Con casi tres cuartos de entrada se han lidiado
toros de Núñez del Cuvillo, de juego desigual.
Juan José Padilla, oreja y vuelta
Morante de la Puebla, pitos y
ovación
El Juli, oreja y oreja.
“Necesito al Juli para mi causa”
Entereza y la huella de Portugal en el ojo derecho
Con más ilusión que acierto, echábamos en nuestra
crónica de ayer, las campanas al vuelo ante la aparente tarjeta de presentación
del Triunviro Coutiño-Chopera-Matilla en la Primera del Corpus granadino.
Bastaron veinticuatro horas para que a ellos se les uniera el Domínguez-Barrera
(versus Morante)-Cuvillo para que ese gozo se desvaneciera, cayendo en total
desilusión.
Adecentar le llamaba Gallito a los Toros cuando
pasaban por el tocador de Los Merinales; hoy, no sé cómo le llamaran los Núñez
del Cuvillo y adláteres responsables de la Corridita, anovilladita, sin cuajo
ni trapío lidiada en la Frascuelo. Hay quién le llama “manipulación
fraudulenta” según el vigente Reglamento; personalmente, y de toda la vida he
utilizado la expresión “afeitado”; lo qué, no me he permitido aseverar todavía,
siempre a resultas de la revisión técnica post-morten y la verificación de las
astas si es que se enviaron a los laboratorios oficiales.
Mal no habría de pensar, por aquello que en un principio supuse olvido, ante la ausencia de las Actas de Reconocimiento de las reses presentadas para su aprobación por el/los ganaderos en cartel. Pero ante la ausencia de las mismas por segunda día consecutivo en los lugares de costumbre, Taquillas oficiales, ya me intranquilizó sobremanera. Si veo intencionalidad; y ello, no me ha gustado señores Presidentes, Delegados y Auxiliares Técnicos Veterinarios responsables de la aplicación correcta de la Legalidad Vigente.
Mal no habría de pensar, por aquello que en un principio supuse olvido, ante la ausencia de las Actas de Reconocimiento de las reses presentadas para su aprobación por el/los ganaderos en cartel. Pero ante la ausencia de las mismas por segunda día consecutivo en los lugares de costumbre, Taquillas oficiales, ya me intranquilizó sobremanera. Si veo intencionalidad; y ello, no me ha gustado señores Presidentes, Delegados y Auxiliares Técnicos Veterinarios responsables de la aplicación correcta de la Legalidad Vigente.
Vamos pues, a lo que de sí dio la Corridita de ayer;
veamos:
XIII Congreso y Carlos Núñez con su disociación de Criterios
Los Núñez del Cuvillo (Don Álvaro y Don Carlos)
enviaron lo que le compraron. Justo sería reconocer que la responsabilidades de
veedores y Empresa terminaran ahí. Pues no señores, la Fiesta tiene una
componente de contenido ético que hay que fortalecer. Don Carlos predica lo que
cumple; en el XIII Congreso Taurino de Madrid, celebrado el pasado fin de
semana. Con el honor de cerrarlo, como último ponente, bien que manifestaba lo
que no ha venido a corroborar con la presentación de sus reses en su inmediato
compromiso, éste de la 2ª del Corpus en Granada. Tengo anotado, pitos en el
arrastre al primero, pitos y palmas (agravio a Morante) al segundo; bravito
(palabro) el tercero; manso el cuarto; novillote, gacho y pobre el quinto; y un
Toro acorde con la categoría de Granada, encastado (puede que bravo) cerrando
plaza. Este encierro no ha sido nada comparable con el que enviaron para la
última actuación en Granada de José Tomás “el Ausente”, en el que se llegó
incluso al Indulto del que cerró plaza.
Padilla en el de la Oreja. Perfecto de ejecución
Juan José Padilla, revestido de figura como jamás lo
estuvo, tragando con lo duro y encastado del campo bravo. Lo qué son las cosas;
un torero que se pone de verdad, pero qué, con la aplicación y el uso del
populismo, deja las faenas vacías de contenido. Demasiadas prisas, idas y
venidas ante los dos toritos que le cupieron en suerte. En el primero voluntad,
mal tercio de banderillas y entera en el rincón para una oreja sin quórum; y en
el segundo, el manso, serie de largas cambiadas, bien en banderillas, faena de
muleta sin encontrarse y entera trasera y baja, con descabello al segundo
intento. Anoté palmas, petición, saludos y vuelta, todo progresivo y a más,
tras la merienda y bebienda (otro palabro).
Morante con el de los niños crudos. Se comía la muleta. Cosas...
A Morante. Le destacaré LA BRONCA durante y tras la
lidia del primero del qué alguien comentó “habérseme comido unos cuantos niños
crudos” antes de enchiquerar, calle Oloríz abajo, lo finiquitó de cuatro
pinchazos por este orden uno hondo, otro de mala manera, agarrado el tercero; y
fuera de suerte el cuarto, así como la media que dejó arriba, para su
correspondiente aviso. Con el segundo, inversa la situación, pues con siete y
media -no era un juego- pone al abecerrado Cuvillo en el platillo; la plaza es
un clamor, se pita una buena vara de Aurelio -medidísima- y con la franela, el
del puro –que no es el Pana- pone la plaza boca abajo entre ayudados y
naturales; y más toreo al natural con la diestra mano, pases de pecho de pitón
a rabo, molinetes y de la firma, trincherillas y giraldillas; todo el
reportorio coordinado y ligadas las series; pero… como el hombre, tiene
compromisos de mucha “alfalfa de banco” pues qué, con la espada pincha tres
veces en feo antes de media arriba, quedando en saludos el premio a su labor.
Intensidad, asomándose. Lo quiero para mi causa
El Juli, viene de varios triunfos importantes y
seguidos, con un cornalón en Sevilla; falto de peso y con el apostrofe de una
situación desagradable en Portugal dónde padeció el ataque de unos malhechores
que dejaron alguna huella en su rostro. Su voluntad es de hierro, lo mismo que
sus convicciones; su responsabilidad ante la Fiesta es evidente; pero… en
Granada, tal vez por su condición de plaza torerísta, nos ofreció dos faenas
completas -esa es la calificación real- combinadas de verdad y demasiado
oropel, que en Madrid -por ejemplo- no se las hubiesen tolerado. Cada plaza es
cada plaza; en Granada nos hemos quedado con lo profundo de sus ejecuciones
dejándose ver, ligando sobre el compás, entregado, lidiando, dando la
distancia, provocando, cruzándose y ofreciéndose antes de que las faenas
viniesen a menos.
El Juli con la escondidita
Alguna “patita escondida” qué si bien en su primero
era preceptivo ponerla para no castigarlo, a su segundo, más fuerte y bravo,
era exigible mantenerle la carga y obligarlo, en lugar de optar por el cambio
para no cruzarse o la aplicación de los circulares bellísimos y lentos ante un
oponente totalmente dominado. Nos sigue gustando el Juli; y yo personalmente,
lo necesito para “mi causa”. Oreja en el primero con Julipié de gallinero; y
oreja en el segundo con dos pinchazos por delante de una entera caída, para
otra oreja. Sale a hombros.
Fuente.- José Olid. Colaborador de Granada Costa para De Catafalco y Oro.
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