El ministro de Cultura acordó el pasado día 21 de junio la
creación de una comisión de trabajo que deberá definir los criterios,
objetivos y medidas de un futuro Plan Nacional de Fomento y Protección
de la Tauromaquia, que será aplicado en colaboración con el resto de
administraciones públicas y los sectores implicados.
José Ingnacio Wert, el ministro, ha nombrado presidente de este nuevo
órgano a Juan Antonio Gómez Angulo, conocido aficionado, que fue el
primer director gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad
de Madrid entre 1988 y 1991, concejal del Ayuntamiento de la capital y
secretario de estado para el Deporte. El responsable de la comisión
estará acompañado por siete vocales: el torero retirado Santiago Martín
El Viti, el ex ministro Enrique Múgica, el pintor Eduardo Arroyo; el
teniente de hermano mayor de la Maestranza de Ronda, Rafael Atienza;
Alvaro Martínez Novillo, historiador y filólogo; Alberto Alonso Ureba,
Catedrático de Derecho Mercantil, y Tomás Ramón Fernández, catedrático
de Derecho Administrativo.
Todo lo que antecede lo ha contado el ministerio en una nota, en la
que añade, primero, que 'la medida se encuadra en las actuaciones para
poner en valor la tauromaquia como manifestación e industria cultural';
segundo, que la tal comisión presentará un informe al ministro en un
plazo no superior a seis meses, y que el ministerio podrá asumir sus
recomendaciones; y tercero, que nada de lo dicho supondrá incremento
alguno del gasto público.
Los toros, pues, ya tienen comisión; y está bien que así sea. Es
decir, que es bueno y oportuno que alguien se ocupe de la fiesta de los
toros más allá del rápido beneficio económico.Y ojalá el informe sea un
buen elemento de base para el fomento de la cultura taurina.
Pero el asunto plantea algunos interrogantes que no conviene
soslayar. Por ejemplo, ¿qué criterio se ha seguido para elegir a estos
miembros de la comisión y no a otros? Así, en un principio, suena rara
esa mezcla de un torero, un ex ministro, un pintor, un miembro de las
reales maestranzas, un filólogo y dos expertos en derecho, pero el
ministro sabrá.
Otro ejemplo: si las competencias taurinas están en manos de los
gobiernos autonómicos y el ministerio de Cultura solo cuenta con los
registros taurinos y el secretariado de la Comisión Consultiva Nacional
de Asuntos taurinos, que es nada, ¿cuál será la base de la propuesta que
pueda elaborar la comisión?
Se espera, eso sí,que el ministerio de Cultura fomente y proteja la
tauromaquia y diseñe campañas de conunicación sobre los valores
culturales, socioeconómicos y medioambientales de la fiesta. Sería
magnífico que la administración central se comprometiera con tales
asuntos, de capital importancia para que la sociedad conozca los muchos
vértices que dan sentido trascendente a esta fiesta.
Pero, largo me lo fiáis... Una campaña de comunicación no puede ser
ajena a la realidad del espectáculo, que no atraviessa, precisamente, su
mejor momento. No se abarrotan las plazas para comprobar el lamentable
estado de un animal desnaturalizado y a unos toreros mecánicos, y cómo
unos y otros se muestran incapaces de provocar la necesaria emoción. Por
ello, quizá, esa campaña cultural debiera ir de la mano de una
regeneración del toro y el torero. Y ese asunto, verdaderamente
importante, no depende del Ministerio de Cultura ni de las autonomías.
Depende de los taurinos -ganaderos, toreros y empresarios, en su
mayoría-, que no muestran el más mínimo interés en ello porque se
pondrían en juego sus intereses más primarios, que están basados en la
desunión del sector, la irresponsabilidad ante el presente y el futuro,
y, sobre todo, en el beneficio rápido.
Un ejemplo: la Mesa del Toro se reunió en asamblea general el pasado
día 28, e instó a la administración 'a que se reúna con los
profesionales a fin de establecer un plan de trabajo conjunto y
coherente que se ajuste a las necesidades del sector'. La nota suena un
poco a broma a la vista de las nulas aportaciones de esta mesa, -donde
están representados todos los estamentos taurinos-, en su ya larga vida.
Lo mejor sería que guardara silencio.
En fin, que bienvenida sea la comisión del ministro Wert; que su
informe se esperará con impaciencia, y que, aunque no sirva para mucho,
será, sin duda, una bocanada fresca en este aire viciado del mundo del
toro, necesitado de una seria reflexión más allá de sus aspectos
culturales, que son importantes, claro está, pero que no conseguirán
taponar la hemorragia que pone en serio peligro sus constantes vitales.
Por: Antonio Lorca
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