domingo, 1 de junio de 2014

CÓRDOBA.- FERIA DE NTRA. SRA. DE LA SALUD: CURRO DÍAZ UN OASIS DE ESTÉTICA / Por RAFAEL DE LA HABA


Toreo con la izquierda de Curro Díaz al toro al que le cortó una oreja, la única concedida en el festejo de ayer. - JUAN MANUEL VACAS


EL LINARENSE OBTIENE LA UNICA OREJA CON UNA FAENA PREÑADA DE GUSTO EN MEDIO DE UNA TARDE DESLUCIDA
Curro Díaz, un oasis de estética

En medio del desierto en el que se había convertido la tarde, por culpa en gran medida del deslucido encierro de González Sánchez-Dalp, lo de Curro Díaz en el quinto, al que cortó la única oreja de la corrida, fue un oasis. Estética, gusto y plasticidad vinieron a saciar la sed de los poquísimos espectadores que se dieron cita en la plaza --estaba cantado que no funcionaría el cartel en taquilla--, e incluso pareció mucho más de lo que fue porque antes y después, para desesperación en el tendido y en el ruedo, no hubo nada. La sosería del ganado, unas veces parado, siempre sin entrega, protestando o defendiéndose, lo cubrió todo.

Solo un par de toros sirvieron. Uno de ellos el quinto, un ejemplar medido de gas, sin demasiado fuelle, pero dejándose hacer con una potable embestida. Y ahí estuvo Curro Díaz, acertado a darle tiempos muertos entre series para sacar lo mejor del animal desde el primer momento y levantar una faena entonada y compuesta, fundamentalmente bonita aunque no exenta de muletazos profundos. Porque a las primeras de cambio, con la figura encajada y cierto desmayo, el torero dejó planteadas cuáles iban a ser sus armas: relajo, plasticidad, gusto y pinturería, a veces a pies juntos y otras con el compás abierto, pero siempre llevando la muleta por abajo, con trazo exquisito y también alargando la embestida. Todo ello en series cortas, sin forzar la máquina, incluso de uno en uno por la izquierda, pero salpicando su labor de principio a fin de sumo gusto, con sabrosos cambios de mano o rotundos pases de pecho, sin olvidar los ayudados finales, las trincherillas... Suavidad, empaque y naturalidad lo presidieron todo y le valieron la única oreja de la tarde.

El otro toro fue el cuarto, animal que saltó al ruedo con mucho brío y recorrido, y que embistió en la muleta --en lo poco que le dejó Ferrera-- con calidad, incluso más que el de Curro Díaz. Pero no terminó de verse por el propio planteamiento del espada. Un Ferrera que le dio tanta capa como él mismo se jaleó, pero sin ajuste ni temple suficiente. Un Ferrera que con las banderillas estuvo buscando más la espectacularidad de las formas que la esencia del fondo, o lo que es lo mismo, cuadrar en la cara. Y un Ferrera que tras torearlo por alto tanto de rodillas como de pie optó, incomprensiblemente, por cortarle el viaje, desaprovechar la calidad de la embestida y acortar las distancias, ahogándolo y dejándolo sin salida. Esa fue su apuesta, las cercanías, tanto que ni en dos series ya estaba con un circular invertido, del que además salió prendido, quitándoselo el toro de encima. Pero de vuelta, más de lo mismo. Vendió un esfuerzo, un compromiso, un supuesto riesgo echándose encima del animal a todas luces equivocado porque ni fue tanto ni era el planteamiento. El toro tenía mucho más dándole distancia, pero Ferrera prefirió lo otro para calentar a un tendido poco exigente y conseguir una vuelta al ruedo.

El resto, puro desierto. Ferrera no pasó del silencio en su primero, de media arrancada brutota. Estuvo el hombre de trámite con los palos e insistente con la muleta, pero sin llegar a meterse en terreno comprometido. Y Curro Díaz, voluntarioso en el segundo, tampoco sacó nada en claro de un animal que llegó a la muleta muy parado y que cuando embestía solo tenía medio viaje. Por último, Jiménez Fortes, ni en uno ni en otro. Estuvo muy encima de su primero, que no aportó nada y que lo zarandeó al entrar a matar, y sin resolver a favor en el sexto, parado y echando la cara arriba. Desde luego, lo de Curro Díaz fue un oasis de estética.

PLAZA: Los Califas (Córdoba). Menos de un cuarto de entrada en tarde agradable.

GANADO: Toros de González Sánchez-Dalp, bien presentados, aunque con algunas desigualdades entre sí, y de escaso juego. Corrida deslucida, sosa y parada en conjunto. Solo sirvieron el cuarto, con más brío y cierta calidad, y el quinto, noble aunque medido de gas.

ANTONIO FERRERA: Pinchazo, estocada baja y descabello (silencio); y pinchazo, estocada y dos descabellos (vuelta al ruedo tras aviso).
CURRO DÍAZ: Estocada caída (ovación); y estocada trasera (una oreja).
JIMÉNEZ FORTES: Estocada tendida y cinco descabellos (ovación tras aviso); y pinchazo, estocada y seis descabe- llos (silencio tras aviso).

INCIDENCIAS: Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Francisco Llamas, que fuera conserje y encargado de los corrales de la plaza.