miércoles, 11 de diciembre de 2013

YA SE BESAN LOS TOREROS

Desconciertan al aficionado de hoy, y mucho, las buenas relaciones que tienen entre sí los toreros de ahora, muy efusivos y campechanos entre ellos. Saludos, felicitaciones, abrazos e incluso besos, están a la orden del día.
Algo muy distinto al trato que tenían entre sí los toreros de antes. Y es que incluso cuando mantenían amistad entre ellos se cuidaban muy mucho de demostrarlo ante sus partidarios en el convencimiento de que nadie lo entendería.
Joselito y Belmonte, Lagartijo y Frascuelo, por ejemplo, contendieron en los ruedos pero mantenían una entrañable amistad fuera de ellos. Pero no siempre la relación entre los toreros punteros fue tan idílica. Al contrario, lo habitual era no dejarse ganar la pelea por nadie dentro de la plaza y a veces tampoco fuera.
En este sentido, el caso más paradigmático fue, posiblemente, la rivalidad de Joselito el Gallo con Ricardo Torres Bombita o mejor dicho, "contra" Ricardo Torres Bombita. Joselito quería estar encima de todos, así fuera familiar suyo, pero su inquina hacia Ricardo Bombita alcanzó tintes muy fuertes.
El menor de los Gallos había conocido de chico las supuestas afrentas  hacia su hermano Rafael de Ricardo Torres, a quien hacía responsable de los malos derroteros de la carrera del Divino Calvo, y se juró que le vengaría.
Por eso, cuando tomó la alternativa dedicó su primera temporada como matador a echar del toreo a Bombita. No obstante, como Joselito podía ser muy duro pero fue siempre muy justo, marchó primero en busca de Machaquito, la pareja torera de Ricardo, y le espetó a bocajarro:
-¿Cuándo se retira usted? Porqué como sé que es tan amigo de Rafael mi hermano, no quiero hacerle daño a usted. Vengo al toreo para ser el amo y quiero que sepa que no vengo a por usted, sino a por Bombita. Le quiero anular por todo el daño que ha hecho a mi hermano Rafael.
Machaquito quedó sorprendido y molesto de que siendo él una figura del toreo viniera un mozalbete de 18 años a decirle eso. Cuando pudo se fue en busca de Rafael a contarle lo que le había dicho su hermano.
-Sí, Rafael. Eso es lo que me ha dicho tu hermano.... O es un atrevido o es un genio.
La respuesta del Gallo fue tajante:
-¡Es un genio!
A final de la temporada de ese año de 1913, se cumplía la profecía y Bombita se retiraba de los ruedos ante el empuje de Joselito. Días después le seguía Machaquito.
En la tarde de la despedida de Bombita, todavía Joselito ( es anécdota muy conocida) no acababa de darle tregua al de Tomares y, en el último toro, le ofreció  banderillas a Bombita, pese a que este le había pedido expresamente que no lo hiciera:
-José. Yo ya he acabado mi carrera. Así que no me ofrezcas banderillas en el último toro.
Haciendo caso omiso, José puso en ese  compromiso no deseado a Bombita quien colocó un primer par corriente Luego Gallito colocó uno sensacional.
La enemiga de Joselito contra Bombita tenía lugar no sólo dentro de la plaza sino también fuera de ella, por eso cuando torearon en la Feria de Sevilla del 13, los Gallo y los Bomba, Joselito gritó al pisar el albero de la Maestranza:
-¡El mejor torero es éste –dijo señalando a su hermano- y después, yo!
Después de la corrida hizo que el cochero le llevara a la casa de Bombita en la calle de los Reyes Católicos. Puesto de pie en el estribo, gritó (años antes de que la frase la patentara Luis Miguel Dominguín):
-¡El número uno soy yo!
La pelea de Joselito contra Bombita le vino de perlas a Juan Belmonte quien –de rebote- heredó a todos los partidarios de Ricardo aunque los estilos de torear de ambos estaban en las antípodas.
De toda esta historia nos queda la lógica imagen de un Joselito joven, vengativo y antipático frente a un  Ricardo Torres Bombita, caballeroso y simpático.
Demasiado esquemático para ser cierto. NI Joselito era tan irritante como lo muestran estas anécdotas tan difundidas ni Bombita tan elegante como lo pintan. De hecho, Ricardo no perdía ocasión de zaherir al menor de los Gallos, antes y después de su retirada, y devolverle la moneda. Lo que conseguía  ensalzando a Juan Belmonte más allá de lo razonable. En el fondo sus elogios al trianero eran un reproche encubierto contra quien le había cortado la coleta.
Las rencillas de los toreros antiguos, reales o ficticias, son ya cosa del pasado y, hoy día,  hemos pasado de un extremo al otro. A principios de la competencia de Joselito con Belmonte, los periódicos denunciaban el extraño comportamiento de los aficionados que abrazaban y besuqueaban a sus toreros preferidos. Hoy quienes se abrazan y besan son los propios toreros
El comportamiento de Joselito con Bombita no es deseable, aunque el aficionado agradezca cualquier conato de pique como la reciente rencilla entre Perera y Fandiño, pero tampoco es deseable el extremo contrario, Los tiempos cambian y las buenas formas se imponen (o deben imponerse). Sin embargo entre las peleas de antes y los besos de ahora, hay mucho trecho.
La postura intermedia, como por ejemplo la de José y Juan quienes, cuando viajaban, se separaban al llegar a las estaciones para que sus partidarios no les viesen juntos, como contaba, el propio Belmonte al periodista Chaves Nogales puede ser la ideal pues mantener vivo el fuego y la ilusión de los aficionados es la primera obligación de los diestros.
Como hace, sin ir más lejos, José Tomás con su actitud en la plaza. Y fuera de ella.


1 comentario:

  1. Como dijo el maestro Andrés Vázquez recientemente, ¡¡cualquiera llegaba al patio de cuadrillas y le plantaba dos besos a Domingo Ortega, El Viti o Antonio Ordóñez!!

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