Gloria Cantero Martínez. Aficionada
Calasparra, villa arrocera, situada al
noroeste de la comunidad murciana, me atrapó desde hace ya algunos años.
La emoción de ver correr, desde por la
mañana, esos novillos-toros de imponente trapío por sus adoquinadas calles,
respirar aromas y paladear lecciones de aficionados sabios, orgullosos de
su feria, trabajadores incansables, hospitalarios donde los haya. Volver a
sorprenderme viendo a los más pequeños jugar "al toro". Compartir
café y tertulia con buenos amigos, aún con enfrentamientos de pareceres; es
algo así, como retroceder en el tiempo, o como hallar ese oasis en tierra
baldía.
Son mis motivos, efectivamente, pero les
aseguro que quien busque "oler a Toro", sentir que no todo está
perdido, buscar reconciliación con los elementos fundamentales sobre los que
sustentamos afición, admirar hechuras, seriedad, integridad, dificultades,
emoción, dignidad en el toreo, Calasparra es refugio entre tanta miseria
taurina.
Quizás esa sea la razón por lo que
parece, oscuros intereses se ceban en el abordaje de la Feria del Arroz para
este año.
Escucho, estupefacta, opiniones
doloridas, aquella apuesta por la creación de una Comisión Taurina, en origen
reflejo, oído y voz de la afición calasparreña, aparece en la actualidad,
doblegada ante la crisis económica, agrados particulares, mecenazgos impuestos,
estériles negociaciones...
Dos son los asuntos de gran importancia
que hieren abiertamente la articulación del próximo ciclo:
Por un lado, la falta de entendimiento
con el novillero local, Filiberto Martínez, cuya trayectoria avala el éxito
tanto artístico como empresarial (el llenazo está asegurado). Siendo profeta en
su tierra, supone la ilusión por redimir el anhelo de gozar con un torero
paisano, la gloria de emocionarse con una figura del toreo en ciernes, que no
podrá sentirse en el coso de La Caverina por nulidad y desgana en los
despachos.
De otro lado, la ausencia de una
ganadería señera en Calasparra, "El Cubo", cuya posterior presencia
ganaba a pulso cuando allá por el año 2008, levantó una feria abocada al
fracaso, ganando, año tras año, todos los premios obtenidos a ley. Y no sólo
esos éxitos la respaldan, el señorío, la categoría de una familia ganadera, al
frente de la cual, Blas Gómez, un romántico del toro, gran aficionado y mejor
persona, tejió un vínculo con la afición calasparreña, merecido y justo.
El coso de La Caverina, cumplía los
objetivos económicos cuando la presencia de ambos fundamentos estaban
asegurados y esto, parece no haber importado.
La noticia saltaba como la pólvora entre
la afición local, la indignación tomaba portales virtuales y el enfrentamiento
estaba servido, el alejamiento con la Comisión se hacía patente.
Conviene recordar que la villa cuenta
con aproximadamente 10.000 habitantes y que el coso de La Caverina, alberga, en
plenitud, un aforo de 4.200 espectadores. Les aseguro, que las tardes donde se
anuncia ganaderías como "Cebada Gago" un histórico en Calasparra,
"Dolores Aguirre" o "El Cubo", da gusto sentarse en los
tendidos y disfrutar de esa obsequiosa rareza que la actualidad llama
"variedad de encastes".
A día de hoy, a sólo unas semanas de las
calendas de septiembre, nada sabemos sobre este imprescindible ciclo
novilleril, un silencio atróna los oídos de tanta "alma descarriada"
cuyo único destino es seguir defendiendo la importancia del Toro.
No se equivoquen, si esa plaza pierde su
personalidad, si baja en seriedad, si se pierde el tipo de novillo buscado,
MUCHOS lo celebrarán. Pero NINGÚN auténtico aficionado estará entre
ellos.
Fuente.- Gloria Cantero. Colaboradora de la Región de Murcia para De Catafalco y Oro.
Para mi, la plaza de toros de Calasparra perdió su credibilidad e identidad cuando hace pocos días se le regaló 4 orejas y 2 rabos a Antonio Puerta, novillero que nunca ha dicho ni dirá nada en el toreo.Realmente fue vergonzoso y vergonzante
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