Una
temporada rica en acontecimientos, muchos de ellos plausibles y dignos
de comentar, ha sido ésta de 2014; pudiésemos estar viendo una pavesa
iluminada en el horizonte. Dado lo muy largo del invierno Taurino, no
nos ha de faltar tiempo para dedicarle su atención correspondiente.
Sufro una situación personal -no tengo el estómago para líricas- que ya, me resulta endémica. Fíjense, cuando he tratado de hablar, bien para referencia o directamente, sobre toreros en “figura” durante el trayecto de mi formación taurina -mi vida-, choco contra una inexpugnable muralla, LA MENTIRA. De raíz quedan cortados todos los juicios y nombres; como destruidos y carentes de valor.
Hagamos un poco de memoria a modo de introducción. Manolete, con una etapa encadenado en sus inicios a la mal llamada Edad de Plata del Toreo -tan de Oro como la que más-, en la que el campo y su entorno, y en él, el Toro Bravo en todo su esplendor, del que poco pudo disfrutar, se entra en una etapa agónica a raíz de la llegada de la deshonrosa contienda, con la que desaparecen de la piel hispana además de los escrúpulos humanos y valores de los que dudo nos hayamos recuperado, gran parte de la Ganadería de Bravo; por todo ello, el Monstruo y sus coetáneos hubieron de despachar de esos residuos. Manolete maduró su carrera en base a lo que quedaba en el campo -se le utiliza como alma arrojadiza-; había disminuido el número de vacas de vientre de forma sensible, se carecía de alimentación suficiente incluso para la humana; el Toro parece estar condenado, más no; conserva la raza, conserva la casta, conserva su razón de ser; la propia anarquía le hace recuperar raza y casta, conservando pues la Bravura.
Es a partir del día de la dura prueba de Linares cuando parece que todo vale. Si a Manolete lo mata un Toro afeitado, por qué no afeitar por sistema; si a Manolete lo ha matado un utrero adelantado, qué razón hay para que en las corridas no pasen como toros (minúsculas) lo que no son nada más que novillos. El Litri y Aparicio a partir de su alternativa comienzan a sentirse más cómodos en el nuevo escalafón; los novilleros están matando en los pueblos todo lo cinqueño, con el "conque" de defectuosos de tienta y cerrado. Ha comenzado la decadencia con Camará a la cabeza. La ganadería se viene recuperando, pero ello tan solo sirve para qué la inmundicia en forma de “billete verde” entre en ella.
Es a partir de ahí, y en un plazo no superior a la década, Luis Miguel y Ordóñez al mando, cuando de todos los avances técnicos en Veterinaria, tan solo le son útiles -aparejada la pérdida de la dignidad- al Toreo aquéllos que vienen a transformar nuestro Toro en un ser “adiposo”, “gordinflón”, flemático, “blando”, “embustero”, “acorchado”, "discorde" e indigno de llamarle Toro. Además tóxico -no útil para el consumo humano-; aunque la pérdida de dignidad quién la ostenta es el ganadero que va consiguiendo ponerse de moda -la dicta El Cordobés-; se buscan -como el que busca huevos- específicos, fármacos y productos químicos para en principio dar imagen -dentro de tipo se dice- de presentación de su producto (mi Toro ha pasado a ser un producto); y enseguida entrar en la etapa de servilismo a las “figuras” del momento. Situación, y estamos a más de medio siglo de distancia en el tiempo, en la cual continuamos inmersos; tan de pleno que la puesta en marcha de la ley, así como su Normativa de Aplicación, esta siendo bloqueada por el propio legislador responsable.
He dicho de todos los avances técnicos, cierto que sí; y en tal sentido me reitero. Hemos tenido que entrar en la Comunidad Económica Europea, para que los más de esos avances sean aplicados para mejorar la Sanidad de las Ganaderías, lo que se está haciendo muy a regañadientes y por imposición. Desgraciadamente, y desde algunas plumas ilustres con el continuo reeditar de sus obras, se considera negativa la actitud intransigente de las Ordenanzas Europeas en materia de Sanidad Animal, entendiendo que debiera haber una muy especial para con el Toro Bravo; se está en un error. Por otra parte, con la aplicación de la Legislación Española en ese sentido, ya de por sí más dura que la europea, hubiese sido suficiente. Nunca, nunca se aplicó; y menos aún para con los ganaderos de cierto renombre, tanto en manso como en bravo. La pérdida y extinción de muchas razas autóctonas es la prueba más concluyente de mis razonamientos.
Ejemplo lacerante. La Lengua Azul venía llamando a la puerta, para acabar por instalarse; en tanto los camiones ganaderos especializados en bravo dando vueltas y revueltas, idas y venidas, cargas y descargas; reconocimientos baldíos, efímeros e insuficientes infectando instalaciones, corrales, caminos, Plazas de Toros y las propias ganaderías. ¡Al final ahí la tenemos! Lengua Azul y lo que reste por llegar. Faltan lazaretos, no se respetan los plazos. Los propios cabestros de parada no son sometidos a las cuarentenas necesarias. Los Toros Indultados entran en las ganaderías, cuando no a los propios “cortaos” de las nodrizas, sin respetar plazos. La actitud permisiva ha dado lugar a estos brotes de Lengua Azul, qué no sabremos hasta dónde y cuando han de hacer daño al desarrollo de próximas temporadas. La “mierda” debe ser eliminada, y para ello contamos con resortes suficientes de Orden Legal. Su aplicación y costes, deben ser -gran laguna- determinados legalmente sin dudar y de inmediato. El contenido de los arsenales de fármacos en la ganaderías más atentos al fraude que a la propia sanidad. Por eso digo...VAMPIROS YA!!!
Informa Pepe Olid.- Colaborador de Granada Costa para De Catafalco y Oro.
Sufro una situación personal -no tengo el estómago para líricas- que ya, me resulta endémica. Fíjense, cuando he tratado de hablar, bien para referencia o directamente, sobre toreros en “figura” durante el trayecto de mi formación taurina -mi vida-, choco contra una inexpugnable muralla, LA MENTIRA. De raíz quedan cortados todos los juicios y nombres; como destruidos y carentes de valor.
Hagamos un poco de memoria a modo de introducción. Manolete, con una etapa encadenado en sus inicios a la mal llamada Edad de Plata del Toreo -tan de Oro como la que más-, en la que el campo y su entorno, y en él, el Toro Bravo en todo su esplendor, del que poco pudo disfrutar, se entra en una etapa agónica a raíz de la llegada de la deshonrosa contienda, con la que desaparecen de la piel hispana además de los escrúpulos humanos y valores de los que dudo nos hayamos recuperado, gran parte de la Ganadería de Bravo; por todo ello, el Monstruo y sus coetáneos hubieron de despachar de esos residuos. Manolete maduró su carrera en base a lo que quedaba en el campo -se le utiliza como alma arrojadiza-; había disminuido el número de vacas de vientre de forma sensible, se carecía de alimentación suficiente incluso para la humana; el Toro parece estar condenado, más no; conserva la raza, conserva la casta, conserva su razón de ser; la propia anarquía le hace recuperar raza y casta, conservando pues la Bravura.
Es a partir del día de la dura prueba de Linares cuando parece que todo vale. Si a Manolete lo mata un Toro afeitado, por qué no afeitar por sistema; si a Manolete lo ha matado un utrero adelantado, qué razón hay para que en las corridas no pasen como toros (minúsculas) lo que no son nada más que novillos. El Litri y Aparicio a partir de su alternativa comienzan a sentirse más cómodos en el nuevo escalafón; los novilleros están matando en los pueblos todo lo cinqueño, con el "conque" de defectuosos de tienta y cerrado. Ha comenzado la decadencia con Camará a la cabeza. La ganadería se viene recuperando, pero ello tan solo sirve para qué la inmundicia en forma de “billete verde” entre en ella.
Es a partir de ahí, y en un plazo no superior a la década, Luis Miguel y Ordóñez al mando, cuando de todos los avances técnicos en Veterinaria, tan solo le son útiles -aparejada la pérdida de la dignidad- al Toreo aquéllos que vienen a transformar nuestro Toro en un ser “adiposo”, “gordinflón”, flemático, “blando”, “embustero”, “acorchado”, "discorde" e indigno de llamarle Toro. Además tóxico -no útil para el consumo humano-; aunque la pérdida de dignidad quién la ostenta es el ganadero que va consiguiendo ponerse de moda -la dicta El Cordobés-; se buscan -como el que busca huevos- específicos, fármacos y productos químicos para en principio dar imagen -dentro de tipo se dice- de presentación de su producto (mi Toro ha pasado a ser un producto); y enseguida entrar en la etapa de servilismo a las “figuras” del momento. Situación, y estamos a más de medio siglo de distancia en el tiempo, en la cual continuamos inmersos; tan de pleno que la puesta en marcha de la ley, así como su Normativa de Aplicación, esta siendo bloqueada por el propio legislador responsable.
He dicho de todos los avances técnicos, cierto que sí; y en tal sentido me reitero. Hemos tenido que entrar en la Comunidad Económica Europea, para que los más de esos avances sean aplicados para mejorar la Sanidad de las Ganaderías, lo que se está haciendo muy a regañadientes y por imposición. Desgraciadamente, y desde algunas plumas ilustres con el continuo reeditar de sus obras, se considera negativa la actitud intransigente de las Ordenanzas Europeas en materia de Sanidad Animal, entendiendo que debiera haber una muy especial para con el Toro Bravo; se está en un error. Por otra parte, con la aplicación de la Legislación Española en ese sentido, ya de por sí más dura que la europea, hubiese sido suficiente. Nunca, nunca se aplicó; y menos aún para con los ganaderos de cierto renombre, tanto en manso como en bravo. La pérdida y extinción de muchas razas autóctonas es la prueba más concluyente de mis razonamientos.
Ejemplo lacerante. La Lengua Azul venía llamando a la puerta, para acabar por instalarse; en tanto los camiones ganaderos especializados en bravo dando vueltas y revueltas, idas y venidas, cargas y descargas; reconocimientos baldíos, efímeros e insuficientes infectando instalaciones, corrales, caminos, Plazas de Toros y las propias ganaderías. ¡Al final ahí la tenemos! Lengua Azul y lo que reste por llegar. Faltan lazaretos, no se respetan los plazos. Los propios cabestros de parada no son sometidos a las cuarentenas necesarias. Los Toros Indultados entran en las ganaderías, cuando no a los propios “cortaos” de las nodrizas, sin respetar plazos. La actitud permisiva ha dado lugar a estos brotes de Lengua Azul, qué no sabremos hasta dónde y cuando han de hacer daño al desarrollo de próximas temporadas. La “mierda” debe ser eliminada, y para ello contamos con resortes suficientes de Orden Legal. Su aplicación y costes, deben ser -gran laguna- determinados legalmente sin dudar y de inmediato. El contenido de los arsenales de fármacos en la ganaderías más atentos al fraude que a la propia sanidad. Por eso digo...VAMPIROS YA!!!
Informa Pepe Olid.- Colaborador de Granada Costa para De Catafalco y Oro.
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