Recién
acabada la Feria Taurina de Sevilla 2016, se impone una reflexión de carácter
general, pues los detalles se fueron desgranando en nuestras crónicas diarias
que pueden leerse en la página web utaa-sevilla.
Cuando
en diciembre salen a la luz las ganaderías de este ciclo, ya dijimos que
tendríamos un empacho del medio toro. Una vez terminada la feria, con pesar
constatamos, que no erramos en aquella consideración. Han impuesto el toro
domesticado que medio se mueve en el capote y no existe en el caballo. Olvidan
que la bravura del toro se mide solo en la vara, en la dificultad y no en la
embestida al paso en la muleta careciendo de acometividad.
Insisten
en traer Las Ramblas, El Pilar, Jandilla, Juan Pedro V. del Rio, Cuvillo, una
medio buena y otra mala, Daniel Ruiz, mejor presentada que otros años, más el
fracaso del hierro de la casa Tornay.
Ganaderías
en la lista negra para no volver hasta
que crien el toro encastado, pero el año que viene más de los mismo.
Unicamente,
un año más fueron los hierros de Victorino y Miura los que hicieron volver a la
Maestranza la emoción del toro encastado, aunque hay que decir que los de
Zahariche mostraron más blandura de la cuenta.
El
triunfalismo ficticio nos jalea el indulto de un buen toro en la muleta, siendo
el resto de su lidia de lo más normal. Nos presenta una Puerta del Príncipe con
un toreo de calidad discutible auspiciado por gente ocasional, pues esa tarde
desde hace muchos años los aficionados conocedores del paño no acuden a la
plaza.
Ese
mismo triunfalismo deja en un segundo plano la labor profunda y de toreo del
bueno de Ureña, David Mora o Pepe Moral o la mejor vara al primer miura de la
tarde del piquero Esquivel.
Unanimidad para
airear el toreo de capote de Morante y esa media de ensueño. Para proclamar el
arte de clavar banderillas de Curro Javier y Fernando Sánchez y la excelsa
lidia de Ámbel Posada.
En otro plano
disfrutamos con la entrega y rabia de El Juli y esa faena de muleta de
Escribano a Cobradiezmos.
Lamentamos que Manzanares y Castella se
afiancen en su toreo despegado sin cargar la suerte. Que el Cid no remonta el
vuelo y que López Simón y Roca Rey se anuncien con el medio toro para ser ellos
los que embistan ante el descaste de sus enemigos.
Con estos mimbres anuncia Carlos Crivell
que solo fueron 170 los nuevos abonados. ¿Qué esperaba la
empresa? Si pensaba que la vuelta del abonado a la plaza sería solamente con el
reclamo de las figuras se confunden de cabo a rabo. Tienen que regenerar el
espectáculo para ofrecer emoción y riesgo, volviendo el toro encastado a la
plaza, variedad de encastes y carteles con competencia. Si la empresa sigue
en su posición arrogante y prepotente de no escuchar al abonado, luego que no
se queje de los malos resultados económicos.
Fuente.- UTAA-SEVILLA
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