sábado, 27 de septiembre de 2014

YA ESTAMOS EN OTOÑO. OTRA FORMA DE VIVIR EL TORO

En esta época otoñal el ambiente campero al igual que su entorno, cambia de color. Un ambiente cubierto de colores cálidos y tonos ocres, nos confieren un paisaje que aun careciendo de la luminosidad primaveral no deja de ser una delicia para los sentidos. Llegado este tiempo, los días se acortan siendo la luz más tenue, es cuando los árboles se desprenden de sus hojas cambiando su atuendo habitual disponiéndose para el duro invierno.

Paradójicamente el ganado bravo barrunta también la estación venidera e igualmente se prepara vistiendo un “abrigo” que aunque deslucido por su tosquedad y conocido en el argot taurino como “pelaje de invierno”, se desprenderá de él a la llegada de la primavera para volver a lucir esa piel fina, tersa y brillante que caracteriza a las reses de lidia. Mientras llega esa época y el tiempo vuelva a dar savia nueva y esplendor tanto al campo bravo con su olor a jara, tomillo o mejorana así como a las reses que en él pastan, aprovechamos estas agradables temperaturas otoñales para seguir disfrutando del toro bravo de una manera diferente.

Otoño, bonita y acogedora estación llena de tradiciones, por eso me encanta noviembre. Llegado este mes con el día de la festividad de Todos los Santos, en una gran casa taurina solemos reunirnos un nutrido número de amigos y aficionados teniendo la primera cita importante tras el cierre oficial pocos días atrás en Jaén de la temporada taurina española.

También podemos prescindir de nuestras tradiciones y “americanizarnos” aún más celebrando “Halloween” estando en casita viendo en televisión a la familia Simpson tomando unas “pop corn” como aperitivo, seguir con una gran serie yanqui cenando una calórica ensalada de maíz, pizza y si acaso algún hot-dogs pero sin kétchup, lo digo por aquello de la sangre, regado todo ello con un buen caldo de “cola light”.

La mañana no puede empezar mejor, un desayuno españolísimo y muy andaluz a base de migas aderezadas de ajos y pimientos fritos, chorizo y panceta; acompañadas de unas sardinas a la parrilla sobre leña de olivo, buen jamón, queso, pipirrana jienense, aperitivos varios y las primeras aceitunas aliñadas del terreno, regado todo ello con unos excelentes Vinos Finos y de Rioja contribuyen a tomar fuerzas para el plato fuerte del día. Cante flamenco en directo acompañado de “rebujito”, dan paso a una estupenda paella que tras dar buena cuenta de ella, es rematada con un aromático café de puchero con miel y unas gotas de orujo, así como unos dulces típicos.




Después llega el plato fuerte de la jornada en el intermedio del ágape para abrir boca de lo que sería el remate final. Unas lustrosas becerras esperan a que los más atrevidos puedan demostrar el “Arte de Cúchares” ante ellas.


Tras la fiesta campera, cuestión de los nervios probablemente, como por arte de magia se vuelve a abrir el estómago y avivamos nuevamente el fuego para continuar dando cuenta de las viandas derivadas del cerdo acompañando todo ello con música y baile. Y para rematar la jornada con una buena estocada en todo lo alto, sentados junto a una lumbre hasta bien avanzada la madrugada no falta la tertulia taurina en la que para dar la categoría que se merece el día, siempre nos acompaña un Matador de Toros. De esta manera tan “salvaje” trascurre anualmente la festividad del día de Todos los Santos para un buen grupo de amigos.










Lo narrado no es ni más ni menos que el acontecimiento celebrado un día del año por unas personas que formamos parte de esta “nueva España de las 17 tribus o 16 dependiendo de Cataluña” a los que algunos nos tildan de “anti-progresistas” o “asesinos y maltratadores”. Que acompañados de niños sacrificamos en este día, peces y cerdos y; no contentos con eso, “lastimamos” a unas pobres vacas bravas para divertimento colectivo, jactándonos además de que por encima de todo aún gustamos de nuestras tradiciones y su “anti producente” gastronomía, creemos en Dios y como si de otra religión se tratara adoramos al TORO, ¿pasa algo? ¡Viva el carácter español!, el auténtico, el genuino y, no el que muchos quieren implantar.


Seguramente moriré de un infarto y cargado de colesterol, pero moriré con mis tradiciones y mi fe, si ocurriera por estas fechas lo haría harto de “gachas, buñuelos, huesos de santo” y buen aguardiente y por encima de todo mi afición a los toros. No quiero ni espero ningún otro Mrs. Marshall.

Estas “bacanales” estarán conmigo si digo, que no son dignas de un pueblo civilizado, esas tradiciones y costumbres hay que “abortarlas” cuanto antes mejor, todo sea por el “progresismo”. Pero al igual que pasa cuando quieres dejar de fumar, cuesta y; como la carne es débil, no puedo resistirme a la tentación.


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