A la sombra de un ciprés esa fue la sensación que percibí el día que conocí al maestro Ángel Luís Bienvenida y me fotografié a su lado. A la edad de 80 años en aquella Feria de Otoño de Madrid, el torero Ángel Luís, componente de una de las dinastías con más solera del orbe taurino de todos los tiempos, los “Bienvenida”, mantenía su esbelta figura preñada de torería, alto y derecho como el árbol mencionado.
Personalmente tuve el privilegio de charlar unos minutos con el maestro en dos ocasiones, una de ellas en visita a Úbeda junto al insigne Juan Lamarca, la segunda en el patio de arrastre de la referida Plaza de Las Ventas en la Feria de Otoño de 2004.
Recuerdo que tras la pequeña charla al saludarle, le solicité si tenía inconveniente en que posara junto a él para tener el recuerdo junto a un miembro de una de las más grandes dinastías que ha dado el toreo. El maestro Ángel Luís accedió amablemente con esa sonrisa tan habitual y característica en los “Bienvenida”.
He de decir que hacía un día de “perros”, de esos que el aire, frío y molesto no deja entrar en calor, al posar para la fotografía que guardo como “oro en paño”, llamó la atención al fotógrafo diciéndole: Un momento muchacho -era mi hijo mayor- me pongo bien el pelo que salgamos “en condisiones”, como si de un modelo se tratara se atusó su cana cabellera movida por el fuerte viento y exclamó “Ya puedes disparar niño”, una vez tirada la foto comentó: “Ea, que la conserve muchos años”. Fue un 10 de octubre de 2004, no conseguí verle de nuevo para que me estampara en la misma una dedicatoria, pero a buen seguro que será conservada mucho más tiempo del que yo resida en este mundo. ¡Gracias Maestro! allá donde esté.
Si hay toreros antiguos a quien tenga un respeto especial es a los “Bienvenida”. Parte de “culpa” y que lea cuanto puedo sobre esta dinastía de toreros es mi estimado amigo Juan Lamarca dada la vinculación que existe entre él y el Círculo Taurino “Amigos de la Dinastía Bienvenida” de la cual es su vicepresidente.
Qué suerte la mía haber podido tener el privilegio de conocer en uno de mis viajes a Madrid al último de esta famosa dinastía torera, Ángel Luís. En posteriores visitas en que he tenido ocasión de acudir a algún acto programado por la entidad mencionada, del mismo modo he podido compartir charla con uno de sus hijos, el también torero Miguel Mejías ¡Qué gran honor conversar con un nieto del Papa Negro!
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