No es pueblo
porque es ciudad, ha nacido un gran torero, se llama Antonio Millán y es hijo
de un carnicero. Quien le dio la alternativa fue un gran torero de España, se
llama Antonio Ordóñez hijo del Niño de la Palma. Granada mora y torera donde
mató los miuras, donde miró su figura Carnicerito esperó y demostró ser una
gran figura.
Con este
precioso fandango de Mercedes, hermana del conocido cantautor ubetense Paco
Ortega, quiero recordar a uno de los toreros más grandes que tuvo España en la
década de los setenta.
Antonio
Millán Díaz, torero al que cantaron al toque de guitarra, fandangos y soleares
a la lentitud con la que mecía su capote. Torero que estableció un toreo
personalísimo frente a los toros, marcando una acentuada belleza en este
difícil arte, logrando poner muchas tardes a la plaza en pie ante una multitud
que aplaudía su saber estar frente al toro, entre otras cosas porque sabía
apreciar lo que estaba sucediendo ante su atenta mirada.
Su estilo
fue Rondeño, de las viejas escuelas, pero sabiendo dar al toreo su propio
criterio, unas añejas alegrías. Formal, galante, educado, íntegro, honesto y
sobre todo valiente, así fue Antonio Millán, dando todas y cada una de las
tardes que vestía el traje de luces un señorío especial, el que merece.
Hablar de
“Carnicerito de Ubeda” en la ciudad que le vio nacer, es convertir el aire
renacentista de sus calles y monumentos en aroma de torería; por ello, en las
Bellas Artes -disciplina de la cual puedo decir algo y donde el toreo como no
puede ser de otra manera, ocupa un lugar privilegiado- lo rectilíneo no dice
nada, no es apreciado o lo es menos. Lo realmente apreciado y difícil de
ejecutar es la conjugación en las curvas, por eso en el toreo, el muletazo debe
terminar tras la cadera del torero, jugando con las curvas, la continuidad de
una con otra sin romper su supremacía hasta finalizar el recorrido natural, ese
el verdadero valor del arte, ese es el buen toreo, así es el toreo que entiende
el buen aficionado, toreo donde las femorales están en juego sin trampa, así es
el toreo que hace vibrar al buen aficionado, como vibramos los que sabemos
interpretar las instantáneas de Antonio Millán en una tarde de toros. ¡Qué
toreo el de Antonio Millán!
Pero al
final, cuando llega la llamada hora de la verdad, hay que cumplir con el rito
de la muerte, dentro o fuera de un ruedo, el peligro acecha en cualquier parte.
Antonio Millán cumplió con ese rito siendo un hombre ya curtido a pesar de su
corta edad. Veintinueve años y ya conocedor del triunfo, cuatro tardes la misma
temporada por la Puerta Grande de Madrid avalan su grandeza como hombre y como
torero.
Ubeda llora hoy su muerte, Ubeda, torera desde que
se entra a ella por cualquiera de sus Puertas. Antonio Millán “Carnicerito de
Ubeda” lo hizo posible, un torero, el torero más grande que ha dado la ciudad y
que en su corta trayectoria tan grandes recuerdos dejó para todo buen
aficionado y perpetuidad de la torería en Ubeda encarnada en la actualidad por
su sobrino Juan Antonio.
Hoy 4 de noviembre se conmemora la tragedia sucedida
aquella tarde de otoño cuando el diestro de Ubeda regresaba de la vecina y
torera Navas de San Juan. Ese fatídico día quiso Dios llevarse a quien constituía
un mito singular entre los diestros de la provincia de Jaén. Un torero caído en
una tarde emocional, torero único para muchos aficionados que aún en la
actualidad guardan en la memoria cuando apenas acaba de finalizar la temporada
taurina precisamente en esta provincia tan torera y ganadera.
Antonio Millán “Carnicerito de Ubeda”, a quien se
recuerda hoy en cada uno de los hogares de los que componemos su Peña Taurina.
“Carnicerito de Ubeda” dejó su vida y su arte vertido en la ingrata carretera entre
esos cuernos inmisericordes de asfalto, tan terribles, negros y traidores.
Se llevó Dios a
Antonio Millán, pero gracias a grandes fotógrafos de la época como
Felipe y Varas nos quedan unos recuerdos imborrables; esto supone el impagable
escaparate donde todos hemos visto lo mejor de su toreo, esos lances templados
de capa, esos derechazos profundos y esos naturales de frente tan de Antonio
Millán; lo grande, el silencio y la nada del diestro ubetense más aclamado de
su época; y para que de ello quedara constancia, se eleva ese monumento como en
los hombros del viento ese momento ensalzado del pase natural del que hoy se
acordarán todos los aficionados taurinos de Úbeda.
Ubeda ha sido, es y será por los siglos de los
siglos, ese lazo de unión eterno en la memoria de un gran torero; Antonio
Millán Díaz “Carnicerito de Ubeda”.
Tu Peña
Taurina, tu pueblo y el mundo del toro te recuerdan. Descanse en Paz un torero
grande.
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