domingo, 19 de enero de 2014

LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

Quise conocer eso que llaman gloria, honor y fama, mi teórica afición optó un día por instalar en Sevilla ese aliento que impulsase la querencia apasionada por una portentosa herencia dispuesta en vena cual tóxico bebedizo.

Persiguiendo la estela de románticos revolucionarios, toreros de empaque y verdad, me abordó el desconsuelo, nada de lo imaginado justificaba la irremediable realidad.



Cambian los tiempos y cambian las formas, o simplemente todo sea consecuencia de una treta sigilosamente urdida para agotar la perseverancia del aficionado que, o se amansa, calla y paga, o huye ante la desesperanza.

La sagrada devoción al concepto artístico, filosófico y trascendente de la sacra liturgia del Toro, agoniza herida de muerte, la solemnidad en el rito ha desertado y todo se muestra degradado desde el juego de unos remiendos de toro a la complacencia de un público seducido por las figuras del momento que, en esas tardes de feria abarrotan el coso del Baratillo, para respetuosamente ovacionar a sus ídolos con pies de barro.

Los silencios atronadores de la Maestranza perforan el alma, pues quien calla otorga y así, a día de hoy, hasta las campanas de la Giralda tocan a rebato

Poco importa la actitud enrabietada de los mandones dorados, consentidos y loados aristócratas del toreo, aunque bailen a son de corridos mejicanos. O el curso acelerado de griego en el sentido más erótico de la palabra, tras una audaz misiva, de la empresa "Pagés Cuñadísimos Sociedad ilimitada en el fraude"; ni siquiera la postura pusilánime de los ilustres maestrantes perfumados de alcanfor, embalsamados en la estafa. Ni siquiera el eslabón roto de la cadena de sumos pontífices que el aficionado hispalense busca desde Belmonte a Chicuelo, a Pepe Luis o a Curro, "el age" parece dormitar...

Mientras la presentación del ganado siga siendo paupérrima, se siga dando otra vuelta de tuerca al llamado "toro sevillano", o el hombre del castoreño siga saludando educadamente  en vez de cumplir en tercios obligados,  o no se exija, en fin,  pureza en las formas;  la emoción viajará en busca de paraísos infinitos y con ella nuestras aspiraciones por volver la música callada del toro profundo.

Ya ven Uds., un día soñé que Sevilla me despojaba el polvo de la mirada triste, más oh, infelice, pues los sueños, sueños con.
Fuente.- Gloria Cantero. Colaboradora de la Región de Murcia para De Catafalco y Oro.

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