Pedro Mateo fue una de las primeras personas que
conocí a mi llegada a Baeza. Por casualidad entré un día en su taller de
electricidad cuando paseaba por la ciudad a preguntar por un tema eléctrico y
me quede sorprendido cuando vi las fotos junto a toreros que tenía colgadas de
la pared del referido taller.
Recuerdo que la final de la visita me fui sin saber
lo que en realidad llevaba en mente, fue tal el entusiasmo con que empezamos a
hablar de toros que como suele decirse, se fue el santo al cielo y marché sin
saber el tema de electricidad que me llevó a entrar al taller.
Pedro era el hombre encargado de abrir la Puerta de
Toriles en la Plaza de Toros de Baeza junto a su hijo, del cual hablaremos otro
día, ya que era otro aficionado de pro y hace ya un tiempo que del mismo modo
nos dejó debido a un fatídico accidente laboral. Como iba diciendo, Pedro, a la
vez era la persona que todas las mañanas del apartado y enchiqueramiento de las
corridas que se iban a lidiar por la tarde, se encargaba en la meseta interior
de toriles que no faltara la alargadera de corriente para meterla por la
trampilla superior del chiquero y que el toro al ver esa claridad, sin ninguna
dificultad y con mucha maestría, entrara al mismo sin dar derrotes a puertas o
sombras que se pueden producir en la pequeña manga de chiqueros. Así uno detrás
de otro, quedaban enchiquerados los ocho toros que normalmente se encierran
para la corrida de toros.
Particularmente he tenido muchas conversaciones con
Pedro Mateo, siempre de toros claro; era un hombre afable al que gustaba
recordar esta o aquella corrida de toros celebrada sobre todo en su coso de
Baeza. Por edad como es lógico había oído hablar de muchos toreros pero nunca
les vi torear o si quizá viera a alguno ya fue en las postrimerías de su
carrera y con Pedro pasaba buenos ratos cuando apasionadamente me comentaba lo
que fue la Plaza de Toros de Baeza, Plaza por donde pasaron todas las grandes
figuras del toreo, Manolete, Domingo Ortega, Marcial Lalanda y sobre todo los
hermanos Girón, los “Girones” como decía el amigo Pedro, fueron algunos de los
muchísimos toreros que época tras época fueron pasando por esta Plaza de Toros
a la cual tanto amaba Pedro Mateo.
Todo es por afición me comentaba un día Pedro ¿Tú te
crees que si no hubiera afición, todos estos días de Feria íbamos a estar aquí
trabajando?, la verdad que no Pedro, le contestaba yo, comentándole algunas de
las peripecias que tenía que hacer para poder asistir a los festejos programados
para feria, incluso entrar a trabajar de noche y sin dormir por tal de asistir
a la corrida de toros.
Pedro gustaba de narrar algunas anécdotas ocurridas
en la Plaza, pero como he dicho anteriormente y dada su gran afición lo que más
le gustaba era hablar de los toreros, de las buenas faenas de los grandes
toreros que hicieron el paseíllo sobre el albero del coso de San Nicasio.
La verdad que con Pedro Mateo se acaba el eslabón de
una valiosa cadena de aficionados baezanos que al menos los aficionados no
deben olvidar y, llegado este momento me viene a la mente el bueno de Nicolás,
el Conserje de la Plaza, del cual también hablaremos otro día. La gente se
marcha, ya lo sabemos, todos nos tenemos que ir, pero duele recordar a estos
grandes aficionados a los toros que tanto han enseñado y a la vez han inculcado
a otras generaciones, pues en la actualidad vemos a hijos y nietos de estas
personas, desempeñar cargos en los distintos festejos taurinos de la ciudad;
ellos son ahora el eje, ellos son los obligados a trasmitir esas enseñanzas que
al igual que hizo Pedro, tienen ellos que hacer con las generaciones venideras.
Pedro, amigo, yo soy creyente y se con toda
seguridad que algún día volveremos a vernos y, conociendo como conoces de mi
afición, me abrirás esa Puerta de Toriles Celestial para que junto a todos los
amigos que ya os encontráis en esos Toreros Cielos, pueda brindarte aunque solo
sea un bonito natural de aficionado, de esos que en alguna capea en tu Plaza me
has visto dar. ¡Va por ti Pedro!
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