viernes, 27 de mayo de 2016

UNA TARDE CON LA MENTE EN TIEMPOS PASADOS


Ya comenté sobre el post de la tarde de “Michelito” en la Finca Cerropelado que había sido una tarde llena de matices y buen toreo, pero en esta ocasión quisiera centrarme en la importancia de antiguas lecciones que los profesionales del toro daban a los chavales y que si hay que hablar con sinceridad, salvo raras excepciones, pocos son los que en la actualidad a pesar de seguir existiendo el mismo “decálogo” lo cumplen, veamos por qué comento esto.
Esta tarde que comento, se encontraba entre nosotros el novillero con picadores albaceteño José Ignacio Rodríguez, un joven torero que por qué no decirlo, sigue siendo hoy por hoy un novillero al que le tengo muchísimo aprecio y al que tengo esperanzas de que pueda decir algo en este difícil mundo taurino.
Se desarrollaba el tentadero normalmente y como suele suceder, cuando finaliza el matador de turno la faena a la becerra tentada, la gentileza del ganadero ofrece la posibilidad de medirse a los chavales que se encuentran como suele decirse de “tapia”. En esta ocasión y dada la profesionalidad de todos los presentes, tras el maestro “Michelito” salió su hermano “El Galo” y tras éste excepto en la primera becerra, la cual me la cedió amablemente José Ignacio, salió el mencionado novillero albaceteño para desarrollar su toreo, a falta de una tanda para finalizar la faena, José Ignacio me pregunta si voy a salir y viendo que podía ser posible dar unos pases y contestarle afirmativamente, el torero remata su faena, se dirige al señor ganadero a dar las gracias y me dispongo a hacer lo que buena o malamente pueda hacer, porque eso es lo de menos; a donde realmente quiero llegar es que José Ignacio me recordó tiempos pasados cuando iba de capeas y los maletillas nos poníamos de acuerdo para que de forma ordenada, todos sin excepción pudiéramos dar una, dos, tres o cuantas tandas tuviera la vaca de turno. Todos disfrutábamos de la tarde de toros en cualquier pueblo de la geografía española, ninguno le hacía las típicas “ratonerías” para que alguno no pudiera torear como es el llamado “toque de orejas” a la vaca o actitudes similares.

José Ignacio es un dechado de educación, sabe estar en torero, sabe respetar a todo el mundo y por eso de la misma forma es respetado. José Ignacio Rodríguez jamás si alguien ha habido en un tentadero para salir a torear le ha apurado la vaca y ha sabido medirla para que todos pudieran disfrutar, por eso y por muchas otras razones el torero de Albacete tiene las puertas abiertas en muchas casas ganaderas de la provincia.
Por eso este torero, la tarde en Cerropelado volvió a recordarme aquel 19 de mayo de 2010 cuando le conocí en un tentadero en casa de Flores Albarrán y de manos del extraordinario picador Manolo Montiel -al que no olvidaré su insistente petición de que dejara torear del mismo modo a un buen aficionado como es Ramón- pudo demostrar ente una seria vaca, astifina, brava y con mucho trapío, la clase que atesora en su toreo.
Por todo esto José Ignacio, hoy dedico este post para ti, por ser diferente a otros muchos, ya que tu por mucha “hambre” que tengas, siempre dejas unas cucharadas para otros y repartes como buen cristiano algo tan bonito como es el poderse poner delante de una vaca.
Algún día te llegará la recompensa José Ignacio, entonces, ese día grandioso volveré a quitarme el sombrero ante ti y será cuando del mismo modo, yo también vea conseguido un sueño. 



En casa de los Flores Albarrán hace justo seis años







En casa de D. Iñigo Garzón
un torero al gusto del señor ganadero