sábado, 31 de enero de 2015

ANTONIO DE LA BLANCA. EL “FLORITO” DE UBEDA



Hoy quiero hacer un homenaje a un gran amigo, se trata de  Antonio de la Blanca Gómez, más conocido en el mundillo taurino de la provincia de Jaén como “El Gafas”.
Al amigo Antonio le dimos el último adiós en el día más taurino del año, día de la Virgen del año que acabamos de dejar, a una edad muy joven, pues solo contaba con 57 años de edad.
Antonio siempre fue alguien muy importante para sus amigos y aún lo sigue siendo. Pues para cualquier aficionado a los toros, forma parte de su recuerdo, de sus pensamientos, de sus decisiones y emociones; sobre todo en la Feria Taurina de Ubeda, donde ejerció durante muchos años la complicada función de corralero entre otras no menos importantes.
Antonio fue un hombre polifacético, personalmente le conocí como transportista de reses bravas con la caja de su camión compuesta de unas preparadas y cómodas jaulas destinadas para llevar desde las ganaderías de la provincia a cualquier plaza, pueblo o barrio de pueblo el ganado bravo destinado a las fiestas de los mismos, sobre todo por la provincia de Jaén.
He comentado su función de corralero en la Plaza de Toros de Ubeda, pues Antonio era el encargado de alimentar las reses bravas antes de encerrarlas en cada chiquero la mañana del sorteo y apartado para ser lidiadas por la tarde.
Llegado este punto no hay que olvidar a su hermano Paco quien ejerciera antes que él este cometido y ocupándolo posteriormente un buen equipo de jóvenes aficionados de entre los cuales forman parte su sobrino y alguno de sus hijos, que dicho sea de paso ha sido una decisión muy acertada por quien haya correspondido su nombramiento, ya que en esto del toro, si al igual que este ejemplo, tomaran de la misma forma otros muchos puestos, como dice el refrán “otro gallo nos cantaría”, pues tanto Paco como Antonio, dejaron bien aprendido el oficio de corralero entre los que en la actualidad desempeñan este singular y complicado cargo en la celebración de un festejo taurino.
Antonio se marchó muy joven, si, pero pienso se podrá sentir orgulloso de las pequeñas victorias que le regaló su vida daría, esas pequeñas victorias a las que todos nos enfrentamos mucha veces con temor y falta de confianza en nuestras posibilidades de lograr ganarlas; pero en las que Antonio, espada en alza, acabó el camino elegido luchando por unos buenos y sinceros ideales; porque luchador y sincero fue Antonio, buen amigo de sus amigos y sincero con los mismos.
Hoy Antonio se podrá sentir orgulloso al encontrarse con otros amigos taurinos que muchas tardes compartimos aquel “Rincón Taurino” que formábamos junto a la ventana del Hogar del Pensionista que da a la calle la cárcel. Fernando Almansa, Paquito Cobo, Antonio Cordero, el podólogo del Hogar, tu hermano Paco, Mariano “El Boquerón” llamado así por ser natural de Málaga, Juan Gómez “Chichanga”, tu tío y Pilar “la monja arrepentida” como le llamábamos, la única mujer componente de la Peña Taurina “Carnicerito de Ubeda”, todos estáis ya juntos, seguramente disfrutando lo mismo que lo hacíamos en el “Rincón” mencionado, hablando de toros, del cual personalmente también era componente y cómo ves, de todos me acuerdo, todos formasteis parte de mi vida y mi formación taurina ¡Que lujo! ¡Qué buenos ratos! ¡Cuánto se aprendía de toros! y cuanta camaradería existía entre nosotros.
Muchas veces he recordado las tardes de capeas cuando se hacían en la Plaza de Toros de Ubeda así como el algunos pueblos cercanos a Ubeda como El Mármol, donde siempre estabas pendiente de mí, advirtiendo si la vaca o becerra estaba tentada de hace poco tiempo o era una vaca vieja que no se le había hecho la retienta para que como ocurriera en la Barrio de San Pedro cuando en sus fiestas del mismo modo se celebraban capeas, disfrutara dándole unos capotazos e inmortalizando el momento otro buen aficionado como es el dueño del Bar El Capricho.
En fin, Antonio, son tantos y tantos los momentos vividos junto a ti que la carta se haría interminable, pero has de saber que los buenos aficionados, los buenos taurinos -cada vez menos- nos acordamos de ti, te echamos de menos las tardes de toros cuando como siempre tomábamos café en el Bar frente a la Plaza de Toros en la calle Sagasta, pero he de decirte algo y no quiero que te molestes, aunque nos acordamos de ti, no te echamos de menos en el cometido de los trabajos en los corrales el día de corrida y, no te echamos de menos porque has sabido dejar la lección y el trabajo bien aprendido a los que hoy realizan ese cometido tan especial, tu sobrino y alguno de tus hijos; ellos con la afición taurina que han heredado de su tío y padre, así como la honradez y hombría que del mismo modo han heredado de vosotros, saben hacer bien su trabajo y a la vez dejaros a ambos en el lugar que os corresponde.
Por todo ello Antonio, siempre estarás en el pensamiento de los buenos aficionados y sobre todo de los amigos que contigo vivimos momentos inolvidables, en mí un poquito más si llega el caso, pues todos los días cuando estoy en mi museo taurino, te veo reflejado en el lugar de privilegio que ocupa aquella vara de picar que utilizara un día en Ubeda Manuel Montiel y que me regalaste para poner una puya la cual se encontraba incompleta sin esa legendaria vara.
Hoy disfruto y agradezco, el valor de tu amistad, pues a través de este espacio, y de muchos otros más, continuaré compartiendo mis recuerdos y disfrutando de los tuyos. De nuevo y mil veces muchas gracias por haber dejado ser tu amigo.







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