En tiempos pretéritos, el
traslado del ganado bravo - incluso ganaderías enteras - se hacía a pie, por
las vías pecuarias (cañadas reales, cordeles y veredas) que recorrían la
península ibérica; mantenidas por el Honrado Concejo de la Mesta (extinto en
1836 y sustituido por la Asociación de Ganaderos del Reino) que regulaba la
trashumancia.
Llevar una corrida, por
ejemplo, desde tierras de Andalucía hasta San Sebastián, era toda una odisea
que podía durar tres meses. El “encierro” - tropel de toros,
cabestraje y vaqueros a caballo - discurría por polvorientos caminos y
atravesaba, de anochecida, villas y cortijadas. Las duras jornadas,
interrumpidas en descansaderos y majadas, terminaban al llegar a los arrabales de
la población donde se iban a lidiar. Al clarear el día, los astados eran
conducidos - en rauda carrera - hasta los corrales de la plaza. Tradición
que perdura con pujanza, siendo mundialmente conocidos los encierros de Pamplona. En la provincia de Jaén, son
famosos los que se celebran en localidades como Villacarrillo, Torreperogil y
Arquillos, entre otras. Mención aparte, como festejo popular, merece la arraigada
fiesta del “toro ensogao” que, por San Marcos, tiene lugar en Beas de
Segura y Arroyo del Ojanco.
La
invención de la jaula para el transporte de toros, se debe a Pascual Mirete,
conserje de la antigua plaza de la Puerta de Alcalá, en Madrid, donde se
encajonó el primer burel - del hierro de doña Gala Ortiz - con destino por
ferrocarril al coso de La Barceloneta, lidiándose el 28 de junio de 1863 en la Ciudad Condal. Los
cinco restantes, llegaron andando, con mucho retraso, lo que demostró su indudable
utilidad. Las jaulas, tenían las ruedas y el eje de hierro, siendo extraíbles
para, a conveniencia, situarlas sobre la plataforma del vagón o ser arrastradas
por acémilas o bueyes.
Después, se
empezaría a transportar las reses por carretera, disponiendo hoy de potentes
camiones con carrocería apropiada para sustentar los cajones. Éstos tienen
doble puerta de guillotina en los frentes, trampillas para la ventilación y
paredes revestidas para evitar daño en los pitones y lesiones musculares en las
reses. Un largo viaje y el exceso de calor, puede producir la asfixia del
animal y una pérdida de peso de hasta el diez por ciento.
El tránsito
de vehículos - con el rótulo “Toros de lidia” y el de los transportistas: “Mosquete” (de Salamanca), “Bedmar” (de Navas de San Juan), etc. -
por las calles de Linares; delataba el inminente y tradicional “desencajonamiento”
- espectáculo muy del gusto del aficionado de esta comarca - que estuvo varios
años sin darse por la epidemia de
“lengua azul”. En las ediciones 2013 y 2014 de la Feria de San Agustín, el
anterior empresario Juan Bajo, recuperó con gran éxito el desenjaule en
público, incluyendo la lidia de cuatro novillos sin picadores, como pórtico de
tan importante ciclo taurino.
Salvador Santoro
(Columnista
taurino)
· Nota bene.-
Publicado en la página Web:
http://federaciontaurinadejaen.com, de la Federación Taurina de Jaén, el jueves día 16 de febrero de 2017, festividad de San
Faustino y Santa Juliana.
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