jueves, 11 de agosto de 2011

Cada cual saque sus conclusiones

Hace unos días me encontré con un comentario a un artículo publicado en un blog amigo el cual decía así:
“Le brindo a José Cisneros estas líneas, de las que tengo el convencimiento ha de encontrarles sentido”.
Bién, pues el caso es que leyendo el post anterior de Antonio Coronado, hay un comentario de un “quijotesco anónimo” que dice lo siguiente:
Veo que haces alusión al Delegado Gubernativo y que faltaron banderilleros y tal, como parece que eres algo de aficionado, te digo que en las clases prácticas de escuelas taurinas, no hay Delegado Gubernativo nombrado al efecto y el personal de las escuelas son los encargados de realizar esta labor, y tienen un reglamento taurino aparte, que difiere en muchas cosas del Reglamento Andaluz, por eso estaría bien que te informaras de todo esto, antes de rajar por la boca.

En primer lugar, por lo comentado parece ser claramente quien parece ser, además de mostrar poca educación al dirigirse de “tú” a una persona que seguramente no conoce y acabando con una frase tan “barriobajera” como “antes de rajar por la boca”, ya que por la boca se habla, y claro, como ha sido el caso de Antonio; “rajar” es otra cosa muy distinta y suele hacerse con algo cortante.

Como resulta que de hacer una réplica a dicho comentario con palabras que todo el mundo entendería perfectamente, dado el estado de libertad en el cual nos encontramos no sería lo que se ha venido denominando “políticamente correcto”, prefiero hacerlo -aunque no se merezca tan digna redacción venida de un maestro, mi maestro- con las mismas palabras.

¿A quién escogieron los de Barataria para que encabezase la defensa de la Ínsula?
No pudo ser por menos, que a su señor Gobernador, a la vez el más plebeyo de todos ellos.
Sin embargo en esto de los Toros, han sido sus mejor situados donceles, de damas mejor servidos -alguno puede que de caballeros- los que encabezando unas siglas, enunciando no sé qué concepto, se presentan con su mester de picardía (de pico) otro de felonía (por ladrón) a más del de villanía (de pura vulgaridad) en el ejercicio de lo que llamado le ha sido neotoreismo (negación del Toreo) en el menestral lugar de la cultura. Y para qué nos preguntamos:
Puede que para cerrar aún más su lugar de culto.
Puede que para terminar de llevárselos antes de que la veda se cierre.
Puede que para mirarse el ombligo de las indecencias bien repleto.
Mientras un Torero de seda y oro, con lazos en lugar de coleta, explica en la Ventas lo que es la verdad de todo esto.
Se dirán, "tengo el caballo en la puerta" "me sobran a mí, mujeres".
Menos caballos y menos sobrados. Estáis acabando con El Toreo, partida de malhechores (de mal hacer) y de maledicentes (de mal decir).
Cada cual saque sus propias conclusiones. Yo he sacado las mías y pregunto:
"Y al guarda, quien le guarda"

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