Quise conocer eso que llaman gloria, honor y fama,
mi teórica afición optó un día por instalar en Sevilla ese aliento que
impulsase la querencia apasionada por una portentosa herencia dispuesta en vena
cual tóxico bebedizo.
Persiguiendo la estela de románticos
revolucionarios, toreros de empaque y verdad, me abordó el desconsuelo, nada de
lo imaginado justificaba la irremediable realidad.
Cambian los tiempos y cambian las formas, o
simplemente todo sea consecuencia de una treta sigilosamente urdida para agotar
la perseverancia del aficionado que, o se amansa, calla y paga, o huye ante la
desesperanza.
La sagrada devoción al concepto artístico,
filosófico y trascendente de la sacra liturgia del Toro, agoniza herida de
muerte, la solemnidad en el rito ha desertado y todo se muestra degradado desde
el juego de unos remiendos de toro a la complacencia de un público seducido por
las figuras del momento que, en esas tardes de feria abarrotan el coso del
Baratillo, para respetuosamente ovacionar a sus ídolos con pies de barro.
Los silencios atronadores de la Maestranza perforan
el alma, pues quien calla otorga y así, a día de hoy, hasta las campanas de la
Giralda tocan a rebato
Poco importa la actitud enrabietada de los mandones
dorados, consentidos y loados aristócratas del toreo, aunque bailen a son de
corridos mejicanos. O el curso acelerado de griego en el sentido más erótico de
la palabra, tras una audaz misiva, de la empresa "Pagés Cuñadísimos
Sociedad ilimitada en el fraude"; ni siquiera la postura pusilánime de los
ilustres maestrantes perfumados de alcanfor, embalsamados en la estafa. Ni
siquiera el eslabón roto de la cadena de sumos pontífices que el aficionado
hispalense busca desde Belmonte a Chicuelo, a Pepe Luis o a Curro, "el
age" parece dormitar...
Mientras la presentación del ganado siga siendo
paupérrima, se siga dando otra vuelta de tuerca al llamado "toro
sevillano", o el hombre del castoreño siga saludando educadamente en
vez de cumplir en tercios obligados, o no se exija, en fin, pureza
en las formas; la emoción viajará en busca de paraísos infinitos y con ella
nuestras aspiraciones por volver la música callada del toro profundo.
Ya ven Uds., un día soñé que Sevilla me despojaba el
polvo de la mirada triste, más oh, infelice, pues los sueños, sueños con.
Fuente.- Gloria Cantero. Colaboradora de la Región de Murcia para De Catafalco y Oro.