sábado, 7 de enero de 2012

Guarda de día. Furtivo de noche





Ha estado dando vueltas mi mente sobre el motivo que dio paso a redactar el artículo titulado “El Imperio Contraataca”. A pesar de ser el séptimo año de andadura, vamos a llamarle, periodística taurina -muy lejos de considerarla profesional como es obvio ya que sería faltarles al respeto a quienes con mucho sacrificio han estudiado la carrera- jamás me podía imaginar escuchar lo que describiera en el número anterior, pero como en este castellano -rico idioma que poseemos- los comunes refranes hacen verdadera justicia en cuanto a su contenido encierran: “Vivir para ver y ver para creer”.

Traicionaría las directrices que en su día me marcara cuando decidí escribir en este blog, resultando no ser yo mismo; siendo algo que llevando consigo más de medio siglo cargado a las espaldas difícil resulta disuadirse de tal “carga”.

Dicho esto y sin temor a equivocarme dado que así me lo han hecho ver los buenos aficionados a esta maltratada Fiesta de Toros, me debo a ellos y a la defensa del TORO, sin lugar a dudas el principal protagonista de toda esta película; ya que los enemigos de la misma y de quienes defendemos tales conceptos, considero les caterva, y esta; a la larga termina por oxidarse, descascarillarse de donde está adherida hasta caerse y convertirse en nada, mientras los primeros perduran para siempre y; esto es algo que resulta de lo más atractivo y reconfortante para quienes modestamente escribimos de toros sin ser profesionales ni entendidos, además de “no poner el cazo”, aunque haya quien nos quiera quitar de circulación.

En estos años, donde del mismo modo disfruto en la red de buenos amigos y verdaderos maestros, algunos de ellos profesionales del periodismo taurino, otros responsables durante muchos años de Palcos Presidenciales en Plazas de verdadero prestigio y otros, los más, aficionados de alto nivel; sus lecciones son claras, concisas y concretas. Jamás hay que mostrarse frágil y aún menos maleducado ante los despropósitos de parte de un amplio sector de personajes taurinos, lacayos de estos y otras hierbas que…… ocupando puestos de cierta relevancia, los convierten en poltronas acomodaticias para beneficio propio.

Llegado este punto y hablando de poltronas, de una de ellas, si quiero hacer hincapié sobre mi visión personal. Siempre seré partidario del nombramiento de un Palco Presidencial, máximo puesto de relevancia en un festejo taurino y, considerando no estamos a la altura de la afición taurina francesa, por alguien que sea por encima de todo además de buen aficionado, componente de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por muchas razones que obviaré nombrar por si alguien piensa que un aficionado al uso pueda ser lo contrario, ya que considero también los hay tan honestos o más que muchos de éstos.

El nombrado, aunque bien es verdad debe estar acompañado de un buen equipo asignado por reglamento como son veterinarios y asesores, yo añadiría alguno más; el número necesario de buenos aficionados que considerara oportuno, ya que al carecer muchas ciudades de asociaciones de ellos, pienso harían un buen servicio tanto al Palco, ferias concretas, como a la Fiesta en general. En esta elección de parte del Presidente de turno haría como es lógico mis excepciones, en primer lugar y por encima de todo dejaría al margen por encima de otros sectores, al político, estos no se equivoquen, reciben el mandato del pueblo y son los obligados a escucharlos y, por otro lado el de la prensa, no se puede ser juez y parte a la vez, y eso; sabemos que está ocurriendo, siendo uno de los males internos de la Fiesta e incluso de algunas ferias en concreto.

El periodista o aficionado taurino que ejerce de “plumilla” o presentador, debe estar lo más alejado del sector taurino influyente, sobre todo del empresarial y el del Palco Presidencial, si quieren algo que sean ellos quienes “llamen a la puerta” y dependiendo de la “petición” se les debe atender y tratar. La misión primordial de quienes escriben o protagonizan programas taurinos es la de informar imparcial y objetivamente sobre los protagonistas, aspectos del festejo en sí o de la Fiesta en general, pero siempre ajustándose a lo reglamentado, aunque haya quienes incumpliendo normas pretenda justificarse anteponiendo que pueda producirse un mal mayor, pues no hay peor mal mayor, que se consienta el “desmoche” tan desvergonzado y generalizado aludiendo tipo de plaza y toreros en cartel, eso no tiene justificación alguna, si la tiene; demuéstrenlo con el reglamento en la mano, de no hacerlo, resultan ser intereses creados, exigidos o incluso personales que no importan al aficionado de verdad.
     
Pero dicho esto ¿Cómo se puede llegar a un consenso cuando en muchos casos se ejerce de “guarda de día” y “furtivo de noche”? tal incoherencia llega a dar muchos de los nefastos resultados en muchas ferias que si algún día disfrutaron de una calidad e importancia para el aficionado, hoy, resultan ser de lo más prostituidas; pero queda políticamente correcto -aunque sea parte del problema- decir que la falta de afluencia de público en las plazas de toros es debido a la situación económica por la que atravesamos siendo imposible acudir a los festejos taurinos al precio que se anuncian; cuando todos sabemos que una de las realidad de esa ausencia de público, no es otra que las concesiones inapropiadas que posteriormente así lo demuestran con unas malas gestiones empresariales debido a exigir unas ferias que están por encima de sus posibilidades, anunciando carteles imposibles de mantener, dado el alto coste de unos profesionales que pienso hacen bien en exigir sus “caches”, siempre y cuando haya quien se lo permita y todo, dicen; porque el público no acude a las plazas de menos categoría si no se anuncian grandes nombres.

Pienso que lo peor de esto no debiera ser que se anunciaran unos u otros toreros, aunque en parte lo sea y todo buen aficionado sabe los motivos; sino que en cierto tipo de plazas, en todas, salvo alguna que otra excepción muy puntual y no precisamente en esta comunidad autónoma, el TORO no hace acto de presencia en el ruedo, ese es el verdadero problema.