A Curro se le nota que aunque tiene un torero muy
personal, los entrenamientos diarios con el torero de Úbeda, Juan Antonio
Millán, lo convierten en un novillero distinto; y eso es algo que el buen
aficionado advierte.
Curro Moreno a pesar de haber tenido unas becerras
muy exigentes y con cuajo, pudo escuchar unos ¡oles! con torerísimo eco campero
que solo suenan en las grandes faenas, esas que llegan de verdad y con fuerza
al corazón; unas faenas de las que hacen pasar una tarde emotiva donde pudimos
presenciar ese toreo con sabor distinto que resulta el toreo campero, toreo muy
distanciado de lo que es una tarde de toros; aquí es donde el aficionado puede
apreciar las distancias a las cuales hay que poner al caballo las becerras para
que demuestren su bravura, la habilidad del banderillero de confianza que trae
el propio matador para sacar a las reses del caballo y ponerlas de nuevo en
suerte donde el ganadero ve conveniente. A continuación el joven novillero
comenzó una lidia que nada tiene que ver con las realizadas en las plazas de
toros, tras elegir el terreno más apropiado, el torero va afianzando a la vaca
para que esta tome los engaños con dulzura y pureza, empezando con muletazos
cortos y suaves para poco a poco finalizar exigiéndole y llevándola larga y
poder ver su nobleza y bravura si la tiene.
El piquero Julián Urrea
El novillero baezano, Curro Moreno
Becerras exigentes como he dicho, que solo en manos
de un buen torero, dan como suele ser habitual esa nobleza y dulzura que tanto
tienen las reses criadas en “El Cotillo”, las cuales ya podemos
catalogar de “Puro Collado”.