martes, 22 de julio de 2014

DAR DE COMER AL HAMBRIENTO, DE BEBER AL SEDIENTO...

Sobre la corrida de Miura y Mont de Marsan.
 Gloria Cantero Martinez

No es justa misericordia aunque así lo pareciese, se trata, en el amplio y perdido sendero por donde deambula el aficionado, de hallar un oasis donde mitigar heridas padecidas en las tediosas tardes donde la tauromaquia parece un espejismo vil, codicioso, simulado y fariseo. 
Hallar reposo sobre las Arénes du Plumaçon, en la capital de Landas, Mont de Marsan, supone un alivio circunstancial basado en aquel puntual precepto: "Se necesita poco para hacer las cosas bien, pero menos aún para hacerlas mal", hacerlo suyo y llevarlo a cabo en la forma de administrar, dirigir una plaza, donde la afición ha respondido firme en cuanto a asistencia, respetuosa y rigurosa ante este misterioso ceremonial que se agiganta en jornadas como la de ayer. 
Mucho para aprender:
La gestión, administración de la plaza llevada a cabo por una COMISIÓN taurina que trabaja atendiendo al aficionado y pulsando sus inquietudes, otorgando voz e importancia a quien realmente sufre o padece, suma o resta. 
La consideración por honrar  al Toro como actor ilustre, sobre quien gira todo el complicado universo taurómaco, dejando fuera cualquier devaneo impuesto por esas "efigies doradas" insustancial e injustificado.
La exigencia por saborear íntegro este sacrificio primigenio tan rico como olvidado. Y así, el tercio de varas adquiere unas dimensiones tan cabales como desdeñado coetáneo elemento que tanto cuesta admirar por nuestras tierras. 
Un equitativo sentido por otorgar volver a quien brinda honestidad, que para duplicar o triplicar errores, ya dan cuenta innobles posaderas.
Mucho para sentir y emocionarse: 
Domingo, 20 de Julio, Toros de Mihura, bien presentados ofreciendo complicaciones, peligro, riesgo y mucha emoción, pocas embestidas humilladoras, reponiendo en cada muletazo, mostrando casta y fiereza. Demandando oficio, disposición, ser y estar.
Las crónicas así lo avalan, más no redundare en detalles ya expuestos, permitan que apele desde esta forma tan apasionada y personal de sentir, vivir la fiesta de los toros a la admiración más profunda por los tres espadas que tuvieron la gallardía de vérselas con semejantes animales que pedían papeles desde su salida al  ruedo. 
Y así, desde el respeto más absoluto que acompaña al sentido de la responsabilidad, el honor, aderezado por grandes dosis de valor en el sentido más auténtico de la palabra, las dudas quedan arrinconadas para mayor gloria del toreo. 
Estremecimiento ante la fulminante  estocada de Rafaelillo, el oficio de Robleño, la solvencia de Cataño quien soportó tarascadas violentas de sus oponentes, y la profesionalidad, la verdad y la evidencia de unas cuadrillas que nos reconcilian con este espectáculo aunque vista de metal menos preciado. Destacar, en banderillas a Ángel Otero  y José Mora, la brega de Marco Galán y la cuadra de caballos de Bonijol, esta vez si, Maestro Toni, estuvieron presentes. 
Et pour ça, mes amis,  certains soirs, VIVE LA FRANCE!.

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