del CXXV aniversario de su fundación en 1875, había
salido a la venta su primer CD), cuya presentación se realizó en el transcurso
de una audición celebrada en el patio de
caballos de la Plaza
de Toros, el 25 de agosto de 2002.
A modo de glosario - forzosamente limitado - dejaremos constancia
de algunos de los pasodobles más interpretados en Linares, en conciertos y en la Plaza de Toros los días de corrida. Muchos quedan reseñados y evitamos
repetirlos para no hacer prolija la relación. Para empezar, citaremos sólo dos:
El gato montés - todo un clásico - que data de 1916 y pertenece a la
ópera homónima de Manuel Penella Moreno y Suspiros de España (1902) del
comprovinciano de Martos, Antonio Álvarez Alonso, y cuya gestación resulta curiosa. Lo compuso por una apuesta
en el Café España, de Cartagena (que le da nombre junto al de un dulce típico
llamado “suspiros”), en una sola noche y aprovechando los descansos de su
actuación en un teatro próximo. Sorprende que de forma tan improvisada, naciese
una partitura tan cuidada técnicamente y de tal belleza melódica. Los demás
títulos, quedarán debidamente recogidos en un posterior trabajo titulado: “El
sonido del toreo”.
De
nuevo cuño y en colaboración, de la fértil pluma de los hermanos Manuel y José Luis Vílchez Martínez, han
visto la luz los pasodobles taurinos: Coso de Santa Margarita, Peña
Enrique Ponce, Alfredo Margarito (periodista de Diario JAÉN) y,
recientemente, nos ha llegado la maqueta de la grabación realizada por la banda
de Mancha Real, del que se titula Taberna-Museo “El Cossío” - bonita y
torera composición - que dedican a un taurinísimo establecimiento situado en el
barrio de San Ildefonso de la capital, del que es propietario Manuel José Marín
Murgado, hijo del banderillero linarense Joselito Marín. También, el
pasodoble-canción con letra de Francisco Almagro Herrera, titulado Enrique
Ponce “y olé”; y Sabino (pasodoble-tanguillo) dedicado a un
banderillero de Jaén. Por último, citar Solera andaluza (pasodoble
andaluz), con música de Manuel Vílchez y al que el poeta Francisco Almagro pone letra y el denominado Círculo Taurino
de Jaén.
Finalmente,
también con la firma de este insigne compositor, Manuel Vílchez Martínez,
indicar las obras tituladas: “Salvador
Santoro” (Pasodoble de concierto), de impecable factura, con mucho empaque,
elegancia y “aire torero”, estrenado en el Paseo de Linarejos, el 18 de julio
de 2009 y “Curro Díaz”, del que la
letra de Francisco Coronel, dice: “…tu
naciste para ser torero”.
Concluyendo, los aficionados
seguirán vibrando de emoción, cuando - como consecuencia de la torería, el arte
y el valor de algún torero de Linares que actúe ese tarde - desde el tendido del
coso de Santa Margarita surja una voz pidiendo: ¡música maestro! y rompa la
banda a tocar, sonando con empaque, para poner - con un torerísimo pasodoble -
fondo musical a una faena inolvidable.
Nota bene.- Publicado en la página Web: http://federaciontaurinadejaen.com, de la Federación Taurina de Jaén, el 9 de enero de 2017, festividad de San Eulogio de
Córdoba.
N. A.- Este
ensayo fue publicado con anterioridad en Diario JAÉN.
Por Salvador Santoro. Colaborador de la provincia de Jaén para De Catafalco y Oro.