viernes, 23 de mayo de 2014

LUIS FRANCISCO ESPLÁ Y ENRIQUE PONCE TOREAN EN EL MARÍA GUERRERO.

LUIS FRANCISCO ESPLÁ Y ENRIQUE PONCE TOREAN EN EL MARÍA GUERRERO, CON SANTIAGO SÁNCHEZ COMO DIRECTOR DE LIDIA

El Teatro María Guerrero acogerá el lunes 26 de mayo la lectura dramatizada de La Argentinita, dentro del ciclo Los lunes con voz del Centro Dramático Nacional. El texto, escrito por el crítico teatral y periodista de El Mundo, Javier Villán, y la dramaturga Diana de Paco, habla sobre las tres grandes pasiones que a lo largo de su vida tuvo Encarnación López Júlvez, la Argentinita; sus relaciones con los toreros Joselito el Gallo e Ignacio Sánchez Mejías, y su amistad casi platónica con Federico García Lorca

Los personajes estarán interpretados por importantes figuras del toreo y del mundo del flamenco. Luis Francisco Esplá pondrá cuerpo a Ignacio Sánchez, mientras que el personaje de Joselito el Gallo estará interpretado por Enrique Ponce. Asimismo, la bailaora María Távora interpretará a Pilar López Júlvez (la hermana de La Argentinita y segunda bailarina de su compañía). 

El papel de La Argentinita estará interpretado por la cantaora María Toledo y por la actriz Isabel Prinz

A la lectura dramatizada se podrá acceder de manera gratuita hasta completar aforo, y se hace a beneficio de la ONG Caídos del cielo, que utiliza el arte escénico para ayudar a personas en riesgo de exclusión social.


 

LA MADRE DE LOS BIENVENIDA


Las quince primaveras de aquella flor andaluza que el señor Jiménez trasplantó a Madrid cuando vino de Sevilla, buscando mayor espacio a su arte de tallista excepcional, eran los quince años más bonitos que se veían por la capital de España. Carmencita no lo sabia, y por ello era auténtica la femenina gracia de aquella flor andaluza, que llenaba de encanto y finura el taller del artista andaluz. 
 
Por el taller del tallista iba a menudo un mozo que había sido torero. Iba hacia arriba cuando el 10 de julio de 1910 un toro de Trespalacios le cerró el camino. Bienvenida se «encerró» en el ruedo de Madrid con seis bichos para él sólo. El tercero. Viajero, número 13, cárdeno chorreado, le cogió al pretender dar el primer muletazo. Manuel Mejías fué el primer torero que dió el pase de la muerte; quiso introducir en tal suerte una variante: darla el muletazo sólo con la izquierda. La cogida fué terrible. Pasados los primeros días de extrema gravedad, los médicos dictaminaron que Manuel Mejias quedaría cojo. No se resignaba el que fué gran torero. En Barcelona le vió el doctor Raventos. Luego, los doctores Ortiz de la Torre y Goyanes. No había esperanza. Fué a Cartagena, atraído por la fama del doctor Maestre. Las palabras del doctor Maestre le llenaron de tristeza: “Usted sólo podrá vestir el traje de luces para retratarse”.

Manuel Mejias no tenía más consuelo que el que podía proporcionarle su amigo el tallista sevillano. ¿El tallista? Se dió cuenta de que la charla del tallista era un sedante para él, pero que lo que realmente llenaba de luz su vida era la belleza de Carmencita Jiménez. Y le dijo que la quería. Y ella respondió con una sonrisa que era la explosión de toda la gracia de sus quince años.

El que había sido torero quiso volver a los ruedos. Se puso en manos del doctor Decref. Doctor y torero convinieron comenzar la tarea. El mozo estaría en tratamiento durante cinco meses. Si al cabo de este tiempo no curaba, el doctor no le presentaría factura. Si quedaba útil para el toreo, Manuel Mejías pagana al doctor Decref lo que éste juzgara oportuno. Carmencita Jiménez deseaba, en secreto, que su novio no pudiera volver a torear.
Carmen tenía dieciséis años cuando casó con Manuel Mejías, que había cumplido veintiséis. Manuel volvió a ser torero.

Carmen Jiménez no había visto nunca torear a su marido. Una tarde, Manuel Mejias hizo que su mujer, con sus pequeños Manolo y Pepe, fuera a la placita de Cara-­Ancha a pasar un rato. Con engaños, la colocó en un palquito al que se subía por una ecalera de madera, y con Carmen subieron Manolo y Pepe. Quitó Bienvenida la escalera y dió suelta a un becerro de Villamarta que había comprado para que su mujer le viera torear. ¡Y cómo toreó y mató “el Papa Negro”! Pero Carmen había vuelto la cabeza tan pronto como el becerro apareció en la placita y no había visto nada. Doña Carmen Jiménez no ha visto nunca torear a su marido ni a sus hijos. Mientras su marido se hallaba en la Plaza, ella pasaba las horas rezando. En cierta ocasión salió de su casa «el Papa Negro» para torear una corrida de la Prensa en Sevilla. Ella quedó con sus tres hijos y su angustia, pidiendo a Jesús por su marido. Minutos antes de la hora anunciada para la corrida comenzó a diluviar. Se suspendió el festejo. Bienvenida, de vuelta a su hogar, encontró a su esposa orando. Extrañó ella el rápido regreso de su marido, y éste explicó que se había suspendido la fiesta por lluvia. Tan concentrada estaba ella en aquel momento que, sin darse, cuenta de lo que decía, preguntó: “Pero, ¿es que cuando llueve no embisten los toros?”.

Ahora don Manuel Mejias apodera a sus hijos. Es corriente adquirir compromisos con empresarios de provincias por teléfono. Siempre que don Manuel tiene alguna conferencia con estos empresarios, doña Carmen pregunta a su marido, con la esperanza de acertar: “No os habéis arreglado, ¿verdad?”.

Cuando sus hijos torean en Madrid, doña Carmen Jiménez, con su hija Carmen Pilar, pasa parte de la mañana preparando los alimentos que aquellos han de tomar. Antes de que los muchachos se vistan de toreros, la madre y la hermana entran en la capilla de su casa, en la que hay una magnifica imagen de Jesús del Gran Poder, otra de la Virgen del Pilar y otras de Nuestra Señora. Los hijos se despiden con un beso. La madre con otro y este deseo: “Hijo mío: Que el Señor y la Virgen te acompañen”. Se arrodilla, reza y espera. A medida que van siendo arrastrados los toros, desde la Plaza alguien llama por teléfono a casa de don Manuel Mejias. Carmen Pilar recibe la noticia: “Sin novedad”. Y madre e hija siguen pidiendo con todo fervor por los tuyos.

Si los muchachos torean fuera, llaman a su madre tan pronto llegan a su punto de destino, le dan pormenores del viaje y le dicen a la hora exacta en que da comienzo la corrida. Ella permanecerá con su hija en el oratorio hasta que sus mismos hijos, sin perder tiempo en quitarse el traje de luces, le digan que todo fue bien.

Doña Carmen Jiménez, madre de diez hijos a los que ella crió y cuidó, ha pasado muchas horas de feroz angustia. Tres de sus hijos murieron siendo niños. Dos —Rafaelito y Manolo—, cuando ya la madre los creía para ella. Ahora, doña Carmen emplea gran parte de sus horas en cumplir las promesas que hace por sus hijos.

--No acabará nunca de cumplir esas promesas —dice don Manuel Mejías—. Imagínese usted que se ha impuesto la obligación de compensar con un mes de privaciones, cada dia que pierde, aunque sea por enfermedad, en el cumplimiento de sus promesas.
 
Todos los años hace un viaje a Zaragoza para orar en el Pilar. Va en tercera, sin cruzar la palabra con nadie durante el viaje, y se hospeda en una pensión. Calcula luego lo que le hubiera costado el viaje hecho con toda clase de comodidades y la diferencia la da en limosnas. 

Doña Carmen Jiménez, que no quiso ver torear a su marido, no ha querido tampoco ver torear a sus hijos. El  año pasado Álvaro Domecq rejoneó tres sobreros en la Plaza de Madrid, a puerta cerrada. Quería ver torear a caballo a Domecq y fué a la Plaza. Domecq rejoneó al primero, y cuando lo creyó oportuno invitó a Angel Luis a que matara. Doña Carmen volvió la cabeza para no ver, y disimuladamente salió sin querer ver más. 

Si alguna vez veis de cerca vestido de torero a alguno de los hermanos Bienvenida poned atención en la camisa de torear, esa maravillosa camisa de torear, la ha hecho la madre del torero.

 

LA FERIA DE HOGUERAS DE ALICANTE


Domingo, 15 de junio. Corrida concurso de Recortes.

Martes 17. Clase práctica. Seis añojos de la ganadería de Juan Ruiz Palomares para Juan Antonio Navas (E.T. Valencia), Genaro Álvarez (E.T. Alicante), Parrita Chico (E.T. Murcia), Gonzalo Herranz (E.T. Alicante), Vicente del Toro (E.T. Valencia) y Raúl López (E.T. Alicante).

Miércoles 18. Clase práctica. Seis erales de la ganadería de Juan Ruiz Palomares para Fernández de la Torre (E.T. Murcia), Cristian Ortuño (E.T. Alicante) y Adrián Velasco (E.T. Alicante).


Jueves 19. Novillada mixta. Cuatro novillos de Fuente Ymbro y dos erales de El Parralejo para Borja Álvarez y Raúl Bravo, que debuta con picadores y el novillero sin picadores Jorge Rico.


Viernes 20. Toros de Alcurrucén para Juan José Padilla, Sebastián Castella e Iván Fandiño.

Sábado 21. Tres toros de Zalduendo y tres toros de El Pilar para Finito de Córdoba, Morante de la Puebla y Jose María Manzanares.

Domingo 22. Toros de Fermín Bohórquez para Andy Cartagena, Diego Ventura y Manuel Manzanares.


Martes 24. Toros de Las Ramblas para Enrique Ponce, El Fandi y Miguel Ángel Perera.

Sábado, 9 de agosto. Toros de López Gibaja para Francisco José Palazón, Alejandro Esplá y Daniel Palencia.

Fuente.- https://www.facebook.com/suenos.taurinos?fref=nf

MADRID: TALAVANTE, EL DE LA ZURDA DE ORO / Por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore


DAVID MORA YA EN PLANTA

Tras la grave cornada sufrida el martes en la plaza de las Ventas, David Mora ha sido trasladado a planta en el hospital Virgen del Mar.
 

Su apoderado Antonio Tejero ha comentado que estan muy contentos porque todo va mejor de lo previsto, esta mañana se ha levantado de la cama y ha podido sentarse en una silla; David está muy animado, incluso le ha comentado que no se arrepiente de nada y que lo volvería hacer cien veces, y que le gustaría reaparecer en Nimes, a lo cual Tejero le ha dicho que es una locura, apenas quedan dos semanas y eso sería casi imposible.

Gran casta y mucha raza la de este torero, esperemos verlo pronto en los ruedos totalmente recuperado.

En cuanto a sus compañeros de terna de esa accidentada tarde, Antonio Nazarè y Jiménez Fortes ya han sido dados de alta, no sin antes visitar al maestro mora.
 
Fuente.- Conchi Mateo. Colaboradora de la Costa de Levante para De Carafalco y Oro.

La leyenda del torero hereje / Por Ignacio Camacho