Si hará la friolera de cuarenta años cuando una
mañana tras haber conocido a un grandioso aficionado a los toros, novillero con
caballos, me invitó a ir a la vecina localidad de Zocueca, muy cerca de la ciudad
antes mencionada, la histórica ciudad de Bailén.
Recuerdo que llegados a un punto y ser imposible
continuar en vehículo, los invitados, entre los que se contaban mi padre, nos
echamos el “maco” al hombro y recorrimos un camino a una considerable distancia
de una finca que además no era de ganado bravo, sino que de alguna finca
cercana, una de las vacas, viejas por cierto, se había afincado en la vecina
finca y al ser avisados de la presencia de la misma, nos dispusimos a darle
capa como solía decirse. ¡Cuántas palabras que ya ni se utilizan en el léxico
taurino actual! ¡Qué diferencia en tantas cosas! Hoy muchos chavales que se
acercan a un tentadero -por supuesto que no todos- lo primero es hablarle de tú
al propio maestro, hacer oídos sordos a lo que le indica el ganadero, ir a su
aire y “gracias a Dios” llegar en un buen coche, algunos incluso en su propia
furgoneta con su nombre cuando tan siquiera son novilleros sin picadores, o sea,
becerristas. Hombre, yo me alegro del progreso, pero eso no significa perder
esos cánones que cualquiera que empieza e incluso los aficionados, deben
respetar.
Entre otras cosas, antaño te enseñaban que el toreo
era de arriba abajo y de delante a atrás, hoy toda esta teoría y técnica ha
cambiado sustancialmente, las reses no embisten de la misma manera.
Recuerdo que en esos años, se citaba a una mayor distancia
la mayoría de las veces, como aficionado he de decir que ese toreo lo considero
más fácil, me explicaré; al echar la muleta adelante, lo que se decía “echar de
comer” veías a la becerra venir a cierta distancia y venía prácticamente toreada,
yendo la mayoría de las veces hasta el final, en la actualidad hay que tenerlos
muy bien puestos para colocarte a una distancia muy corta y con la muleta en la
cadera para esperar que llegue la res y poder darle ese máximo recorrido
posible, ya que si adelantas la muleta y la traes toreada como antaño, la
mayoría de las veces al ser más corto el recorrido en la actualidad, suelen
quedarse en la cadera y, de esa forma, es imposible ligar los muletazos unos
con otros y procurar una tanda que llegue con fuerza.
En fin, es mi manera de ver las cosas ya que tuve la
oportunidad de ponerme delante de alguna res hace muchos años y tengo el
privilegio de seguir haciéndolo en la actualidad, pero vamos, que este post no
trata de hacer polémica en el fondo y las formas actuales de la tauromaquia,
sino de darle las gracias a José Luís Galera, quien fuera el encargado de
sacarme el primer carnet de novillero con la firma nada menos que de José
Fuentes, de llevarme por primera vez al campo y ponerme delante de una “pava”
con dos “petacos” engatillados -aun me acuerdo de ella- y en una plaza que
mejor no mencionar porque como he dicho al principio, al no ser una finca de
bravo, aquello era un corral de ganado lanar y estaba llena de piedras, cuesta
abajo y con la única defensa de un carro viejo pegado a la pared del recinto,
nosotros si podríamos decir eso de “en peores plazas he toreado”.
Gracias torero, gracias amigo José Luís, hoy, con el
mismo respeto que hace todo este tiempo, después de 40 años nos volvemos a
encontrar y seguimos manteniendo la afición a los toros, lo más grande y lo que
más respetamos, un abrazo torero.