Muchas veces he pensado en mi retirada y que con su pan se lo coman; pero después de lo ocurrido en Madrid con Juan Mora y leyendo las palabras de Andrés Vázquez aún me siento más comprometido y con menos ganas de abandonar.
Si lo que Juan Mora “dijo” sobre la arena de Madrid fue grande, no lo fueron menos las palabras del torero Andrés Vázquez.
Lo de Andrés Vázquez no solo fue un acto en homenaje a un gran torero y gloria de la Castilla eterna, sino que todas las intervenciones se asociaron al estado actual de la Fiesta Nacional, y por todos se reivindicó la pureza del torero y la integridad del toro. No en vano estaban presentes dos máximos artífices de tan noble causa como Victorino y Andrés Vázquez. El primero manifestó con orgullo y vehemencia que su afán fue siempre hacer el Toro para la Fiesta y para el aficionado, y el matador reivindicó la integridad del toro exigiendo que este “debiera salir a la plaza tal como lo parió la vaca”, y afirmando que “el peligro para la pervivencia de los toros no está en los anti-taurinos, sino en los ganaderos y toreros actuales que, de seguir así, podrían acabar con ellos”. Yo añadiría que del mismo modo es culpable el que asiste a ver ciertos espectáculos por no decir la mayoría de ellos, servidor, el primero.
Su concepto del toreo, el relato de sus difíciles inicios con el recuerdo a personas que le ayudaron como los Dominguín y sus afectos a Manolo Lozano, precedieron a las emocionadas palabras de gratitud a Madrid -la más importante Plaza del mundo afirmó-, a su afición; terminando entre una larga ovación -y como del mismo modo quiero acabar este “caleidoscopio personal”- con un ¡Viva la Fiesta! y ¡Viva España!
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