lunes, 26 de marzo de 2012

Cantarico que mucho va a la fuente...............

Dice un dicho de nuestro rico refranero, que “cantarico que mucho va a la fuente, al final se rompe”. Todo pudiera ser que algún tonto de actualidad, y que de haber nacido en la "España Negra" hubiera sido escondido tras las cortinas de lienzo moreno basto utilizadas en aquella época; tenga que comerse los añicos del referido “cantarico”.

Un buen amigo y que de esto de toros sabe un “poquito”, me comentó en cierta ocasión que esto no tenia arreglo, ¡Que esto tenia mandanga! Que los de la “mandanga”, y los que sí tienen precio, forman parte de un todo, en el que los intereses, los contubernios no establecidos -sí solapados- el ocultismo, el servilismo, la imagen prostituta y la falta de criterio son patentes.

Pero que lo peor no estaba ahí, lo peor estaba en esa estirpe del “tifus” portavoz y cacique, en esa ralea que “apesta” servil, mansa de manso  traicionero con precio de “criao” con amo, vendido por un plato de lentejas podridas, “pegás” y malolientes a varios kilómetros a la redonda. ¡Tú no entiendes de esto! se mofan argumentar algunos. Ustedes son quienes no entienden, servidores pesebreros, y que a la larga, no sirven ni a sí mismos, hiriendo la Fiesta al cultivar la formación de un aficionado pagador e indolente. Los méritos, se ganan y se contraen a través de una ejecutoria, sea profesional o no, y en esto del toro, como en tantas otras facetas de la vida, nadie regala nada. Nada es dado, ni tan siquiera esto, aparentemente simple, de escribir de toros, salvo que en lugar de ser un mero aficionado con unos conocimientos básicos, séase de idéntica preparación con la diferencia de estar férreamente instalado en el “chalequeo”.

Lo contrario, que alguien escriba crónicas, opiniones o artículos, no perteneciendo a los medios afines al  régimen, perdón, al sistema, y sobre todo que se haga desde la independencia, con la libertad de no tener que rendir pleitesía a nada ni a nadie, equivocado o no, pero sin ningún tipo de censura, sin ánimo de lucro, verdaderamente incomoda y causa desazón.

¡Que distintos son los caminos del toro! Ya lo dijo el maestro Alfonso Navalón “Convertir una afición en profesión no deja de ser un servilismo doloroso, porque cuando el arte que llena el espíritu acaba siendo un medio de vida, necesariamente tiene que perder sinceridad” ¡Que malo era usted don Alfonso!