André Viard matador de Toros, crítico, recopilador, periodista, historiador
y premiado en ocasiones mil. Generalmente en aquellas de “entre bobos anda el
juego” en las que el receptor dignifica o realza a los concedentes o viceversa,
sería el juego. ¡Vamos! de esas de mirarse el ombligo. De él, de El Juli y de
su oportuna polémica para tratar de aportar conclusiones para el bien de la
Fiesta, trato en estas líneas.
Estamos presenciando, nos dice Viard, un cambio de opinión sobre los
valores éticos de la Fiesta; con toda la razón del mundo. Pone en duda la falta
de seriedad del toro moderno, al no coincidir con la imagen mítica que de él se
tiene. Al perder su dimensión el motor de la Fiesta, resta valor al contenido
épico del Toreo.
La expresión “mito” tan introducida en la Fiesta, tan usada a modo de
muletilla cuando no se da con la expresión (término) adecuado, también es usual
en Andrè Viard, maestro en el manejo de la pluma y bastante menos con los
trebejos de torear en la mano; también sabe sacar utilidad al oportunismo de
sus escritos, como periodista y escritor a la par que lo es en su manejo, entre
otras estrebedes (perdón por el andalucismo) que habitualmente soporta. No hay
que irse al “mito” para razonar la Fiesta y sus dolencias, no hay que buscar en
el mentido robador de Europa el espejo en el que mirarnos. El Toro Bravo es don
de la naturaleza, es un regalo a estas tierras elegidas, a las que sus hombres sanos
dieron respuesta en su cuido con la mejora de la raza, aportando el icono de la
especie el Toro Bravo como principal exponente entre sus razas. Ni la épica ni
la mítica son necesarias para el Toreo de la Verdad; sus eternas realidades ya
de por sí, no necesitan de corifeos ni muñidores -si historiadores fieles- al
hablar con los hechos. El Toro es tangible, el Toreo es una realidad aunque de
pretendida transformación por sus mercaderes en caricatura de ellos mismos. Su
endeblez mental les obliga a ello.
Se puede apreciar como Viard coincide, según sigue diciéndonos, con
remarcada insistencia sobre el contenido genético de las vacas en las
ganaderías -no de todas por razones obvias- dedicadas a mantenerlo entre altos
porcentajes de vacas de vientre para oportunamente ser cubiertas con sementales
que aseguren el destoreo. Un porcentaje menor para conservar la raza -si es que
se tiene- la casta -si es que no se ha perdido- y la fuerza -si es que algún
día hay posibilidad de recuperarla-; esto último, ya es mío.
No veo tanto poder en el Juli; mucho más le aprecié a Ponce años atrás, al
que empresas, ganaderos, segundones, apoderados y toda la componenda
periodística al uso y causal por conveniencia de la casuística del Cinturón de
Acero, estaban sujetos y supeditados. El “poncificado” imperante ha tenido la
Fiesta en sus manos, por lo que la situación actual ha pasado por su santidad
incólume. Toros de ambulatorio portátil, séase muleta prodigiosa, fue la
resultante de ese poncismo que nos frustra. De todas maneras, el poder del tándem
Roberto-Julián sería de mucha utilidad para mi causa, el Segundo Circuito.
Si a eso se le une el movimiento animalista, la oportuna expresión de sensibilidad
del Siglo XXI y alguna que otra manifestación testimonial de “pollas en
vinagre”, tendremos la viva imagen de la empobrecida realidad en lo que ha
quedado de la Fiesta, a la que ahora se le llama espectáculo; término también
lamentable e inadecuadamente usado, en la terminología de los Reglamentos
Taurinos.
Todo ello confabulado le ha ido pegando “bocaos” mortíferos al Toreo, de lo
cual y como primer estadio tenemos el “Hecho Catalán” (he dejado de tomar cava)
mientras en Francia la Fiesta -Universal por descontado- crece en calidad. Mi
amigo Claude, ese que se sienta a mi lado en la Real Maestranza de Caballería
de Granada, me dice que no debo preocuparme, que él me traerá un buen aguja o
espumoso de la Champagne Francesa a cambio de un tinto opaco -de pasto- de la
Contraviesa. Razona que en la France y la Espagne todavía quedan cosas buenas.
Se equivoca Viard en que redimir las ganaderías es cosa de cinco años.
Recomponer una ganadería de raza, bravura, fiereza y casta, es cosa de décadas,
y ni aún así se conseguiría. En las ganaderías actuales con algún contenido de
los factores básicos citados, existe un riesgo de desaparición debido a la
degeneración ocasionada por la consanguinidad, consecuente del decreciente
número de vacas en la mayoría, con lo cual no hay posibilidad de abrir
cubriciones para afirmar raza, con lo que la pérdida de la casta es palpable y
progresiva en la mayor parte de los casos.
Le pide al Juli que encabece una revolución en el Toreo que exige la
sociedad actual. No creo que el Juli, aunque debiera, se encuentre en esa
disposición. Tendría que calarse la montera con más fuerza, que le apretaran
los machos manos enamoradas del Toreo, que se liara sin ayuda (menudencias que
dicen mucho); y ya vería como el solito llenaba las plazas. Es por ello que
insisto en la instauración de un Segundo Circuito, por lo que el Juli -de
querer- tendría que darle un tornillazo o golpe de timón a su proceder y forma
de expresar el toreo, para adaptarlo a un Toro que exija una lidia completa y
hacerle las cosas con intensidad y orden; cierto que es uno de los pocos que de
momento está preparado para ello. Segundo Circuito que no exige la desaparición
del Cinturón de Acero, ya que sería la referencia comparativa a efectos de
apreciar por parte del nuevo aficionado, el aficionado en embrión cual de las
dos Fiestas le interesa más: si ésta Fiesta con mayúsculas, o aquella otra de
“pitiminí” como decía la vecina de atrás del patio de mi casa en el pueblo. Ahí
si que saben de Toros.
La propuesta del Segundo Circuito, cuya idea alguien trata de capitalizar
en mi persona -eso es lo de menos- toma cada día mayor cuerpo. De lo que estoy
plenamente convencido es que ello sería la tabla de salvación de la Fiesta. De
encabezarlo la plaza de Toros de las Ventas, la Fiesta estaría salvada en un
cuarto de hora.
Artículo publicado por Pepe Olid, Socio de la Peña Taurina Antonio y Juan Antonio Millán "Carnicerito de Ubeda " en la Web: http://www.opinionytoros.com/
Que le vamos a decir a D. José, si lleva toda la razón del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso mismo digo yo amigo José Mª, ¡Chapeau!, y lo digo en francés porque así es como se merece que se diga de acuerdo a lo referente a Francia y la Fiesta de los Toros.
ResponderEliminarY aqui en España vienen los polítidos como siempre, con mucho parloteo, papeleo y al final ná de ná, a echar la tarde caralto, que ya hay quien trabaja por ellos y si no les llega con rebajar pensiones y quitar dias de asuntos propios y pagas extraordinarias a los de siempre, esto se ha arreglao.
Hace tiempo le dije a uno de ellos que cuando hicieran las cosas como el gobierno francés, quizá y dije quizá,les llegaría un halo de mi confianza, la cual nunca tendrán de mi parte así vinieran disfrazados del Niño la Bola.