lunes, 9 de noviembre de 2015

TORERO, SIEMPRE TORERO


Y ser torero es:
Tener otra carne, alma, pasiones, piel, instintos y deseos, es otro ver el mundo, con el sentido grande, el sino de la conciencia, la música en los nervios, fiereza independiente, alegría con lágrimas y la pena, la vida y el amor ensombreciendo, odiar lo rutinario, el método que castra, embeberse en el temple, en el vino y los besos, convertir en un arte sutil, de capricho y libertad la vida sin aceptar el hierro de la mediocridad, poner todo a un envite, saborearse, darse, sentirse, vivir, así eres tú, así es como te siento.

Cuando un día te levantas y te encuentras con un mensaje como estos, la vida de un aficionado a los toros, la vida taurina de un humilde aficionado práctico se convierte en lo más maravilloso que puede haber sobre la tierra y da gracias al Creador por haberle hecho partícipe de vivir y sentir a tan bellos animales, por un lado la Mujer, por otro, al Toro bravo.
Toros Bravos, Bellas Mujeres, Vino Fino y Cante Grande ¿Nos puede deparar la vida algo mejor para el corazón de los que nos sentimos Toreros sin serlo?
Dios creó al Toro Bravo y a la Bella Mujer para que el Hombre hecho Artista regara con un buen Vino Fino esas cuerdas vocales y le dedicara a ambos esos Cantes Grandes que los llevaran al Paraíso estando aquí en la tierra.

Mujer, ni a tus ojos ni a tu cara 
yo le encuentro explicación; 
es tu belleza tan clara 
que a mí me da la impresión 
que eres de un cuento de hadas

Mujer, tú que pronto supiste a quien iba dirigida la carta a Mi Amor Eterno, gracias por tus palabras y, haz de saber una cosa; si por azahares del destino no hallases mis pasos, búscame en la oscuridad de la noche, al acabar el camino que me lleva a mi paraíso en la tierra, me encontrarás sentado, justo allí estaré, iluminado por las estrellas en las noches de verano, por la viva luz de la leña de encina en las noches otoñales y frías de luna llena.
Siempre le escribiré a mi amor, ese gran amor, dulce, bello y tierno como una flor que me da con su cuerpo mi alimento, dulce miel que libo de su aliento, de su fuerza, del poder natural de su fiereza, una fiereza que a la vez es bravura, es nobleza.
Decirte Mujer que siendo hermosa, diosa del universo con ese don que Dios te dio de ser eterna creadora, en mi alma queda tu grandiosa admiración, porque en ella se revela tu sagrada belleza, eres musa, flor de primavera, fuente de agua viva que brota de las entrañas de la tierra con la fuerza de un ciclón, plena belleza serena y un grandioso encargo de Dios.