"El
Toro bravo debe premiar al que ha buscado la pureza y sabe el oficio, y debe
discriminar al que no lo ha hecho. Quiero decir que pone a cada uno en sus
sitio". Victorino Martín. Ganadero.
Las palabras suelen queda vacías de contenido, por muy cargadas de buenas intenciones que estas entrañen si el peso de los hechos nos aproxima a una desilusionante realidad.
Las palabras suelen queda vacías de contenido, por muy cargadas de buenas intenciones que estas entrañen si el peso de los hechos nos aproxima a una desilusionante realidad.
En la tarde de ayer, 6 victorinos en Santander, mostraron una clara degeneración en una ganadería cuyo respeto por parte del aficionado, se ha ganado a ley, no es este el único fracaso de la temporada, y esto, parece, no es un hecho meramente circunstancial. Toros que ni en morfología parecían vástagos de la casa de la A coronada, sosos, sin trasmisión, alguno encastado, que no bravo y, lo más preocupante, sospechosos de cara...
Ni el aficionado, ni por supuesto, la terna de
espadas, merecía este despropósito, que para estos menesteres ya acampan a sus
anchas otros "señoritos" del toreo.
Busqué la emoción, la lidia con el capote de salida, que no
el lucimiento, el aprendizaje rápido en los toros, para lo bueno y para lo
malo, la movilidad, el volverse con rapidez, la trasmisión...
Y no hallé más que a un Torero de plata que tras un feo percance, colocó dos pares de banderillas con pundonor y a ley, "Venturita", su nombre, los hay que, tras verse tan bien acompañados, sacan ese instinto de torería y demuestran que, a veces, estar ahí sigue mereciendo la pena.
Fuente.- Gloria Cantero Martínez. Colaboradora de la Comunidad de Murcia para De Catafalco y Oro.
Foto de Juan Pelegrin.
Foto de Juan Pelegrin.
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