Festividad de Todos los Santos y Día de Fieles
Difuntos; unas fechas en que salvo los más acomodaticios y vulnerables al
patrón yanqui que nos quieren implantar, son días dedicados a aquellos que
dejaron de estar entre nosotros material y físicamente, no así en cuanto a
nuestro recuerdo y agradecimiento hacia ellos si se es, buen cristiano.
Como digo, ayer la visita al igual que todos los
años en estas fechas dentro de otras durante al año, fue al camposanto de
Bailén, donde descansan esos seres que como he comentado anteriormente nos
dejaron sin llegar a marcharse del todo.
Hecha la protocolaria visita me dirigí -ya que me
pilla como suele decirse, a tiro de piedra- a visitar al amigo Luís, mayoral en
la ganadería de Los Rodeos propiedad de D. Antonio Torres. Fue una grata
sorpresa que se encontrara en la finca D. Antonio, sus hijos y un nutrido
número de familiares y amigos. El señor ganadero como si de uno más se tratara,
me invitó a disfrutar de la cálida tarde junto a ellos y al tentadero de una
becerra, la cual compartí con su hijo Antonio.
La becerra “colorá” salió de escándalo visto desde
el punto de vista de aficionado tanto para el capote como para la muleta,
ignoro si el señor ganadero la elegiría para conformar esa punta de vacas madres
encargadas de formar la ganadería, pues como sabéis, es algo que nunca pregunto
al pensar que es algo muy particular de los ganaderos.
Antonio Torres, hijo del ganadero, estuvo
sensacional con la becerra que embistió con rectitud, nobleza y bravura en el
caballo, condiciones las cuales volvió a demostrar en la muleta, donde se
recreó en unas tandas verdaderamente templadas y con profundidad.
Antonio Torres, hijo, ante la extraordinaria becerra
Durante el tentadero, tuve la ocasión de quitar del
caballo de picar y volver a poner en suerte a la becerra, siempre sin olvidar
que hay que hacerlo prácticamente sin
dar un capotazo, sino llevándola suavemente, andándole para atrás hasta
el punto elegido por el señor ganadero, para entonces dejarla con un remate lo
más airoso posible; pues como todos los aficionados sabemos, en los tentaderos
el toreo artístico de las plazas debe ser el mínimo, sino que hay que hacer un
toreo más campero, más a favor de la becerra y sobre todo a gusto del señor
ganadero para que pueda comprobar la bravura y condiciones que tiene la res,
pues no hay que olvidar que en ello se juega mucho, ya que está en juego el
futuro, la línea y condiciones con las que quiere que funcione su ganadería.
Los mayorales, Ernesto y Luís preparan el caballo de picar
¡Vaca puesta!
Todo un privilegio haber podido poner en suerte la becerra al ganadero
Todo un privilegio haber podido poner en suerte la becerra al ganadero
La becerra fija en la montura del señor ganadero
Un buen puyazo
Tras la faena de Antonio, tuve la oportunidad de dar
unas tandas a la extraordinaria becerra y verdaderamente aunque no estaba
recuperado del percance de la semana anterior, pude estirarme en un par de
tandas de derechazos y rematadas por bajo, volviéndome a sentir una vez más.
Así, entre tradiciones cristianas y españolas, muy
españolas; pasó una festividad que tuvo como eje central la muerte y también la
vida, esa vida que ya vamos viendo florecer en el campo bravo andaluz y que
veremos culminada en la próxima primavera cuando llegue la época de los
tentaderos.
Ahora, antes de la llegada de esas fechas,
acudiremos a algunos herraderos, pues es en esta época del año es cuando
empiezan a celebrarse los mismos, dando fe y marcando a fuego para ello, esas
reses que como digo son la vida, la savia nueva que el campo bravo andaluz
ofrece para que esta Fiesta tan querida y tan nuestra y aunque parezca un
contrasentido; ofrezca pasados cuatro años, el sacrificio de la muerte para que
perdure la vida de la misma.
Un bonito ejemplar, semental del Hierro de La Escalera
Uno de los ejemplares de la ganadería
La madre, vigilante con su cría ante nuestra presencia
Agradecer a D. Antonio Torres y los suyos, la
amabilidad con la que siempre soy recibido en su casa, poder disfrutar del campo bravo, respirar su aire puro y estar entre buenas personas, no tiene precio, para otras cosas como dice el anuncio......., "master card", pero para esto, verdaderamente no hay dinero en el mundo para pagar las sensaciones, vivencias y buenos momentos que ofrece un entorno paradisíaco como es el entorno de una ganadería brava. También como no, mis felicitaciones por los
resultados que está obteniendo en la ganadería. ¡Enhorabuena señor ganadero!
¡Ah! y recordar a los aficionados que quieran pasar una jornada como la que he narrado que en esta ganadería, a un paso del desvío de la Autovía de Andalucía a su paso entre Zocueca y Andújar, que tienen la oportunidad de hacerlo, celebrándo entre amigos cualquier clase de eventos, donde el buen trato y la cordialidad de sus propietarios siempre está presente, ofreciendo una buena gastronomía campera del lugar y la oportunidad de ponerse delante de una res brava.
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