Quien me conoce sabe la forma de vivir y sentir que
tengo sobre el toreo. Este post quiero hacerlo independientemente de lo que fue
el grandioso día que pasamos este pasado sábado la Peña Taurina de Antonio y
Juan Antonio Millán “Carnicerito de Úbeda” porque no entiendo si será por mi
forma de vivir o sentir el toreo como he dicho o porque en realidad a pesar de
mi faceta crítica, tenga ese punto de sensibilidad necesaria gracias a mis
buenos amigos toreros, que hace brotar de vez en cuando esos momentos mágicos
que solo sienten los privilegiados.
Ayer fue un día especial, recordé muchas cosas.
Recordé cuando llegué a Úbeda por primera vez y el torero Juan Antonio Millán
solo tenía tres años de edad. Recordé cuando me hice socio de esta Peña Taurina
que por designios de la vida se encontraba sin torero activo, pero agilizada en
sus actividades como presintiendo que un torero aún muy pequeño ocuparía el
nombre de la misma junto al de su tío, un torero grande entre los grandes, un
torero que salvo César Rincón, nadie le ha superado en Puertas Grandes en
Madrid efectuadas en la misma temporada incluso de novillero. Recordé tantas
cosas en ese paraíso natural que es El Llano de La Alameda que aunque contento
por fuera debido al acontecimiento programado, mi estado se encontraba triste
por dentro, como si algo especial fuera a suceder y; claro que sucedió. Entre
los “ires y venires” preparando las viandas de la fiesta, me paré a saludar a
una de las hermanas del grandioso Antonio Millán, el primer “Carnicerito de Úbeda”,
no pude pararme muchos segundos para saludar a esta señora, es tal el parecido
con el desaparecido torero que solo pude pensar la pena de no poder encontrarse
entre nosotros aquella grandiosa figura que en la actualidad podría contar con
69 años de edad. Si, por qué no voy a decirlo, jamás le vi torear por mi
situación geográfica, pero por muchas razones del pasado y del presente, es tal
el respeto hacia esta persona, hacia este torero, que incluso en este preciso
instante que estoy escribiendo se me anuda la garganta.
Que si soy creyente, por supuesto que lo soy, por
ese motivo he de darle a Dios las gracias por lo que me tenía reservado para la
tarde. Contamos con dos becerras de D. Cesar Chico, encaste “santacoloma” para
diversión de socios y amigos en la fiesta taurina.
Son ya muchos años de afición los disfrutados, son
ya muchas las becerras, vacas y algún que otro novillote el toreado, es tanto
mi amor y respeto al toro y al torero que ayer tuve la satisfacción de que un
gran maestro Juan Antonio Millán “Carnicerito de Úbeda” me premiara con la
primera becerra, una res terciadita para disfrute de todos los presentes, a que
la parara, la toreara de capote y le iniciara la faena de muleta con la
intención de “doctorarme” como buen aficionado, cediéndome los trastos ante un
centenar de buenos amigos presentes en la coqueta plaza de tientas de su Finca
del Llano de la Alameda. Para mí es un privilegio que como Presidente actual de
su Peña Taurina, un torero como Juan Antonio me considere buen aficionado y
haya tenido la gentileza de formalizar públicamente este acto.
Las sabias palabras de un maestro
Espero haber
estado a la altura de las circunstancias, ya que en la segunda de las becerras,
una res de respeto con la que nos deleitó el torero, también tuve la
oportunidad de dar unas tandas donde me sentí la persona más feliz del mundo.
Gracias torero, gracias por el día ofrecido a todos
los invitados, gracias por haberme hecho el aficionado más feliz de la tierra,
porque lo que se siente en esos instantes, solo tú y los que vestís ese
honroso traje de luces sabéis lo que se significan esos momentos.