Como el pasado año, el final de fiesta nos tenía reservado lo mejor, si bien los toros de Victorino no recuerdan ni por asomo a lo que fueron, la corrida en general ha tenido chispa, trasmisión y algunos, un peligro evidente.
Hasta ahí, todo más o menos previsible, pero llegaron dos TOREROS, dos matadores de toros que han vuelto a reivindicar la verdad, el oficio, la pureza, la torería y el "parar, mandar y templar" como lección magistral heredada y ya casi perdida.
A. Ferrera, curtido en mil batallas, vuelve a demostrar su solvencia, sólido e inteligente, tiró de oficio con sus dos oponentes, al los que desengañó por el pitón más potable, para conseguir del contrario muletazos verdaderamente importantes.
Diego Urdiales, merece más, su clase, su valor seco, sobrio, sin despropósitos, ni falsas apariencias, su colocación, siempre por derecho, cargando la suerte, su verdad!. Los mejores, los más profundos naturales que se hayan visto, no sólo en esta feria, sino me atrevo a asegurar, en toda la temporada, llevan su sello, en letras de oro, que este es el metal con que se acuña el Toreo de ley.
Hubo carencias, efectivamente, nulos tercios de varas, fallos a espadas y una ausencia, la de un torero que un día fue, pero que ya, ni se le espera...
Fuente Gloria Cantero. Colaboradora de la Comunidad de Murcia para De Catafalco y Oro.
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