Según el diccionario de la real academia de la lengua, abstracto significa alguna cualidad con exclusión del sujeto, de lo cual podemos deducir que no hay nada en concreto a lo que atribuir o adjetivar algo. Por lo tanto podríamos decir que los sentimientos son abstractos. La ilusión, el esfuerzo, la responsabilidad, el miedo... en el mundo del toro son abstractos hasta un momento determinado, el mismo momento en el que una silla en la habitación de un hotel se viste con un traje de luces. A partir de ahí, lo abstracto se materializa en esa silla y en ese traje.
Son pocos los que han podido disfrutar o sufrir ese momento. Te tomas un café con los amigos, te ríes en la habitación, bromeas y te metes en la ducha, pero cuando sales de esa ducha y ves esa silla, el hombre/mujer cambia por completo. Chaquetilla, chalequillo y blusa en el respaldo, taleguilla, medias, fajín, corbatín y montera sobre el asiento. Sobre todo esta última sobre el asiento y nunca sobre la cama. Zapatillas en el suelo, el mozo de espadas esperando y sobrevolando todo esto la mismísima señora vestida de negro guadaña en mano. Es cuando la persona deja de ser persona y aparece el torero. Te paras a pensar en lo que tienes, los que te rodean,... los que te esperan. En esa silla están la ilusión y el esfuerzo, pero los que realmente toman forma son la responsabilidad y el miedo. Esta algo tan importante como el verdadero sentimiento de la fiesta. Porque en el mismo instante que lo abstracto deje de materializarse, incluida la señora de negro, la fiesta dejará de tener sentido.
El otro día, Enrique Martín hacia un alegato a los rituales de la tauromaquia, en el cual yo comenté algo de esta entrada. El sabe lo que significa esto y el me animó a escribir esta entrada. Quizás para muchos de los que solo van a los toros el día grande de la feria tal, a ponerse en barrera junto a la morenaza de turno con escote, con la copa de JB en la mano y puro en boca, no suponga nada todo lo que hoy aquí se comente ni lo que se comente en torosgradaseis. E incluso muchos de estos son los que luego espetan el típico "eso también lo hago yo" cuando a cualquier torero no le salen las cosas o simplemente ese toro en concreto es imposible. A estos son a los que yo un día invitaría a entrar en la ducha de ese hotel, sin morenaza, ni puro ni JB, para que luego saliese, viese esa silla montada y se colase la taleguilla y supiese lo que significa esto. Pero para el que ama esto, para el buen aficionado, todo esto tiene un significado tan esencial como la fiesta misma. Esos que un día Jesulín metió en un autobús y gracias a Dios se niegan a bajarse.
Pero dejando a un lado la ignorancia, todo aquel que ha tenido la suerte de vestirse de luces, o de corto que tanto monta, monta tanto, sabe (o debería saber) que ese traje lleva implícito una serie de valores. Valores que en ningún otro lado va a aprender, y que debería conservar y transmitir a generaciones venideras como lo hicieron en su día las grandes figuras del toreo. Me da mucha pena cuando se intenta manchar ese traje con una modernización absurda típica de otras pasarelas. Uno de esos valores es saber donde están tus límites, vencer a tus miedos y ser capaz de conseguir lo que quieres. Otro el de hacerte humano y adquirir un respeto inusual en los tiempos que corren, tanto por el que está por encima como por debajo de ti. Aunque algunos, cuando creen que no tienen a nadie mas por encima, no respeten para nada al que viene por abajo, sin darse cuenta que por encima siempre van a estar el toro y el aficionado, y en este ir y venir de subidas y bajadas no caen en lo transparente que puede llegar a ser un traje de luces.
Hacia tiempo que tenia guardada esta entrada en el subconsciente, pero nada ni nadie me invitaba a sacarla fuera. Para muchos, el torero, el que se calza la taleguilla, es un superhéroe. Para otros, un solo motivo para acercarse una tarde de feria a ver a aquel que sale en la prensa rosa y el papel couché. Desgraciadamente, para algunos un asesino que no tiene piedad del animal, posicionados en el desconocimiento de que ese animal es el centro de su universo, su si o su no en un determinado día a las cinco de la tarde. Pero nada de esto es cierto. Un torero solo es una persona que ha elegido una forma de vida que le ocupará toda su existencia, tanto dentro como fuera de la plaza (o así debería ser). Una persona con la capacidad suficiente para jugar con sus hijos, bromear con los amigos o darle un beso a su familia y dos horas después salir de una ducha de un hotel dispuesto a dejarse la misma vida en un ruedo. Solidario a la hora de mirar de frente a la muerte cuando alguna causa benéfica lo requiere, para tres horas después volver a dejar en esa silla del hotel todo eso y volver a abrazar a sus hijos.
Por eso hoy pido desde aquí el respeto que merecen estas personas de oro, plata, de corto o con el castoreño, con caballos y sin caballos. Que luego nos podrán gustar más o menos unos u otros, y que no dejemos que por culpa de esos "algunos" que antes mencionaba (si los hubiese), se manche esa silla y ese traje. Porque manchándolo estaremos manchando no solo a el hombre, sino a todo un pasado, un presente y un futuro de las raíces de todo un pueblo. Hoy mas que nunca, GRACIAS por perder un rato de su valioso tiempo en estas letras.
Maestro no se si he debido hacerlo, le pido disculpas por no haberle pedido permiso anticipadamente y arrancar esta JOYA de su blog. Es algo que creo digno de ser compartido para que todo aficionado ame un poquito más esta Fiesta que nos tiene secuestrados.
Una cosa si he tenido siempre clara, tanto los profesionales del toro como lo es usted, así como quien es aficionado a los toros y tiene el arrojo de ponerse delante de una res, demuestran un arte. Un arte que son capaces de transferirlo a otros terrenos de la vida, como así lo ha hecho usted maestro.
MI SUEÑO SER TORERO