jueves, 26 de mayo de 2016

CUANDO SE ABANDONA EL ALMA


No sé por dónde empezar, hoy me encuentro en un estado de ensoñación que no se verdaderamente si todo lo ocurrido ayer fue verdad o es parte de esos sueños que una persona quiere hacer realidad.
Soy aficionado a los toros desde muy pequeño y aunque sin intentar ser torero ni dedicarme a ello, llegué a torear unas cuatro veces ante el público. Será por ese motivo que a pesar de los años pasados, esto de la afición al toro resulta tan fuerte y especial que como he dicho muchas veces, sin ponerme el “chispeante” me he sentido y sigo sintiéndome torero. Lo sé, es una palabra muy fuerte a la que hay que tener muchísimo respeto, pero yo la puedo decir; y lo puedo decir por el respeto que les tengo a estos hombres tan especiales, y porque cuando estoy con ellos dada mi afición a ponerme delante de alguna res, intento tomar buena nota de todo cuanto los maestros hacen o me indican.
El pasado sábado tuve la oportunidad de parar y torear una becerra, así como compartir una segunda con el maestro “Carnicerito de Úbeda”, una vaca sensacional de encaste “santacoloma” que me permitió estar muy a gusto delante de ella y conseguir muletazos que me inundaron el alma, claro está y siempre a petición mía con las indicaciones del torero de Úbeda, algo que considero muy importante para todos aquellos que empiezan e incluso como es el caso para un aficionado que por mucho que toree, jamás podrá ver la situación como un profesional desde un burladero; a mi así me parece, así lo hago y la verdad, me funciona muy bien tanto en fiestas como en tentaderos, las sabias palabras e indicaciones de un buen profesional es algo importantísimo para un neófito en la materia.















Pienso que el respeto es algo fundamental entre personas, hablando de aficionados a los toros, esto hay que ejecutarlo en grado superlativo hacia todas aquellas personas que componen profesionalmente la familia taurina, ya sean matadores, picadores, banderilleros, ganaderos, apoderados, mozos de espadas e incluso al chofer de la cuadrilla. Y digo esto porque personalmente así he sido tratado generalmente y puntualizando, he de decir que en casa de D. Iñigo Garzón, tanto por su parte como por toda la familia, el trato tiene catalogación de “Ussía”.
Ayer nuevamente el señor ganadero me fue guiando en cuanto a lo que tenía que ejecutar delante de las becerras y la tarde se convirtió en algo que ni el cerebro ha sido capaz de soñar. Si he de decir porque así lo es en justicia que el único que en muchas ocasiones como la de ayer delante de una respetuosa y astifina vaca, fue el señor ganadero; declarar que en el tiempo que me lleva observando en su casa me crezco ante las vacas más difíciles, es algo que me hace crecer como persona y como aficionado. No en vano ayer pude gracias al conocimiento que tiene de sus reses, bravas, nobles y dulces como la miel; perder la noción del tiempo, meterme en unos terrenos donde se abandona el alma, algo tantas veces escuchado y que ya he podido experimentar gracias a sus indicaciones.
No olvidaré las palabras del para mí por edad un “niño” con todos mis respetos hacia este hombre que se viste de luces como es “Michelito”, salir del burladero y decirme: “Señor, tenga usted cuidado, es una vaca muy respetuosa y tiene dos astifinos pitones”, la preocupación del torero hacia mi persona, esas palabras que vi, surgidas de una garganta como desfallecida, no se me olvidarán en la vida.
Tampoco olvidaré aquella tarde ante el novillo que indultara Adrián de Torres donde todo el mundo asistente se puso en “guardia” cuando decidí dar unos muletazos y de nuevo el señor ganadero pidiendo tranquilidad, guió mis movimientos y colocación, logrando unos bellos muletazos a una res que se le perdonó la vida para dar savia nueva en la ganadería.


































Y como no, agradecer del mismo modo a mi torero, del que siendo presidente de su Peña Taurina, “Carnicerito de Úbeda”, tomo buena nota de las lecciones que le escucho cuando voy a ver su entrenamiento diario con otros toreros.
“Carnicerito de Úbeda”, indistintamente de que en la actualidad sea el presidente de su Peña, es especial, en un torero que te hace sentir el toreo hasta en los entrenamientos, es un torero que siempre tiende la mano y ayuda a todo aficionado; y digo indistintamente de ser el presidente de su Peña Taurina porque ayer en la tertulia habitual post-tentadero que suele celebrarse en el salón o porche del bonito cortijo de Cerropelado, una vivienda que data del 1850 nada más y nada menos, escuchar junto a sus paredes de gruesa piedra tanto a aficionados, profesionales o como es el caso de ayer al empresario José Manuel Rodríguez Vélez, decir que “Carnicerito de Úbeda” es uno de los grandes toreros y que su toreo resulta de lo más fino y elegante, es algo que como presidente de su peña o como aficionado a los toros te puede llenar de alegría, pero que como amigo y persona que le quiere ya es algo que no puede explicarse, llegando a emocionarte por completo, así es el toreo amigos o por lo menos así lo siento yo. ¿Locura, ambigüedad?, no amigos no, sentimiento y verdad, dos de los muchos y grandes conceptos que tienen tanto el toreo como estos hombres especiales y singulares que son los toreros.
No quiero cansaros más amigos, ahora quiero volver a soñar, quiero volver a revivir aunque solo sea de pensamiento lo vivido este fin de semana pasado y  comienzo de esta. Quiero seguir con mi “locura”, quiero seguir siendo “torero” hasta el fin de mis días.
Gracias a todos, gracias por hacerme sentir, gracias por darme vida. Ahora hasta los próximos herraderos quedan las visitas al campo, visitar a “Pregonero”, mi toro amigo; visitar a “Mirita”, la vaca que me hizo soñar una tarde de primavera, disfrutar de las noches de luna sentado en el porche del cortijo junto a la palmera que balancea la suave brisa que también habla de toros en las noches de estío. Un saludo amigos.