sábado, 7 de junio de 2014

PARTE MEDICO DE LA COGIDA DE MANOLO RUBIO AYER EN LAS VENTAS

El parte médico expedido por el equipo que comanda D. Máximo García Pasdrós reza lo siguiente: "Herida por asta de toro en región perineal, con orificio de entrada y salida, con una profundidad de 15 centímetros, que alcanza el pubis y contusiona uretra y recto. Luxación de rodilla derecha, con rotura de ligamentos cruzado, anterior y posterior y ligamento lateral interno. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería y se realiza la reducción de luxación de rodilla e inmovilización de la misma. Pronóstico grave. Trasladado al hospital Virgen del Mar".
Fuente y fotos.- https://www.facebook.com/suenos.taurinos

















 

¡QUE DIOS TE LIBRE DE UN TORO BRAVO! / Por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore

 
Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor Mendes, Esplá…han dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!

¡QUE DIOS TE LIBRE DE UN TORO BRAVO!
  • Está claro que los toreros y los taurinos detestan al toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas. Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable

Domingo Delgado de la Cámara / Fotografías de Andrew Moore
El otro día me quejaba yo de la perdida de casta y fiereza, incluso en las ganaderías más enrazadas. Decía que todos los ganaderos han suavizado sus ganaderías, incluido Victorino, para satisfacer a los toreros y los gustos almibarados de los públicos más cursis. Pues bien, ayer Victorino lidió una corrida de toros que destacó precisamente por su fiereza. Lidió una corrida que vendió muy cara su piel. Una corrida que satisfizo enormemente a los aficionados pero que horrorizó a toreros, taurinos y prensa satélite. Está claro que los toreros y los taurinos detestan al toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas. Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable. Sí que es cierto que fueron aplaudidos en el arrastre toros que habían manseado en los primeros tercios y que habían tenido mucho sentido en la muleta. Yo comprendo estos aplausos, son la compensación a tantísimas tardes de aburrimiento propiciadas por el toro babosa. Antes de entrar en cualquier otra consideración, el toro tiene que causar miedo por su instinto agresivo. Cuando en el tendido no se tiene sensación de peligro, algo está fallando. Está fallando la emoción, elemento esencial de la Fiesta Nacional, y que tantas tardes se echa de menos. Ayer no se aburrió nadie, con toros con esa movilidad y esa agresividad es imposible aburrirse. Y aunque no hubo triunfos, el público lo pasó en grande. Este es el camino a seguir, y no el del toro parado y la gente bostezando en el tendido. 
Victorino lidió un toro excepcional, el tercero de la tarde: “Vengativo”, número 27, cárdeno y de 526 kilos de peso. Se comió al caballo en los dos puyazos que tomó y llegó a la muleta hecho un brazo de mar. Muy repetidor y agresivo. Tal era su repetición y agresividad que desbordó a Alberto Aguilar. 
Eso sí, este toro hubiera desbordado al lucero del alba. Sinceramente pienso que en este momento sólo hay dos toreros capaces de poder con semejante fiera: el señor Julián López y el señor Miguel Ángel Perera. Y nadie más. El resto no hubiera estado mejor de lo que estuvo Alberto Aguilar. Para poder con este toro era imprescindible un valor descomunal y una técnica impecable. Había que echar la muleta al hocico y llevar muy largo y muy por abajo la embestida del toro, y sin quitar la muleta de la cara, ligar el muletazo. Esto es muy fácil de decir en el tendido pero muy difícil de llevarlo a cabo en la arena. Da mucho miedo llevar la embestida de un toro tan fiero hasta el final. Te ves cogido. Y también es muy duro dejar la muleta en la cara para ligar el muletazo siguiente. Ves que no te escapas. Sin embargo, es la única receta para poder con un toro tan agresivo. Paradójicamente el instinto te empuja a quitar la muleta de la cara y perder pasos. Y esta es la mejor manera de que el toro te desborde y se haga el amo. Eso ocurrió exactamente. Aguilar no se decidió a llevar al toro hasta el final ni a bajarle completamente la mano, el toro le fue comiendo terreno y el final de la faena ya fue totalmente a la carrera y con el torero en desbandada. El toro impuso su ley.
Además, el encaste saltillo no regala las embestidas. Mientras el toro de Parladé, pasa tontamente, el toro de Saltillo no. Hay que tirar de él. Cuando se sabe tirar de él, el toro rompe a bueno y acaba regalando unas embestidas extraordinarias por largas, humilladas y templadas. Sin embargo, cuando no se tira de la embestida, el toro de Saltillo desarrolla sentido con mucha rapidez y termina poniéndose imposible. Así terminó la lidia de este tercero. 

Si Aguilar le hubiera tragado en las dos primeras series, el toro hubiera roto en sensacional. Como no le tragó, el toro terminó subiéndose a la chepa del torero. Después de dos pinchazos y una estocada, Aguilar pasó a la enfermería con un puntazo y diversas contusiones. Al toro se le aplaudió mucho en el arrastre pero nadie pidió la vuelta al ruedo, yo se la hubiera dado. No todos los días salen toros tan bravos. Estoy hablando de bravura fiera, de auténtica bravura, que poco tiene que ver con esa suavidad ingenua tan del gusto del torero. Este “Vengativo” me recordó a “Bravío” o a “Barrenero”, dos toros de esa misma sangre que desbordaron hace casi un siglo a Saleri II y a Rodolfo Gaona. Ya lo dijo Belmonte: ¡Qué Dios te libre de un toro bravo! Es cierto, cuando sale un toro bravo, es muy difícil  poder con él. Hay que tener una técnica perfecta y un valor rayano en la inmolación para jugársela con un toro así, que es una fuerza desatada de la naturaleza. En mi gusto personal “Vegativo” ha desbancado al buen “Cartuchero” como toro más bravo de la feria. El sexto se quiso quitar el palo y tuvo mucho sentido en el último tercio, Aguilar, visiblemente desencantado, optó por quitárselo de delante rápidamente, pero no lo logró tan pronto, prodigó muchos pinchazos, estuvo muy mal con el acero.
Uceda se encontró en primer lugar con un toro bravo en el caballo y que embistió muy bien a la muleta. Fue el toro más fácil del encierro. Por el pitón derecho embestía largo y con cadencia, por el izquierdo no era tan bueno. En realidad nos quedamos con la duda, porque Uceda nunca se decidió a bajar la mano con la zurda, ni a llevarle largo, y el toro de Victorino a media altura no quiere nada. Tampoco aprovechó Uceda al toro por el pitón derecho por el que era muy bueno. Faena deslavazada sin acople ninguno y sin confiarse nunca. En el cuarto, ya con ambiente de psicosis en el ruedo, dejó que machacaran al toro en el caballo. El toro fue bravo en el primer tercio y fue noble en la muleta. Lo que sucedió es que le habían reventado en el caballo. Uceda estuvo mucho rato tirando líneas sin ninguna gana de torear. Por no estar lucido, no lo estuvo ni con el estoque. Con Uceda siempre pasa igual, está estancado en la segunda fila porque después de una buena tarde, tiene otra tan mala como la de ayer. Y así es imposible. Tuvo que estar mejor con el lote menos exigente de la exigentísima corrida de Don Victorino Martín.

El lote que menos me gustó fue el de Antonio Ferrera. A su primero, Ferrera le dio honores de toro bravo cuando no lo era. Le puso muy lejos en el caballo, pero el toro se salió suelto. Sin embargo, fue bastante mejor en la muleta de lo que Ferrera se empeñó en hacernos ver. Cuando se equivocó y le dejó la muleta en la cara, el toro tomó bien el engaño y repitió la embestida...Fue la típica faena insoportable de Ferrera: quitando la muleta de la cara del toro, perdiendo mil pasos de modo innecesario y dando mil tironazos. El toreo movido de las capeas llevado a las plazas de palcos. El quinto pegó muchos cabezazos en el peto y llegó a la muleta con mucho sentido. Ferrera no pudo con él. Los doblones que prodigó fueron del todo ineficaces. Para que un doblón sea eficaz hay que andar hacia adelante, meterse en los riñones, destroncar la embestida. Los doblones a la carrera y perdiendo pasos, hacen que el toro se crezca, no reducen al toro. Así fueron los ineficaces doblones de Ferrera. Mató al toro a disgustos. Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el puntillero Manolo Rubio, fue a apuntillar al toro por delante. Se veía venir, con una velocidad de lince el toro  se incorporó propinando a Rubio una espeluznante voltereta que ha tenido como consecuencia una cornada de quince centímetros que contusiona el recto y la uretra. En casos como éste, lo aconsejable es apuntillar desde detrás. Últimamente, a la crítica le ha dado por decir que Ferrera es un maestro consumado. Visto lo visto, lo de maestro le viene demasiado grande. En estos momentos se echa en falta una baraja de buenos toreros de corrida dura. Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor  Mendes, Esplá…han dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!

















Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el puntillero Manolo Rubio, fue a apuntillar al toro por delante.

Vigesimosexta de Feria. Victorino salva Madrid con el honor de su divisa / Por José Ramón Márquez


El perrillo de Fermín Mondaraiz Mosulén, émulo del Perro Paco,
tratando de animar al Belador para volver a los corrales tras su indulto
Corrida de la Prensa 1982

"...Hoy, por primera vez en lo que va de Feria y gracias a la presencia del toro, ha resplandecido en Las Ventas la verdad inmutable de la Fiesta, que viene a redimir a la Plaza vilipendiada, humillada, reducida, enalteciéndola, prestigiándola. Hoy Madrid ha vuelto a ser, tras treinta días de oprobio, la Primera Plaza del Mundo, el espejo de la Fiesta toda, el sitio de referencia: mi Plaza..."
 
 
José Ramón Márquez
El otro día, a la salida de los toros, me encontré con Victorino. Le dije: “La leyenda de tu casa se basa en el terror, en los toros indomeñables, fieros y listos. Todo lo que sea alejarse de eso es ruina”. Me respondió: “Podemos estar de acuerdo, pero esos toros que tú dices, hoy en día ¿quién los mata?"

A los pocos días, como un regalo, Victorino echa en Madrid un corridón. Un señor corridón de toros que me quita de encima más de treinta años, un corridón de toros que es un chute de autenticidad después de las treinta tardes, que manda huevos, treinta tardes de mofa y befa del ganado de lidia, de la sacrosanta tauromaquia. Y ha tenido que ser, una vez más, Victorino (¡Victorinooooooo, morucheroooooooo!) quién ha puesto en el arenal de Las Ventas una corrida de toros que reivindica la m... de la feria y que reparte de nuevo las cartas para que el que no se entere sepa que el toro es un bicho que no es para estar “muy a gusto” con él, ni para “disfrutar un montón”, ni para “pasarlo bomba toreando”, porque si el toro es lo que debe ser lo que debe salir de ahí es lucha, hombría, torería, épica y nunca disfrute, placer o echar el rato como el que está en el Retiro.

Victorino ha vuelto a poner en Madrid el listón más alto con una corrida de muchísimos matices, de disfrute para el aficionado, que pedía a voces la presencia de los grandes, el primero Julián el Poderoso de San Blas, para que demostrase su poderío, y detrás los toreros en sazón que han ofendido la memoria de tantos grandes toreros profanando la Puerta de Madrid sin merecimiento alguno: Luque, Perera y otros de los que ni me acuerdo ni me da la gana ir a mirar sus prescindibles nombres. Ahí tenían que haber estado esta tarde los príncipes del escalafón retratando su tauromaquia ful de vaivén frente a la única verdad incuestionable, eterna e indestructible: el toro. El toro frente a la cabra, frente a la mona, frente a la cucaracha, frente al caracol, col, col, el toro frente a la inmundicia ganadera de todos los días, pintada en esa odiosa página 14 del programa reiterada veintiséis tardes de treinta con la peste del maldito juampedro, que Dios le perdone, monserga reiterada e inane, antitaurinismo modorro destinado a aburrir a las ovejas y a permitir que los de las coletas postizas disfruten, se lo pasen bomba y se expresen.

La victorinada de hoy en Madrid pedía el carnet de identidad. Lo primero en presencia, que se dice ahora, en trapío que se dijo siempre. Toros serios como un catedrático de Civil de antes de la Guerra, con miradas listas y escrutadoras, fuertes de pezuña. Toros sin lengua de Victorino, que imponían en el ruedo el respeto que se debe a lo que se teme. Les pegaron en varas lo que no está en los escritos, sangraron litros, les desgarraron los lomos, les trataron de reducir con el hierro afilado de la puya y no lo consiguieron, que los de la A y la corona se mantuvieron, cada uno de ellos con sus particularidades, incólumes ante la sangría. 

Los dos primeros, Madrileño, número 56, y Escritor, número 57, fueron toros anteriores a la corrida histórica del 82. Tobilleros, más que listos, inteligentes, con memoria, magníficos. No imagino el terror que se debe sentir de estar frente a esos dos animales armado de una tela roja, aguantar sus miradas huecas y, sobre todo estar preparado para la incertidumbre del final del muletazo. ¡Qué seriedad la de estos dos toros!, ¡qué trapío!, ¡qué ruleta rusa la de sus embestidas! 

Y luego, el tercero, Vengativo, número 27, un toro en busca de un torero, impresionante despliegue de casta, de fiereza indomeñada, explosión primitiva de fuerza, de sentido, de autenticidad: el toro de la Feria por ahora, devorando la muleta, al torero y a quien se pusiese por delante. Y el cuarto, Jaqueco, número 16, el más bravo de la tarde, el de embestidas más atemperadas, un toro a la espera de un torero de auténtico pellizco y generoso que resaltase sus virtudes sin cicaterías. Y el quinto, Majito, número 94, un killer con el interés del manso encastado, toro difícil y fiero, complicadísima ecuación que no se deja matar, que se defiende, que vende cara su vida, como cualquiera de nosotros haríamos. Y el sexto, Cominero, número 46, complicado toro que se orienta, y que no pasa.

Una vez más ha tenido que venir Victorino a salvar los muebles de la Empresa. Una vez más Victorino ha puesto el listón en el nivel real de la exigencia ganadera, de la seriedad del toro, de la autenticidad. Una vez más Victorino demuestra con esta corrida que tiene la ganadería bajo control, que es capaz de echar en cada sitio la corrida que se precisa en cada momento y que lo mismo que el año pasado bajó el listón para echarle una mano a Talavante, aunque a la postre el pobre hiciera el ridículo, lo mismo es capaz de poner en Madrid una corrida -toda ella con el guarismo 0- que sea capaz de copar de manera total todo el protagonismo de la tarde.

La otra pata de la mesa son los toreros. Y en ese sentido también hemos de agradecer a Victorino que esta tarde, gracias al encierro que soltó, hayan vuelto a nuestras cabezas los nombres de grandes toreros que sabían qué hacer con estos toros, Antonio Bienvenida, Dámaso Gómez, Ruiz Miguel, Palomar, José Antonio Campuzano,Andrés Vázquez, Paquito Esplá, El Cid, y con esos nombres nos ha vuelto el recuerdo de faenas a sangre y fuego, de trasteos por la cara, de muleteos poderosos (de los de verdad, no de los de a tanto el adjetivo), de entereza y de arte, pues no hay mayor arte en los toros que dominar con guapeza la fiera embestida de un toro, entender sus complicaciones y superarlas con oficio y verdad.

Hoy, por primera vez en lo que va de Feria y gracias a la presencia del toro, ha resplandecido en Las Ventas la verdad inmutable de la Fiesta, que viene a redimir a la Plaza vilipendiada, humillada, reducida, enalteciéndola, prestigiándola. Hoy Madrid ha vuelto a ser, tras treinta días de oprobio, la Primera Plaza del Mundo, el espejo de la Fiesta toda, el sitio de referencia: mi Plaza.

Se me olvidaba decir que con el corridón de Victorino se anunciaron Uceda Leal, que dio una estocada soberbia a su segundo; Antonio Ferrera, que naufragó de forma estrepitosa con el quinto. Y Alberto Aguilar, que demostró que por mucho que le apoyen los que le apoyan, está más capacitado para Montealto que para Victorino, aunque diremos en su descargo que se vio solo y desatendido ante las embestidas de sus oponentes, rodeado de una birria de cuadrilla. Resaltemos además a Iturralde y a Grilo, picadores de Uceda y Ferrera, respectivamente.

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