domingo, 30 de diciembre de 2012

Las Artes Aplicadas en la Tauromaquia



Hoy quiero mostrar una de mis facetas artísticas, mucho más fácil que la de escribir de toros o ser “aficionado práctico”. Aunque créanse si les digo que delante de una piedra se sientan cosas muy parecidas  a cuando se está delante de una becerrita o novillete adecuado a un aficionado como es el caso. Delante de una piedra hay que conocer los terrenos, sus aristas y sobre todo tener buena medida de por donde se van a trazar las líneas y los toques de puntero o cincel si es una piedra dura o lo es más blanda y, dependiendo de esto se le dan los toques más o menos fuertes para que pueda concluir en triunfo la obra. En la arcilla ocurre lo mismo, al barro hay que acariciarlo para ir modelando la obra como ocurre frente al toro cuando se torea de muleta ¿Verdad que sí Carnicerito, Morante, Curro.......?

 Artista de la piedra en temas taurinos
 Articulo de Carlos González.
Con larga experiencia en actividades artísticas relacionadas con la tauromaquia, José Cisneros, ya en la niñez acompañaba a su padre, componente de la Banda de Música Popular Sansense, titular de las Plazas de Toros Monumental de Barcelona y Las Arenas. Hoy, cuando este autor cuenta con medio siglo de existencia, capeando el temporal y lidiando con la vida, nos muestra el producto de su arte, un arte milenario y español más que ninguno. Ante el ataque a la libertad de las personas que quieren este arte, lo reivindicamos aquí, porque a nadie que no le gusten los toros le obligan ir a ellos, conforme los    han prohibido en una parte de España. Precisamente son los toros y el flamenco los que hacen a España universal.

La piedra, elemento más antiguo utilizado por el hombre para plasmar el testimonio de su arte, es para José Cisneros el medio más moderno y soporte persistente en el que deja la impronta de sus habilidades artísticas. Autodidacta en lo que le gusta, ejerció diversas actividades, hasta la de novillero, que sigue practicando siempre que le es posible. Después se consagra en la que aquí pre- sentamos, y con la que obtiene numerosos reconocimientos.




Mirando para atrás queda su infancia como hijo mayor de cinco hermanos, su etapa de estudiante acabando el Bachillerato en el Instituto Huarte de San Juan en Bailén, su primer trabajo en la prestigiosa Red de Paradores Nacionales, el servicio militar en El Ferral (León), hasta la jura de bandera, su destino, Compañía de Transportes del Grupo Logístico en el Acuartelamiento Julián Sánchez “El Charro” en Salamanca, perteneciente  a la Brigada de Caballería “Jarama”. Jalonado todo ello por el desarrollo de varios oficios relacionados con el arte; Arte, con mayúscula, que se hace realidad y personaliza tras los estudios culminados con éxito en la Escuela “Gaspar Becerra” de Baeza, por cuyo centro José, es “Graduado en Artes Plásticas”.

EL LENGUAJE DE LA PIEDRA

Las piedras hablan. Una civilización, incluso anterior al paleolítico y neolítico o edad de piedra, nos está diciendo que es el elemento natural más resistente y vivo donde el humano pudo dejar constancia de su existencia. Es como si las mismas piedras modeladas por la idea del artista y tras mil siglos nos revelasen mil mensajes. “El medio es el mensaje” (McLuhan). Un mensaje de su momento, que fue trasmitiendo a través del tiempo las grandezas y miserias de los hombres.



José Cisneros, que lleva el nombre del histórico cardenal, encuentra en la piedra el modo de inmortalizar sus ideas y sentimientos, también de misticismo. Estas maravillosas obras que aquí hoy se lucen están concebidas con la paciencia de un santo y con el tesón de aquellos viejos alquimistas, que pretendían hacer oro con la materia que era su piedra filosofal.



La piedra, con sus variedades, tiene mucho que decir, cuando alguien sabe sacarle el espíritu que lleva dentro. Y mucho le dice a José, desde que percibe la idea que ha de manifestar en ella, hasta que consigue los últimos resultados; como mucho le dice también a su esposa, Ana María, que a su vez es el apoyo moral y gozoso del artista que tiene en casa. Sin su inestimable contribución, tal vez le hubiera sido imposible resistir la dureza de cinco años de estudios, combinados con su trabajo y la crianza de tres hijos. José ha trabajado duro, como dura es la piedra, porque sólo unos firmes y sólidos cimientos se pueden sustentar en ella. A José le va de perlas eso de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. En la minuciosidad de sus manos tiene la culminación de una peculiar y coherente obra  inicial  que  le  reporta numerosas satisfacciones y grandes amigos, principalmente del mundo del toro.

Toreros como “Carnicerito de Ubeda”, Enrique Ponce, Dámaso González, Curro Díaz, Paquito Esplá, Juan Ramón Romero, Manuel Bautista. Rejoneadores como José Antonio Mancebo. Ganaderos como Francisco y Román Sorando, Partido de Resina, Pablo Lozano “Alcurrucén”, Iñigo Garzón. Asociaciones Taurinas de prestigio como el Círculo Taurino de Baeza, Peña José Fuentes o Peña Tercio de Varas de Linares; así como a Ilustres Aficionados, tales como Juan Lamarca, el mejor presidente que ha tenido la Plaza de las Ventas, la Asociación de Aficionados Prácticos de Jaén, el prestigioso gerente teatral y taurino ya desaparecido Manuel Cano etc., son algunos a los que ha donado parte de sus trabajos.

Versa sobre sus múltiples actividades entre las que se podría destacar sus colaboraciones en varios periódicos digitales y papel impreso, así como en Onda Cero Radio en el programa Los Toros que dirige Agustín Hervás; además de dirigir su propio Blog “De Catafalco y oro” y el de la Peña Taurina Antonio y Juan Antonio Millán “Carnicerito de Úbeda”, de la cual es Presidente. No quiere dejar en el olvido a otros de sus maestros como son José Olid, Enrique Martín así como el mencionado Agustín Hervás.



Un arte clásico, vanguardista y prometedor, con muchos motivos taurinos. De casta le viene al galgo. Y de madera de artista son sus trabajos porque salen también de otras materias y entran en otros temas. Temas, al margen, definidos  y sorprendentes, como lo es la abstracción; esa categoría que obtiene en su carácter no imitativo y su no referencia a realidades tangibles, los aspectos más innovadores de las vanguardias.

José Cisneros, prolífico y versátil, por ahora asegura que su inclinación le va entre lo barroco y el clasicismo, pero intuimos en su trayectoria rigurosa que ha empezado con buen pie y a conmover, esa cercana irrupción en terrenos vírgenes que le harán forjar como propio el gran milagro de la creación. Le deseamos que así sea y nos pueda algún día inquietar como lo hacen, por ejemplo, las obras de Eduardo Chillida, a quien admira.

Hoy, además del arte en saber relatar el mundo taurino, José puede considerarse un especialista en heráldica, ese arte que nos habla de blasones, de interpretar y descubrir los escudos de armas de los antiguos linajes y que fue introducido por los cruza- dos en la Edad Media. La piedra (de Lérida y Alba- cete que elige) la terracota (el barro cocido) y la madera, son el papel, el cuadro, y el refugio, donde José escribe, dibuja, trabaja y sueña. Toca desde un bajo-relieve a los volúmenes grandiosos porque sus figuras ya se le están escapando fuera. La pasión inquebrantable y una auto exigencia sin límites, son para él, cual artista que se precie, las bases sólidas y fundamentos sobre las que edifica una obra consistente.

Principios requieren las cosas. Su equilibrio interno creado por su propia legitimidad nos lleva, por una parte, al ideal de belleza que ha de perseguir toda obra de arte; su referencia trascendente emparentada con el medio social que rodea al artista, nos habla, por la otra parte, de la perfección, y el sueño de todo ser humano. ¡Ojalá! José Cisneros sublime su arte, y con una gran ovación, salga pronto por la puerta grande.

Quizá lo más valioso de este artista radique en esa variedad temática en la que no le falta la armonía de la música que le emocionó en la niñez, y en cuyos sonidos se puede escuchar la lira de un ángel entre las Rimas y Leyendas de Bécquer, su autor preferido. Por ahora lo que más se oye es el taurino clarín rasgando el viento en la tarde de sol.


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