Cuando se suspende un festejo taurino, el mozo de espadas es el único miembro de la cuadrilla que tiene derecho a cobrar su sueldo, pues ha realizado gran parte de su trabajo. El “mozo espás”, es la persona de confianza del matador y desarrolla una variada y compleja labor.
En interés divulgativo,
comentaremos algunas de sus muchas obligaciones. Con la suficiente antelación hace
la reserva del hotel, organiza los viajes, prepara y limpia los vestidos de torear
y sus complementos, paga las facturas y al personal y tramita los boletines de la Seguridad Social.
Además, como relaciones públicas, consigue y reparte los pases de callejón
(para apoderado y allegados) y las entradas para los compromisos; “atendiendo”
también a cierta prensa - vergonzosa práctica la del “sobre” - por fortuna en
vías de extinción.
Por la mañana,
meticulosamente en la habitación, “pone la silla” (colocar en orden
inverso los enseres del torero) y, llegado el momento, - con la frase: “Maestro, es la hora” - procede, ceremonioso,
a vestirlo.
Ya en la plaza, dobla los
capotes de brega, monta las muletas (poner el estaquillador) y afila espadas y
descabellos. Durante la lidia y desde la barrera, estará solícito al requerimiento de su jefe y presto al quite.
Asimismo, ha de ser diestro con la aguja para coser los desperfectos del traje
de luces, evitando el antiestético esparadrapo. Finalizada la corrida, le echa
una mano a desnudarse y tiene lista la ropa de calle.
El mozo de estoques se
asiste del “ayuda”, encargado éste de lustrar las zapatillas (los
subalternos acostumbran a darle propina); cepillar percales y franelas -
preparando el “esportón” - y hacer el “servicio de picadores”. Tras el
tercio de banderillas, el ayuda, entrega a los rehileteros el capote de “la
sangre” (más viejo y deteriorado). También, antes, “hacía la baca” en los
inconfundibles coches de toreros y, ahora, carga el equipaje en sofisticados
furgones.
Prestigiosos y considerados en el oficio, fueron: “Caracol” (el del bulto, le decían) - padre de
Manolo, famoso cantaor flamenco - nada menos que de Joselito “El Gallo”;
“Joaquinillo”, de José Fuentes; Eugenio,
de Palomo Linares y Paco “Cienkilómetros” de varias figuras, por citar
solo algunos.
A
continuación, nombrar a mozos de espadas linarenses, a los que tuvimos ocasión
de conocer. Principiar con Miguel Martos “El Calavera”, después afincado en Barcelona y,
también, con el apodado “El Grillo”, que tenía un quiosco en el Paseo de
Linarejos, a la altura del cine Roselly, y muy buena mano para cocinar en los
tentaderos. Además, a Luis Martínez “El Niño Güí”, bailaor que fue del
espectáculo Los chavalillos de España
y luego se haría fotógrafo. Igualmente, reseñar a: Antonio Bolera - gitano con
labia y arte - que se “orientaba” en Madrid como anticuario; Paco Ariza y “Juanele”. Mención aparte para Gil Ochoa
Cantero que, con suma eficacia, actuó a las órdenes de Paco Bautista y Enrique
Ponce, entre otros, y su hijo Javier Ochoa Barrios , con David Sánchez “Saleri”.
Asimismo, mencionar a Sebastián Beltrán Mora y Francisco Navarro Martínez, que
lo fueron de Curro Díaz. Por último, con carné profesional desde 2006 y
ubetense aunque afincado en Linares, es Guillermo Carrasco Hurtado, que hasta
no ha mucho iba con Adrián de Torres. Con anterioridad, a este último matador
de toros, le sirvió espadas el abogado linarense Alberto Arcos, desde su
presentación de luces (vestido de corinto y oro) en la localidad jienense de
Torres.
Hicieron de
“ayuda”, los paisanos, Agustín Martín Casas, que actualmente vive en Villarreal
(Castellón) y, también, el que el banderillero Miguel Montoro “Montorito” motejó - con su habitual
gracejo - como “El Atleta”, por su brío embistiendo con el “carretón”,
cuando entrenaban toreando “de salón”.
De Jaén y
provincia, mentar a “El Poli”,
natural de Santisteban del Puerto, que servía al siempre recordado Antonio
Millán “Carnicerito de Úbeda” y, de
la capital, a: Juan “El colorao”, de
la época de Paco Moreno; Francisco Higueras “Pinturas”,
padre e hijo, y Nicanor Ortiz Nogueras “Niquita”,
que fuera torero bufo con el conocido espectáculo cómico-taurino-musical: El
Empastre. En activo, José Muñoz Cañadas
que atiende al rejoneador Álvaro Montes e, igualmente, Antonio Sutil que ejerce
además de profesor de la Escuela Cultural
de Tauromaquia de Jaén.
Al mozo de
espadas - fiel escudero del matador - es fácil reconocerlo por llevar el “fundón”
de estoques, símbolo de esta taurinísima y distinguida profesión.