domingo, 29 de mayo de 2011

Pensamientos a golpe de cincel

No sé con seguridad si es que estoy en un trance psicológico-depresivo o es que estoy entrando en ese otro estado que al igual que la mujer, en el hombre pasa a denominarse pito-pausia. La verdad es que como aficionado a los Toros, escribo estas líneas realmente triste por lo que día a día percibo pueda ser el futuro de una Fiesta tan querida que, de no reaccionar con presteza dando un cambio inmediato, después pueda ser tarde la recuperación de esa grandeza y singularidad que de siempre ha gozado por ser un espectáculo único, y que se va desnaturalizando a pasos agigantados.
El caso es que si he de ser sincero, debo decir que cada vez con más asiduidad siento invadida mi mente con la idea de abandonar todo esto y ocupar mi tiempo de ocio, tranquilo y reposadamente a ese otro arte, que aún sin dejar su vinculación con lo taurino, lo haga alejado de las plazas de toros, peñas taurinas, coloquios y medios de información, basándolo exclusivamente en ese maravilloso hábitat natural del Toro Bravo como es su vida y crianza en el campo, con sus gentes nobles y sabias; alejado de bullicios.
Ese otro arte al que hago referencia, milenario como el toreo, es la talla en piedra. Piedra, dura y a la vez agradecida cuando, como en el buen toreo se da esa categoría que merece lo que se está realizando delante de la cara de un Toro y, sobre ella -la piedra- se sabe “guiar y templar” ese cincel cuan muleta del torero, “llevándolo largo” en su recorrido sobre el plano adecuado, “sin salirse de la suerte”, con un “toque maestro” que lo conduce poco a poco a golpes de caricia, tesón y conocimiento a finalizar la obra, viendo convertido un trozo de mineral virgen en una pieza de arte irrepetible aunque, al día siguiente se vuelva a realizar el mismo trabajo sobre otra piedra. Todo esto es algo que guarda mucha similitud -aunque con un matiz diferencial- a esa faena cumbre, artística, que un torero realiza ante ese Toro que sale por la puerta de toriles y que jamás le podrá volver a realizar algo similar por encontrarnos ante un arte que por singular y sublime se convierte en efímero; y que a diferencia de la obra en piedra, que esta si puede contemplar cualquier persona todos los días una vez transfigurada en arte; esa otra grandeza y magnitud de algo inenarrable que hemos sentido y visto esculpir al torero ante un buen Toro en una faena convertida en obra de arte, solo puede quedar en la mente y la retina del buen aficionado.
Quizá por esas similitudes en ambos artes. Quizá porque -aunque no consiga nada al final- merezca la pena seguir luchando, “haciéndole la guerra” a esos servidores pesebreros, de mal señor a quién servir; y que no se sirven ni a sí mismos, hiriendo la Fiesta al cultivar la formación del nuevo aficionado pagador e indolente que a todo consiente y todo aplaude. Quizá por los buenos amigos dentro del mundillo taurino a los que no puedo defraudar. Y sobre todo por estar plenamente convencido que esa actitud sería huir cobardemente de un mundo que aunque muchas veces ingrato es el real; sea el motivo principal del comprensible milagro que después de mucho reflexionar pueda decidir seguir adelante, aunque hay cosas que jamás llegaré a comprender. Como ejemplo me obligo a señalar, como se están desarrollando los acontecimientos en la primera plaza del mundo, Las Ventas de Madrid. Esto es tema que se puede tratar con mayor profundidad una vez acabada, la pretendida -la dejo en pretendida- feria taurina más importante del mundo.


Mi taurina perra Boxer

Circulo Taurino de Baeza

Ganaderia de Fco. Sorando

Peña José Fuentes de Linares

Bodas de Oro del maestro Paquito Esplá

Todo ello con la ayuda de Dios

miércoles, 25 de mayo de 2011

Con Divisa Verde y Oro-Concha Piquer







Pasion por España


Mérida, 23 de Mayo de 2011.-
La pequeña biblioteca pública de La Quebrada permitía empinar la mirada por sobre las altísimas montañas que cortan el horizonte y hunden al pueblo en un pozo de cafetos y bucares por donde serpentea un riachuelo. Aquella ofrecía paisajes extraños,  ciudades con calles y avenidas  anchas y generosas en monumentos, descritos en algún párrafo al pie del grabado. Recuerdo el de la madrileña calle de Alcalá,  con su fuente de Cibeles y al fondo la imagen de un edificio rematado en una cúpula que en mi imaginación solo era posible en las grandes catedrales. Luego los Churumbeles le pondrían música de pasodobles que hablaban de la leyenda del beso y de dos cruces clavadas en el monte del olvido. Uno que otro libro de historia, el Quijote, la gramática de Andrés Bello y algo más que ya no recuerdo alimentaron mi pasión por España. También por México y por el mar, de la mano de enciclopedias de brillante papel glasé con grabados en grises, que describían lugares que aquellos horizontes tan estrechos ponían demasiado lejos ni siquiera para soñarlos. La vida me puso a tiempo en ellos, como en Mérida, cuyas nieves eternas estaban igual de distantes.
En España se encuentran tantos componentes de nuestra identidad mestiza como en el Altiplano o el Caribe, de modo que para conocernos hay que meterse en sus paisajes, saborear sus guisos, escuchar sus sonidos, rezar en sus templos, caminar sus calles y ver una corrida de toros. La literatura permite el análisis pero nada como la experiencia de recorrer la Ruta de la Plata, entrar en los claustros salmantinos, contemplar la tumba de Alfonso X El Sabio en la catedral de Sevilla, recorrer las salas del museo del Prado, deambular por los espacios insólitos de la basílica de la Sagrada Familia de Gaudí, o escuchar las cantaoras de Sacromonte, y en cada uno de estos y muchos otros lugares conocer gente y ganar amigos.
Esas correrías entre taurinas y jurídicas me han permitido conocer a un hombre que decidió echarse al hombro a España y cargar con ella hasta que le alcance la vida. La de fandango y pandereta, la de Frascuelo y de María, la de El Quijote y Sancho, como no; también la de Nadal y de Casillas, la de Domecq y Ponce, la de Ramón y Cajal y Mariano Barbacid. La España íntegra y profunda amasada durante muchos siglos que le hace ostentar sobre su cuero de toro una forma de ser tan particular: pocas sociedades ofrecen una identidad tan inconfundible y tan variada, y ninguna otra ha hecho como España un trasiego generoso y masivo de sus valores y costumbres. Y es la pasión la cepa que permite comprenderlo, como pasión es lo que anima a Juan Lamarca, a quien me refiero: pasión por España.
De cuna mecida en un mar de olivos y viejísimas calles, se le metió la tierra en el alma y cargó con ella a Madrid donde sin dejar su espíritu ubetense se hizo señor de la Villa y Corte. Desde el servicio en el Cuerpo Nacional de Policía ocupó la presidencia de las corridas de toros en Las Ventas y allí expuso por más de 20 años su concepto de España, en la dirección del dramático arte que se dibuja donde el toro es toro y el torero tiene que serlo. Si las instituciones españolas hubiesen seguido el guión lamarquiano establecido en Las Ventas, no se habría repetido la grotesca historia de Fernando VII perdiendo no ya América, sino empobreciendo sus esencias y su liderazgo en Europa.
Rodilla en tierra ante Dios y cara alta ante los hombres: gallardo, elegante, marcial y bien educado, se dobla ante las emociones: le he visto sus ojos humedecidos cuando se le aglomeran sus sentimientos por España y por los toros, que son una misma cosa. Portador de valores éticos, buen lenguaje, metafórico o directo según las circunstancias, buen lector y apasionado; es decir, español con el carácter del mejor vino y la casta de un Pablo Romero.
Hace días subíamos por la Puerta de Alcalá hacia la Gran Vía y me vino a la memoria aquel grabado de mi pueblo. Esta es una de las calles más bella del mundo llena de luz, espléndidos edificios  y grandes significados: Allí está la iglesia de San José donde se casó Bolívar y muy cerca el Cristo de Medinaceli, símbolos de una manera de ser y de sentir.
Hay que andar por los caminos de España y tratar personas como don Juan Lamarca para saber quiénes somos, apreciar el temple del gentilicio y la riqueza de una cultura que tiene en él un incansable pregonero.
Fuente.- Fortunato González Cruz. Catedrático de la facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes y fundador y director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni".

 D. Juan Lamarca y D. Fortunato González

lunes, 23 de mayo de 2011

Un amigo de Honor y con Honor

Nada resulta más fácil que hablar de Juan Lamarca. Su afición por los toros, su patriotismo -algo tan español y fundamental que algunos se van encargado de convertir en algo protervo- así como su amor por una España unida, no convertida en un reino de Taifas, sin engaños ni vergüenza -¿por qué hay que tenerla?- lo colocan en una posición personal dignísima y de español de los de toda la vida de Dios. No es por nada pero puestos a elegir entre ser español de “los de siempre” y ser español con influencias anglosajonas, me quedo con el primero de todas, todas.
Son tantos y variados los valores que he observado y aprendido junto a Juan Lamarca que tener el honor de encontrarme entre los amigos con que cuenta este taurino e ilustre ubetense, me enorgullece como persona y aficionado a los toros. Aficionado taurino y servidor del orden y del ciudadano, como decimos por aquí abajo en esta comunidad que llaman cortijo, ¡cazi ná lo del “oho” y lo llevaba en la mano!
Servidor del ciudadano he dicho. Así es, el amigo Juan ha hecho posible en algún que otro ambiente familiar ese dicho tan conocido que dice “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma”. Por motivos que no voy a relatar, ha hecho en más de una ocasión feliz a una gran aficionada a los toros que, si por ciertos motivos no ha podido asistir a los actos donde ha actuado o presidido, ha posibilitado el encuentro en su propio domicilio, honrando con su presencia la humilde morada pasando un buen rato de tertulia en compañía de un “Jerez” y dejando su amistad en dicha casa, caso de Javier Hurtado o Carlos Ruíz Villasuso, periodistas presentadores de Tendido Cero de Televisión Española; así como otros ilustres personajes que han acompañado a Juan en sus visitas a las ciudades de Ubeda o Baeza.
Personalmente en mis visitas a Madrid donde acudo puntualmente a ver alguna corrida de toros en la Plaza de Las Ventas, no he podido tener mejor anfitrión, además de estar siempre en compañía de las amistades y amigos de Juan, del mismo modo ya, amigos míos.
Del porqué del homenaje a Juan Lamarca, para todo aquel que no lo sepa estuvo ejerciendo durante casi tres décadas la función gubernativa en la Plaza más importante del mundo, Las Ventas de Madrid, función ejercida con rectitud, orden y buen criterio, y que si en ocasiones sus actuaciones originaran ciertas polémicas, el tiempo transcurrido desde su apartamiento de la presidencia -cinco temporadas ya- ha conseguido que su estima y valoración de su largo y brillante quehacer, incluso el amplio sector profesional taurino. Con este bagaje, además de su intachable trayectoria como miembro del Cuerpo Nacional de Policía, pienso son suficiente aval para considerarlo entre los Presidentes más preparados y fiables que pueda gozar plaza alguna.
El escritor Antonio D. Olano dijo en la presentación del homenajeado que  por la Puerta Grande salen los toreros que consiguieron un par de orejas y que, felizmente, no las han tenido que recoger en la enfermería. Por ese portón del triunfo deberían salir, con discreta presencia, determinados ganaderos. Y una figura, la del presidente de la corrida, en ocasiones ovacionado o abucheado, según sus decisiones casi nunca arbitrarias, a las que les obligan toros y toreros. Juan Lamarca, un aficionado con marchamo de gran figura en la historia del más hermoso espectáculo del mundo.
Muchos han sido los insignes personajes del mundo taurino como empresarios, ganaderos, apoderados, así como también del mundo periodístico, literario y político que se han dado cita en tan merecido homenaje, entre ellos podemos citar al mencionado escritor Antonio D. Olano, el periodista Ricardo Díaz-Manresa, el catedrático Fortunato González, un amigo especial por su alta significación en la llegada y arraigo del Círculo Bienvenida en Venezuela desde la ciudad de Mérida, y como fundador y director de la Cátedra de Tauromaquia de la U.L.A. merideña, el jurista Nuño de la Rosa, José Mª Álvarez del Manzano, quien fuera alcalde de Madrid, José Luís Lozano, apoderado, ganadero y empresario taurino, Jorge Guevara, cronista hispano-ecuatoriano, testigo durante más de dos décadas de la presencia y actividad del ex presidente Lamarca en la feria de “Jesús del Gran Poder” de Quito y de la fundación en esta capital y en la ciudad de Riobamba de los correspondientes Capítulos Bienvenidistas, el escritor Fernando Claramunt, Presidente del Círculo Bienvenida, José Ramón García, Secretario General de la misma entidad taurina y que relató el inicio de la amistad con Juan Lamarca gracias a su común afición a los toros desde aquel lejano día en que sus servicios de abogado penalista le llevara a la Comisaría de destino del homenajeado.
La periodista Elia Rodríguez, creadora y directora del programa taurino “es Toros” de la cadena “es Radio” de la cadena de libertad Digital, fue la encargada de hacerle entrega de un galardón como homenajeado y el conocidísimo Miguel Flores, cerró el acto con uno de sus célebres poemas.
Contar entre los amigos de Juan y oírle comenzar su oratoria recordando su ingreso en el prestigioso Cuerpo General de Policía donde el sacrificio y la vida de sus miembros y amigos, era ofrenda común en el altar de una patria grande y libre, con un recuerdo especial a las víctimas del terrorismo en esta hora en que sus verdugos han sido legalizados por la traición de las instituciones, es todo un ejemplo a seguir para todos los componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de cómo son estos servidores del orden y la ciudadanía.
Quisiera despedirme con unas palabras del propio Juan Lamarca que con oírlas describen perfectamente la grandeza como persona que atesora el amigo Juan: “No supone ningún mérito en mi persona ser y sentirse español, ni ser ni sentirse aficionado a los toros, es lo natural, es lo que cualquiera de ustedes hace en todo momento..."
Con estas palabras el genuino Juan no demuestra otra cosa que el garante que lleva izado a su persona, el cual siempre ha mantenido, demostrando su españolidad y afición por lo más español como es nuestra fiesta taurina. Como tú mismo dices amigo Juan: ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA FIESTA NACIONAL!
Felicidades por ese más que merecido homenaje. Nos vemos en la capital del toreo, nos vemos en Madrid.


En mi ultima visita a Las Ventas

Con Mª Dolores Navarro en Baeza

En el Circulo Taurino de Baeza

En el Casino de Baeza

En el Palacio de los Salcedo


En mi Rincon Taurino






A la sombra de un Ciprés

A la sombra de un ciprés esa fue la sensación que percibí el día que conocí al maestro Ángel Luís Bienvenida y me fotografié a su lado. A la edad de 80 años en aquella Feria de Otoño de Madrid, el torero Ángel Luís, componente de una de las dinastías con más solera del orbe taurino de todos los tiempos, los “Bienvenida”, mantenía su esbelta figura preñada de torería, alto y derecho como el árbol mencionado.
Personalmente tuve el privilegio de charlar unos minutos con el maestro en dos ocasiones, una de ellas en visita a Úbeda junto al insigne Juan Lamarca, la segunda en el patio de arrastre de la referida Plaza de Las Ventas en la Feria de Otoño de 2004.
Recuerdo que tras la pequeña charla al saludarle, le solicité si tenía inconveniente en que posara junto a él para tener el recuerdo junto a un miembro de una de las más grandes dinastías que ha dado el toreo. El maestro Ángel Luís accedió amablemente con esa sonrisa tan habitual y característica en los “Bienvenida”.
He de decir que hacía un día de “perros”, de esos que el aire, frío y molesto no deja entrar en calor, al posar para la fotografía que guardo como “oro en paño”, llamó la atención al fotógrafo diciéndole: Un momento muchacho -era mi hijo mayor- me pongo bien el pelo que salgamos “en condisiones”, como si de un modelo se tratara se atusó su cana cabellera movida por el fuerte viento y exclamó “Ya puedes disparar niño”, una vez tirada la foto comentó: “Ea, que la conserve muchos años”. Fue un 10 de octubre de 2004, no conseguí verle de nuevo para que me estampara en la misma una dedicatoria, pero a buen seguro que será conservada mucho más tiempo del que yo resida en este mundo. ¡Gracias Maestro! allá donde esté.
Si hay toreros antiguos a quien tenga un respeto especial es a los “Bienvenida”. Parte de “culpa” y que lea cuanto puedo sobre esta dinastía de toreros es mi estimado amigo Juan Lamarca dada la vinculación que existe entre él y el Círculo Taurino “Amigos de la Dinastía Bienvenida” de la cual es su vicepresidente.
Qué suerte la mía haber podido tener el privilegio de conocer en uno de mis viajes a Madrid al último de esta famosa dinastía torera, Ángel Luís. En posteriores visitas en que he tenido ocasión de acudir a algún acto programado por la entidad mencionada, del mismo modo he podido compartir charla con uno de sus hijos, el también torero Miguel Mejías ¡Qué gran honor conversar con un nieto del Papa Negro!





 

La bendita locura del toreo

México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí. Esta es la estrofa de una célebre canción dedicada a México. Y es que hoy les voy a hablar de México, bueno, mejor dicho de un torero mexicano de Monterrey.
La semana pasada se publicó un artículo titulado “Lo que el tiempo se llevó”, y queramos o no, el tiempo nos quita la juventud pero jamás las ganas de vivir y; a un aficionado taurino, jamás le puede quitar las ganas de vivir en TORERO.
Este es el caso de mi amigo Juan Antonio, mexicano con un apellido español y muy torero en el ámbito taurino español como es Ortiz. El amigo Juan Antonio empezó a torear en el año sesenta y se retiró en 1977, pero esto como él mismo dice, es un veneno que no puede quitarse, por lo que a sus 65 años aún torea entre tres o cuatro festivales anuales ¡el toreo es grandeza! y como tal ¡que grandes los hombres que lo componen!, sea cual sea la faceta en la que lo desarrollen.
Haciendo un poco de historia diremos que España siempre ha estado muy unida a México; en el siglo XVI, se produjo la primera exportación de vacunos de estas tierras al Nuevo Mundo. Conocedor de la agresividad y la embrionaria bravura de los vacunos navarros, Juan Gutiérrez de Altamirano, primo de Hernán Cortés, se encargó en 1528 de llevar hasta tierras mejicanas doce pares de toros y vacas de Navarra. Con estos animales se creó la primera ganadería brava en América, siendo conocida con el nombre de Ateneo, denominación de la hacienda a la que fueron trasladadas estas reses, cuyos descendientes sirvieron de base para las primeras fiestas con toros celebradas en México.
Juan Antonio Ortiz es de una ciudad que desprende taurinismo por los cuatro costados. La primera corrida que se efectuó en la ciudad de Monterrey fue en 1798, con ocasión del recibimiento del nuevo gobernador, General Juan Francisco de Vergara y Mendoza. Otras plazas que tuvo Monterrey son la  llamada “Del Convento”, construida en 1860. Hubo otras dos plazas de toros menos famosas, la “de los Guerra” y otra más en la calle de Guerrero. Después vinieron plazas como la del “Cinco de Mayo”, inaugurada el 5 de junio de 1885, en esa plaza se presentó el primer matador de toros español que visitó México, Francisco Gómez “El Chiclanero”. La plaza de toros de Santa Lucía, inaugurada en 1893 por Carlos Borrego "Zocato". En esa plaza actuaron los que formaban la flor y nata de la torería de la época, entre otros destacar a Luis Mazzantini, Antonio Fuentes, “Cocherito de Bilbao”, Chicuelo padre, “Cuatro Dedos”, Antonio Montes, “Machaquito” y “El Gallo”. En 1908 fue inaugurada la primera plaza denominada “Monterrey”. La lucha se estableció entre ese coso y el de Santa Lucía, con gran contento de los aficionados, pero con un resultado económico tan desastroso que al fin tuvieron que fusionarse las dos empresas. Dicha plaza postinera que contaba con 7.000 espectadores, la inauguraron Rafael Gómez “Gallito” y Enrique Vargas “Minuto”, con toros de Malpaso. Por tal plaza desfilaron toreros como “El Gallo”, Gaona, Belmonte, Pablo Lalanda, Vicente Segura, Marcial Lalanda, Manolo Jiménez “Chicuelo”, José González “Carnicerito”, "Facultades, Jesús Solórzano o Juan Silveti entre otros y dicha plaza fue destruida en 1929, habiendo salido como sobresaliente en la última corrida Lorenzo Garza. El 31 de mayo de 1931 se estrenó la placita de Guadalupe. El 9 de agosto de 1931 se inauguró la plaza de toros de Cadereyta Jiménez, con el mano a mano entre “El Tato” y Heriberto García. El 5 de mayo de 1937 fue estrenada la plaza “La Feria” con un cartel de tronío, Armillita y Garza, mano a mano.
También en Monterrey ha habido matadores de toros, de principios del siglo XX se cuenta a Francisco Salazar, Jesús Brondo y Alfonso Zambrano. Y picadores como Francisco Olvera “Berrinches” y José Gutiérrez “Pisones”.
Monterrey cuenta con una de las Peñas Taurinas más antiguas en México, con casi 50 años de antigüedad.
La cantera de Mexicana es una de las más prolíferas, en la actualidad cuenta con toreros como Efrén Rosales y Alejandro López de Aguascalientes, Armando Montes de Zacatecas, Luís Ignacio Escobedo de México D.F., Adrián Padilla de León Guanajuato, Alejandro Corona de Morelia Michoacán, Jesús Garza de Monterrey, David Vizcaya y la mujer torero Vanesa Montoya de la ciudad de México D.F. sobrina de Curro Puya “Gitanillo de Triana” y nieta de Joaquín Rodríguez “Cagancho”.
Entre otros Personajes de Monterrey podemos nombrar a Luciano Sánchez “el Gallo”, en su juventud fue aspirante a matador de toros, banderillero libre, y excelente sastre de toreros, sus monteras, las mejores del mundo, cuando llegaban a la ciudad los matadores españoles, se llevaban al mínimo una montera suya, entre ellos podemos citar a Paco Camino, Ordóñez, Antoñete, Capea, Mondeño, Ortega Cano, y últimamente, Ponce, El Juli, Morante, y José Tomas. Creador de una cuadrilla de niños toreros, sus hermanos Gerardo y Gilberto pertenecían a ella, además de Beto Martín, Jorge López, Jerónimo Flores, Héctor Guajardo, Ezequiel Ayala, Guadalupe Almaguer y Esteban Moreno “El Durango”.
El amigo Juan Antonio visitará próximamente España y estamos en contacto para que llegando las expectativas a buen puerto, una de sus visitas sea a Ubeda, donde la Peña Taurina “Carnicerito de Ubeda” invitará a este torero mexicano para acompañado de nuestro titular, programar una tertulia taurina que con toda seguridad será de lo más amena, poniendo así de manifiesto tanto el cariño como las cosas en común que tenemos los aficionados de ambos países.


El regiomontano Juan Antonio Ortiz


Un derechazo del torero mexicano


sábado, 21 de mayo de 2011

El Campo Bravo de Jaen

Ser aficionado a los toros significa mucho más que el simple hecho de acudir a ver un espectáculo taurino. Tampoco es el mero hecho de ver a las grandes figuras salir de un hotel o esperar cuando salen del coche de cuadrillas a la entrada a la plaza.
Todo eso es muy bonito pero están los principios, duros y dolorosos principios en un camino que no se le ve la meta, unos llegan, los menos, otros se quedan a mitad de ese camino y jamás consiguen esa meta tan ansiada.
Pero hay algo que se aprende de todo esto y que el buen aficionado siempre tiene presente, respetar a todo aquel que se viste de luces y del mismo modo a quien de una manera u otra, aunque no lo haya conseguido, haya probado suerte en esta dura pero la más bonita profesión del mundo.
Aquí os muestro lo que brevemente os describo, la dureza de los principios de estos jóvenes chavales que con unas clases prácticas se enfrentan por primera vez a una becerra y que aunque caigan una y otra vez, algún día muchos de ellos vemos en lo más alto.
Mi homenaje a todos estos chavales para que sirva como ejemplo este alumno de Jaén, no cesen en el empeño y luchen duro para conseguir sus sueños. Suerte chaval. Aqui vemos el ejemplo de lo que es tener un buen maestro como Joselito Rus.

 Una señora vaca para un principiante


Duros son los principios







El maestro Joselito Rus en una lección práctica




El alumno que toma bien la lección







Aqui se ha sentido el chaval, bien

Natural de buen trazo



Rematando con la derecha

Por otro lado os presento una foto curiosa, en las plazas de toros aún no los hemos visto, pero es posible que algún día podamos ver a algún picador venido de allende los mares, todo se andará porque afición no le falta a este muchacho.





viernes, 20 de mayo de 2011

Lo que el Tiempo se llevó


Una tarde de miércoles de cuantas dispone el año, una tarde más en muchos ámbitos de la vida de muchas personas; en particular no ha sido así, no ha sido una tarde de miércoles cualquiera.
A la hora en punto acordada nos hacemos presentes a las puertas del cortijo de la finca “Cerropelado” donde pasta la ganadería de los Herederos de D. Gregorio Garzón Valdenebro, mi jovencísimo amigo Pepe del cual ya les hablaré y quien les escribe.
D. Iñigo Garzón así como su mayoral Luís nos dan la bienvenida como de costumbre. A los pocos minutos y puntual a la cita se hace presente el mayoral de D. Juan Pablo Jiménez Pasquau y picador de toros Santiago Sánchez que al observar en la lejanía del camino que conduce a la finca la llegada de un vehículo todo terreno, nos imaginarnos de quien se trata como así se hace fehacientemente a la llegada del mismo, el matador de toros madrileño Raúl Velasco acompañado del banderillero Roberto Ortega y el conocido taurino Gil, quienes se encargarán de realizar las faenas de tentadero que dentro de breves momentos van a comenzar.
Como de costumbre y tras haber dejado la placita de tientas en óptimas condiciones para la lidia, nos disponemos a vestir al caballo de picar e ir apartando en las distintas corraletas que componen el embarcadero de la finca, a las becerras que serán examinadas esta tarde según el orden de salida que haya impuesto el amigo Luís, su mayoral.
Esta tarde se barruntaba distinta a otras, acompañando al banderillero Roberto camino de la plaza de tientas me comenta que la tarde es de triunfo, aunque el cielo está gris, el viento se ha echado y la temperatura es ideal, incluso unas gotas de lluvia durante la faena serían buenas para torear y que influía positivamente en los animales; además esta tarde se lidian sus congéneres en Las Ventas y seguro las becerras harán honor a su estirpe, le contesté; y así ocurrió. Acabado el tentadero recibimos noticias que José María Manzanares cortó dos orejas al de Núñez del Cuvillo saliendo por la Puerta Grande de Madrid, resultando la tertulia en el cortijo tras la faena de campo de lo más amena e instructiva.
La tarde no pudo dar más de sí positivamente hablando, el torero Raúl Velasco realizó unas faenas al más puro estilo campero, gustándose y toreando para él mismo una vez la becerra fue supervisaba por el señor ganadero. Raúl Velasco para quienes le conozcan es uno de esos toreros que basan su toreo en el clasicismo, su pureza en el manejo de la muleta lo convierten en uno de los diestros que gustan al buen aficionado. Raúl es nacido en Madrid, debutó con picadores el 2 de septiembre de 1996, presentándose en Las Ventas el día de San José de 2003 ante reses de Nazario Ibáñez. En esta misma plaza se despidió de novillero el 19 de mayo del mismo año, alternando con un torero muy allegado a nuestra Peña Taurina “Carnicerito de Ubeda” como es Luís Miguel Vázquez. El doctorado fue el 22 de septiembre de 2007 en Villaviciosa de Odón, con reses de “El Torreón”, su balance en tan importante fecha para un torero fue de cuatro orejas y sus compañeros de cartel fueron Antón Cortés y Salvador Vega.
Muchos y buenos momentos hemos podido vivir este año durante las faenas de tienta y selección en esta casa ganadera, pero esta tarde de miércoles ha sido una de la que más matices ha marcado de cuantas hemos asistido, siendo muchos los motivos.
En esta casa siempre se tiene de parte del señor ganadero una atención exquisita a los invitados que quieren probar “suerte” delante de una becerra tras su pertinente examen, y esta tarde ha sido especial, una tarde de tentadero donde la placita de tientas se ha convertido en aula para jóvenes alumnos así como añejo púlpito para viejos aficionados prácticos, ha valido la pena estar más de veinticuatro horas hasta volver a coger el tálamo y dar descanso a un cuerpo ya agotado por las horas y el esfuerzo.
Asistir a un tentadero donde todo ha salido a pedir de boca es un goce difícil de narrar; ver disfrutar a un ganadero altamente exigente con lo que están demostrando sus productos ante el caballo y la muleta de un torero que les ha exigido igualmente, obligándolas mucho por abajo, templando la embestida y consiguiendo que se desplazaran hasta donde el brazo del torero les marcaba el final del trazo del muletazo como ha sido el caso, más difícil todavía.
Después como he comentado, se da paso a los aficionados. Me encanta esta parte del tentadero, el joven alumno que me acompaña, tras la petición del permiso reglamentario con la educación que exige el protocolo -siendo lo más parecido a cuando el maestro en una Plaza de Toros solicita permiso al Palco Presidencial- este se dirige a la res, silencio absoluto de campo, solo se escucha el respirar de la becerra y las explicaciones que el señor ganadero confiere al neófito que atento en todo momento, lo realiza al pie de la letra con el estilo y sentimiento personales que cada torero confiere a lo que realiza ante la res. Por último el aficionado práctico, más prudente y temeroso dada su edad; intenta consiguiéndolo a veces, dibujar un par de derechazos o naturales que le mantendrá ese “gusanillo” que nunca muere, adormecido por un tiempo que varía según sea el nivel de afición.
En el camino de regreso, después de sentir ambos esa enorme satisfacción de poder haberse medido ante una becerra y vencer esa línea imaginaria que marca el valor y el miedo interior, hay algo que sustancialmente les diferencia en cuanto a pensamientos. El joven alumno solo hace un comentario que palpablemente se refleja en un rostro que irradia felicidad “esta noche no voy a poder dormir”.
El viejo aficionado práctico ríe, calla y no dice nada, solo piensa. La satisfacción, aunque de igual modo la siente, la exterioriza menos aunque el pensamiento no cesa; muchas cosas inundan una mente que no puede dominar. ¡Qué pena! por lo que el tiempo se llevó. El tiempo, el maldito tiempo que ha pasado sin apenas darse cuenta en un abrir y cerrar de ojos, y lo peor es que se lleva con él -sin hacerle falta- lo más importante, algo a lo que ya no se puede opositar como es la juventud, la fuerza y el vigor de años pasados y que ahora vuelve a renacer al lado de una joven promesa.
Bien es verdad que a cambio de esa juventud se recibe madurez, experiencia; pero en esto del Toro, un mundo que es distinto a todo ¿para qué sirven? si no van acompañadas de eso que llaman “Divino Tesoro”. Por eso es la profesión más bonita del mundo, por eso es tan difícil y por eso solo las mentes privilegiadas y poderosas optan a ser grandes en esto tan español que jamás podrá desvanecerse y que ha venido denominándose Tauromaquia.

 Con el maestro Raul Velasco

El maestro Raul Velasco

La joven promesa

El viejo aficionado