En el anhelo por la heroicidad, quise
ser torero.
Bordear los límites de la tragedia. Un torero en el pretender desafiar el peligro, ahuyentando el miedo y venciendo cobardía.
Bordear los límites de la tragedia. Un torero en el pretender desafiar el peligro, ahuyentando el miedo y venciendo cobardía.
Conjugar valor, conocimiento , arte y
dominio con la honradez de los grandes maestros.
Mirar a los ojos del fiero compañero y
compartir triunfo o asumir derrota, pues nada hay cierto en el ruedo.
Deslumbrado, soñé con la magia del
combate primitivo, marqué a fuego en la voluntad, la grandeza de sentir torear,
borrando la intuición del animal y obligándole a ir allá dónde la fantasía
alcanzara.
Quise serlo y parecerlo, con la
elegancia en el sentir, en el caminar, en el vivir...
Pasear del brazo la gloria por
sobrepasar la desgracia. Buscar y reconocer ante el espejo incontestable,
integridad y decencia.
Ahuyentar falsedades de voraces
tragaldabas, ávidos de guita y desatender edulcorados cantos de sirena
aduladores y fariseos.
Y ser uno mismo, aquel loco apasionado
que nació adorando al único, singular animal, consagrado y ungido para dar una
imperecedera lección de vida y coraje.
Encomendé mi alma a los dioses, pero fue
el diablo quien se apropió severo de mi empeño y me devolvió despiadado a una
realidad salvaje e insufrible. Enjugué en hiel las mieles del ensueño...
Y aunque el transcurrir del tiempo
juegue en mi contra o el devenir me lleve por sendas inaccesibles, jamás
olvidaré aquel instante donde, una tarde pude tocar el cielo con las manos,
dónde sentimiento y voluntad se unieron para desplegar la esplendorosa fascinación
por aquella bella e inimitable experiencia de soñar con ser Torero.
Fuente.- Gloria Cantero. Colaboradora de la Región de Murcia para De Catafalco y Oro.
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