El
aficionado taurino que ejerce de “plumilla” o presentador de programas
taurinos, jamás debe mostrarse frágil y, está obligado a informar imparcial y
objetivamente sobre los protagonistas, aspectos del festejo en sí o de la
Fiesta en general, pero siempre ajustándose a lo reglamentado; sobre todo ante
los despropósitos de parte de un amplio sector de personajes taurinos, lacayos
de estos y otras hierbas que…… ocupando puestos de cierta relevancia, los
convierten en poltronas acomodaticias, la mayor de las veces para beneficio
propio y de personas de su entorno más cercano, claro ejemplo es la ocupación de burladeros en el callejón de algunas plazas por señoras de delegados y presidentes.
Hay
personajes que aun a sabiendas que se incumple, pretenden justificarse
anteponiendo que de hablar las cosas como realmente son, pueda producirse un
mal mayor. Muchos ejemplos se pueden poner sobre lo comentado pero me ceñiré
solamente a una frase la cual me dejó mella hace un tiempo "Yo les
digo que a mí el tema del afeitado me importa en tanto y en cuanto dañe la
imagen de la Fiesta. O sea, que si sale un toro sangrando por los pitones yo
les digo a los taurinos que no tienen vergüenza, pero si el toro está
razonablemente astifino, me la suda que lo hayan afeitado".
Ustedes mismos.
Estoy
plenamente convencido que aunque se deba ejercer el refrán “Lo cortés, no quita
lo valiente”, se debe “medir la distancia” de algunos sectores taurinos, sobre
todo de los Palcos Presidenciales si estos han caído en manos de inútiles con
malas intenciones, apoyados y coreados por un público que cree las necedades en
que quieren convertir el nuevo dogma de la Fiesta. Claro ejemplo de todo esto
se ha estado viendo este año permanentemente en Plazas de la provincia donde en
unas; se invita a abandonar el callejón a profesionales del toreo; en otras un
jovencísimo Presidente como Dios manda era duramente abucheado por un sector de
público mientras otro sector -mucho menor, claro- aplaudía sus sabias decisiones
presidenciales en cuanto a lo que acontecía en el ruedo. Justo a otro
día en lamisma plaza se vio todo lo contrario, festejo verbenero, orejas a tutiplén y un
Presidente que más bien parecía estar dirigiendo una fiesta campera.
Pero dicho
esto ¿Cómo se puede llegar a un consenso? cuando en muchos casos se ejerce de
“guarda de día” y “furtivo de noche”. Tal incoherencia llega a ocasionar muchos
de los nefastos resultados en muchas ferias que si algún día disfrutaron de una
calidad e importancia para el aficionado, hoy, resultan ser de lo más
prostituidas.
Aquí cada
uno a lo suyo. Un conocido amigo periodista de prestigio, enterado de algunas
actuaciones anti-constitucionales hacia este Blog, o más bien hacia su autor,
ya apuntadas en otros post, me envió en su día el siguiente escrito de cierta
Comunidad Autónoma, dice así:
El vigente
Reglamento de Espectáculos Taurinos, aprobado por Real Decreto tal, de fecha
tal de tal, norma de aplicación supletoria en esta Comunidad Autónoma, contiene
en su articulado numerosos preceptos que persiguen, fundamentalmente,
garantizar las debidas condiciones de protección personal tanto para los
participantes en el festejo taurino como para los propios espectadores. Tal es
el caso de la previsión contenida en el artículo tal del citado Reglamento de
Espectáculos Taurinos de que sólo el personal auxiliar de la plaza de toros y
las personas debidamente autorizadas puedan encontrarse en el callejón durante
el desarrollo del espectáculo taurino. Sin embargo, persisten usos y costumbres
fuertemente arraigados que impiden un claro cumplimiento de los objetivos que
dicho artículo persigue, al encontrarse muchas veces los callejones de nuestras
plazas de toros llenos de personas que nada tienen que ver con el desarrollo
del espectáculo taurino, puesto que no intervienen en la lidia, ni forman
parte del personal de plaza, ni desarrollan tarea auxiliar alguna en el
festejo, ni están encargadas de informar de lo que allí sucede. Casi siempre
estas personas acceden de forma gratuita al coso y ocupan lugares
considerados socialmente como de privilegio, sin que pueda demostrarse que,
con su presencia en los burladeros del callejón, garanticen algún aspecto
necesario para el buen fin de los festejos taurinos. La Administración
Regional considera que estas costumbres son desaconsejables, tanto por su
incidencia negativa en las condiciones de seguridad de los participantes en la
lidia, como por el rechazo popular a situaciones de privilegio que no están
objetivamente fundadas.
¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros
blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro
están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.
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