domingo, 10 de julio de 2016

ENRIQUE SOTO EL TORO Y EL CANTE ESTAN DE LUTO



La noche estaba de luto, negra, infame, oscura y triste por la muerte de un torero; un torero modesto, un torero que luchaba por abrirse camino, un torero muy joven que tuvo que ser ahí en la Ciudad del Toro, Teruel, donde un toro de la tierra le segara la vida dejando al toreo huérfano de un gran torero y de una grandiosa persona.
Por ese motivo, la crónica sobre la actuación de otro torero en un escenario flamenco como es la Peña Plomo y Plata hoy será breve, perdóname amigo Enrique, sabes el aprecio y  el respeto que os tengo a todos los toreros, a todos, hombres de oro y hombres de plata, hombres de traje y hombres de corto, todos toreros, todos grandes, todos tocados por esa varita mágica que muchas veces resulta muy injusta, una injusticia que sirve para demostrar lo grande que es el toro, lo grande que es el torero, lo grande que es el toreo, acompañado en esta noche por un cante que rasgaba el alma con las notas de la guitarra de Fernando “El Cali”, unas notas que llegaban al corazón más que nunca con esas notas llenas de dolor ante el cuerpo presente del que unas horas antes daba su vida en el ruedo y que hoy con toda seguridad estará junto al Padre.