El sábado fue uno de esos días que te regala la vida
y ocupa un lugar preferente en el recuerdo para siempre. Por la mañana como
habéis visto en otro post pudimos compartir con buenos amigos un día de campo
en ese paradisíaco lugar junto a la ganadería de D. Ramón Segura que es La
Garza.
Después de la comida tuvimos una tarde difícil de
narrar, un tentadero en la Finca Cerropelado, en la ganadería de D. Iñigo
Garzón donde pudimos disfrutar no solo de una tarde de campo maravillosa,
templada, de una temperatura excelente y unas reses extraordinarias, sino de
una tarde de toreo, de ese toreo de culto, de ese toreo eterno, ese toreo puro
y añejo que siempre perdura en la mente de los buenos aficionados de la mano
del Matador de Toros ubetense, Juan Antonio Millán “Carnicerito de Ubeda”.
El torero de Ubeda, uno de los más puros ejecutores
de todas las suertes del toreo, va tarde tras tarde macerando en sí mismo, sin
prisa pero sin pausa, desde el instante mismo que quiso ser torero, ese toreo
como digo, tan eterno, puro y añejo que rebosa de torería para derramarse lo
mismo en una Plaza de Toros en las pocas veces que le dan esa oportunidad -no me
explico para donde miran las empresas- que en el silencio de la placita de
tientas de cualquier ganadería.
Juan Antonio Millán “Carnicerito de Ubeda”, sueña
para luego convertir en realidad ese toreo eterno, puro y añejo porque a veces
los sueños se convierten en realidad y, el sábado ante la clase y bravura de
las becerras del ganadero D. Iñigo Garzón, en esta recién estrenada primavera,
vimos a un “Carnicerito” exultante, lleno de fuerza y vigor, donde consiguió
hacer brotar de su mano izquierda esos naturales de seda, cadencioso y lentos
como una agonía, con la figura compuesta y siempre encajado de riñones para
acompasar con la cintura esa dulce embestida de los Núñez del Cubillo criados
en Linares.
Los aficionados y el ganadero allí presentes, rugían
al rematar cada serie y callaban litúrgicamente cada vez que el torero, con un
porte característico, con esa despaciosidad y esa torería contenida que solo se
consiguen habiendo bebido durante muchos años de las fuentes más puras y
cristalinas del toreo, de esos cánones que muchos intentan apartar en el toreo
bullidor de hoy en día.
Faena campera, con sentimiento y un poderío que la
verdad sea dicha, pocos toreros consiguen en la soledad de la dehesa. Juan
Antonio Millán, sumido en él mismo, toreó olvidando su cuerpo y algo muy
importante, le vi realizar lo que tantas veces decía el grandioso Juan
Belmonte, que el toro no tenía terrenos sino que el torero los tenía todos, por
ese motivo; Juan Antonio Millán toreando en cualquier lugar de la placita de
tientas, transmitió a los presentes ese toreo con verdad, ese toreo que como he
comentado, queda eternamente en la retina de los aficionados.
El ganadero D. Iñigo Garzón como es habitual en él,
tentó una de las becerras, extraordinaria res a la que realizó una faena al más
puro toreo campero, aquí le vemos en algunos momentos de la faena.
Tarde magistral donde el Picador de Toros y Mayoral Santiago Sánchez nos hizo disfrutar de su maestría en esta importantísima Suerte del Toreo.
Los aficionados también tuvimos nuestro momento, fue
una tarde mágica donde todo el mundo se sintió a gusto, cuando hay buen toreo
parece contagiarse a todos los presentes y este es el resultado de un modesto
aficionado que aunque sin abusar de las malas dependencias para el cuerpo según
los doctores en medicina, no se cuida en torero y no entrena, algo fundamental
en esto del toreo; pero bueno, nos vamos apañando para satisfacer esta afición.
El torero "Carnicerito de Ubeda" posando con los jóvenes aficionados asistentes al tentadero.
Fotos.- J. Cisneros.