Son las cuatro de la mañana. Mi mente no deja de dar vueltas, quizá el exquisito café de un final de cena junto a unas personas muy especiales o tal vez la agradable velada acompañando a dos toreros los cuales por las injusticias de la vida no están en el sitio que les corresponde, hagan que mi pensamiento no pueda descansar.
Intento calmarme, relajarme; pero sea que haya podido encontrar esta noche con los dos toreros muchos paralelismos sobre mi propia existencia y esta afición la haya asimilado como una forma de vida, no me queda otro remedio que salir para poner mi mente en orden.
Me levanto y acompañado de mi fiel perrita bóxer me dispongo a dar un paseo en la calma de una madrugada cargada de estrellas haciendo frente y dando el pecho como los toreros ante el toro, a un viento frío de últimos de noviembre, pienso incluso que sería una madrugada ideal para con unos cuantos años de menos -aunque a pesar de sobrepasar el medio siglo no sería óbice para ello- estar dispuesto hacer “una luna” y descargar esa adrenalina que me hace estar inquieto y no me deja conciliar el sueño.
Inquietud, desasosiego, quizá hasta rabia por las injusticias que muchas veces descarga la propia vida sobre las personas y que tras mi largo paseo de madrugada termina por hacerse presente en mi mente ese verso de D. Pedro Calderón de la Barca que a diario tropiezo con él y no me canso de leer, quizá esos momentos fueren el presagio y recordatorio de lo que esta madrugada debiera pensar en situaciones como esta. “Aquí la más principal hazaña es obedecer, y el modo como ha de ser es ni pedir ni rehusar. Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la fineza, la lealtad, el honor, la bizarría; el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son, caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna, la milicia -yo añadiría, y el sentir de muchos toreros- no es más que una religión de hombres honrados.”
Religión de hombres honrados que a la vez son toreros a los que las injusticias, a veces provenientes de la vida misma, otras acaecida por la propia predisposición del hombre sobre el hombre que al final camina en torno a unos intereses personales buscando, quizá equivocadamente lo mejor para sí mismo, olvidándose de lo que verdaderamente importa, de hacia donde verdaderamente camina, sin caer en la cuenta que ese culto que va profanando, pueda del mismo modo abatir los sentimientos y las ilusiones de muchos de ellos.
Muchos pensamientos se me abocan a la vez en esta mente que es casi incapaz de asimilarlos, y digo casi, porque aún queda un halo de esperanza que me hace pensar y sentir que la temporada que viene pueda ser diferente.
De cuántos aficionados y otros no tan aficionados hubiera deseado su presencia esta noche junto a nosotros, para que hubieran comprendido el vivir y el sentir de muchos toreros, hombres revestidos de una humildad y una profesionalidad que a pesar de las injusticias que a otros hubiera llevado a revestirnos de una rabia incontrolada o de impotencia, ellos saben sobrellevar como pocos; mañana es otro día, vuelven a entrenar, vuelven a soñar, no guardan rencores a la vida, no guardan rencores a nadie; la esperanza, esa dulce esperanza llena sus corazones y sus almas, saben esperar con ilusión otra temporada, esperar con ilusión ese momento que les pueda hacer felices y demostrar al mundo que viven por y para el toro, demostrar en definitiva que son, TOREROS.
Por todo esto, me vienen a la mente quienes para la próxima temporada y desde su puesto de privilegio debieran hacer examen de conciencia, apoyando y defendiendo a capa y espada y nunca mejor dicho; a estos toreros, a sus peñas, a los intereses de un aficionado que es quien siente en su alma y sustenta a la vez las mismas ilusiones que perviven en estos toreros, quienes en definitiva hacen con ello que subsista la Fiesta de los Toros.
Aquí como los soldados de Calderón de la Barca, hace falta lealtad, hacen falta hombres, pero hombres de verdad, honrados y bizarros, hombres que sepan meterse en un traje de luces y percibir ese sentir inenarrable que se vive como torero para que este milagro no desvanezca a consecuencia de una falta de sensibilidad hacia estos hombres, tan toreros como el más torero de los toreros.
En esto del toro sobran profetas, falsos profetas que prometen y no cumplen; falsos profetas que engañan a la gente con sus vanos y desgastados discursos; discursos que solamente vanaglorian a quienes puedan satisfacer su propio beneficio, actuando como lacayos ante “empresarios morucheros” -aunque sé que a mi amigo Pepe Olid no le guste que use este término en plan despectivo- que del mismo modo no pueden ofrecer lo que prometen; y todo por un puñado de entradas.
Haciendo una adapatación de un tema de Módulos podría decirse que son lacayos que marchan siempre tan seguros de sus historias que se creen reyes del mundo y con migajas de indulgencia alimentan tres o cuatro que le planchan la chaqueta; en realidad otros son quienes consiguen lo que tienen viviendo a su sombra y ese brillo que ellos creen que les envuelve no es otra cosa que el reflejo de otra luz. En su gesto indiferente se adivina que la gente no les importa en absoluto, ellos son su mundo, el sol les adormece y creen que es más decente acostarse con el alba. Que poco valen y que entendidos piensan que son.
Las siete de la mañana, es tarde o mejor sería decir demasiado temprano, mi mente empieza a despejarse, presencio el amanecer frente al Aznaitín y aquí me encuentro, sentado en el banco de un parque una fría madrugada de noviembre junto a “Queen” mi fiel bóxer, llenando aún más, ayudado del paquete de cigarrillos, el ya de por sí veneno existente en mi cuerpo. Ahora, casi extenuado entre el frio y el cansancio dejo este post y espero descansar; y que el poder y la fuerza del sol, aunque tenue en esta época del año, me entregue esa fuerza necesaria para seguir luchando, para seguir creyendo y sobre todo para sin serlo, vivir en TORERO.
La sinceridad de dos miradas
"Carnicerito de Ubeda" junto a Paco
un gran aficionado, una persona especial
un gran aficionado, una persona especial
Solidaridad por una causa justa
Sencillamente, TOREROS
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